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Penélope o el empoderamiento femenino

La 66 edición del Festival de Teatro Clásico de Mérida concluyó con la versión de Magüi Mira de Penélope, original de Homero. El estreno mereció un largo aplauso

Juan-Carlos Arias
Juan-Carlos Arias
Agencia Andalucía Viva. Escritor
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análisis

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Dicen que lo mejor se reserva para el final. En cualquier evento cultural esa sería la norma no escrita. Jesús Cimarro (Ermua, 1965), Director del Festival, es un hombre al que desafían retos. El empresario teatral vasco lleva en el cargo lleva 9 años; fue un milagro -no desvelado hasta última hora- que este 2020 la pandemia no lo contagiara de cierre. Su equipo fue sustantivo para que todo saliera adelante. Especial mención de este cronista a Toñi Escobero (Prensa) y Esther Alvarado (Comunicación) por la cooperación con que distinguen a los medios en tiempos difíciles   

Si al Festival este 2020 lo arropó la Familia Real [Felipe VI, consorte Letizia, Princesa e Infanta] casi al completo [faltaron el Emérito Juan Carlos I, que prepararía su desembarco emiratí y ‘Reina madre’ Sofía de veraneo en Marivent] en su debut de 2020 con Antígona, el discreto Pablo Casado, líder de la oposición y del PP, apoyó la cultura disfrutando de la Penélope emeritense, según confesó en tierras extremeñas.

Las mujeres mandan

La versión de Penélope –basada en la Odisea– de Magüi Mira (Valencia 1944) es un encargo de Cimarro, productor de la obra y hombre-orquesta del festival. La veterana artista, habitual en Mérida, modeló una vis feminista del mito que transforma la larga espera de la Reina y esposa de Ulises en un debate por la capacidad y talento de las mujeres más su inherente dignidad.

Mira ya aclaró, antes del estreno, que no concebía este encargo que metabolizó de Homero el icono de Penélope. Decidió que sólo podría encarnarlo una espléndida Belén Rueda (Madrid, 1965). La debutante en Mérida no podía interpretarlo mejor. Su guion incluía una túnica blanca impoluta, un cuerpo versátil, una dicción académica y una expresividad que trasciende su papel protagónico.

Insinúa un empoderamiento para no claudicar ante el destino con decisiones ajenas, es decir, del hombre. La mujer que representa Belén Rueda ilumina lo escrito por Homero en clave reveladora

Euriclea, madre de Ulises, la interpretó María Galiana (Sevilla, 1935). De su difícil papel sale airosa, como cuando -con 60 años- dejó la docencia para regalarnos su proverbial talento teatral. La madrina de Penélope es su cómplice silente en el escenario ante un Ulises, encarnado por Jesús Noguero (Badajoz, 1965) vehemente, ególatra y rotundo. Maxi Iglesias (Madrid, 1991) oficia como Telémaco, hijo de Ulises y Penélope. Completa el elenco Muriel Sánchez (Zúrich, 1980). Sustancia a la radiante, sugerente y entregada Nausícaa. La que salva a Ulises, el héroe naufragado.

A los contrincantes risueños, machistas y corruptos de Penélope-Rueda en la Corte de Ítaca los encabeza Pedro Almagro (Valencia, 1976) como Antínoo. Lidera un grupo de aristócratas que acosan y conspiran para conquistar la poltrona de Ulises y abusar de Penélope-Rueda. La sumisa Reina esperó –décadas- el regreso de Ulises, su amado. Homero, en su versión primigenia, contuvo a los nobles. Aunque relata una violación colectiva a Penélope tras la que aparece un Ulises armado. Acaba con los trasgresores a flechazos, uno a uno. Merecían un final macabro.

La obra que vimos en Mérida sobre Penélope es un personaje de Homero que encarna paradojas y metáforas de la sumisión femenina. Lo que insinúa es un empoderamiento para no claudicar ante el destino con decisiones ajenas, es decir, del hombre. La mujer que representa Rueda ilumina lo escrito por Homero en clave reveladora. Llegaría hasta el paroxismo igualando el héroe Ulises con su dama. Además, le guarda la ausencia, sumisa por su papel consorte aunque con criterio propio. El feminismo de hoy no sabemos si mastica esos parámetros. El origen divino del poder falta en esa ensalada de cuestiones trascendentales. 

La factura de la plasticidad

El escenario donde se desarrolla el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida es incomparable. Merece un aplauso lo que logra la técnica y la escenografía. Todo se obra sobre un foro casi intacto para acoger a un público interesado en recuperar clásicos teatrales y disfrutar del arte en el lugar adecuado. Los romanos y los helenos dan de sí en el siglo XXI mucha obra original. Aquí es fácilmente adaptable o interpretable.

Los rigurosos estrenos que contempla Mérida para su programación consolidan el listón de su renombre mundial. Los tiempos de pandemia que sufrimos no sabemos si relativizarán esa reputación. El reto del Teatro Romano de Emérita Augusta impone a los elencos, técnicos y asistentes para que la obra merezca casi siempre el aprobado del espectador.

La Penélope que vimos según Mira tiene un resultado genial. Marida las raíces textuales de Homero con el espectáculo comercial del presente. Esa fórmula hace que el encargo de Cimarro no podría haber recaído en mejores manos. La veterana Mira asumió así los compromisos y mínimos empresariales del teatro. El que creímos sepultado en la historia tras la irrupción del cine y la televisión. Mérida entraña esa obviedad.

La estética de esta versión de Penélope se plasmó es una excelente mis-en-place (puesta en escena) que insinúa un paisaje mediterráneo (olivo centenario incluido) salpicado de escaleras. Estas sobresalen desde diferentes lugares del escenario. Los nobles risueños las acarrean con sus manos. Humaniza a los aristócratas mientras sus negros cuerpos se mueven bien iluminados. Esos escalones representan perspectivas distintas ante la grandeza del escenario natural emeritense.  La coreografía de la obra se la debemos al proverbial trabajo de María Mesas.

Como no podía ser de otra manera, el aplauso de un público en pie, alternando bravos con énfasis, refrendó al trabajo de Magüi Mira encargado por Jesús Cimarro. El Teatro Romano de Mérida con Penélope se descubrió ante una Belén Rueda en estado de gracia, María Galiana, talentosa madre y abuela entrañable y Jesús Noguero, el enérgico Rey. El reparto de la obra estaba eufórico la agradable noche del estreno. Penélope cerro la programación del 66º festival de Mérida. Esperamos la próxima edición.

La capital extremeña además oferta, los días festivaleros entre julio y agosto, otros espectáculos teatrales, Augusto en Mérida [en otros monumentos romanos emeritenses], conferencias, exposiciones, talleres, pasacalles más una gastronomía y caldos de nota más gentes cuya hospitalidad es consustancial. Ya que estamos allí es imprescindible visitar el Museo de Arte Romano, sito frente al teatro. El listón del teatro clásico de Mérida sigue alto.     

FICHA TÉCNICA

REPARTO:  Belén Rueda, María Galiana, Jesús Noguero, Maxi Iglesias, Pedro Almagro, Muriel Sánchez, Antonio Sansano, Alberto Gómez Taboada y Alfredo Noval

CORO: Javier Reche Garay, Pepe Mira, David Manzano, Manuel Prieto, Ulises Gamero, Benjamín Lozano, Nacho Pérez, José Calero, Juanan Gómez e Iván Cerezo

CUADRO TÉCNICO

Diseño de escenografía: Curt Allen Wilmer, Estudio deDos y Leticia Gañán

Ayudante de escenografía: Laura Ordás

Música original: David San José Cuesta

Diseño de iluminación: José Manuel Guerra

Diseño de vestuario: Yaiza Pinillos

Diseño de maquillaje y peluquería: Roberto Siguero

Ayudante de dirección: Daniel de Vicente

Coreografía: María Mesas

Dramaturgia: Emilio Hernández

Texto y dirección: Magüi Mira

Productores: Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida y Pentación Espectáculos

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