Pedro Sánchez, el primer presidente que se esconde del pueblo español

Desde que accediera a la Presidencia del Gobierno tras la moción de censura de junio de 2018, Pedro Sánchez aún no ha convocado el debate sobre el estado de la nación, ni parece tener intención de hacerlo

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Ya pasó la pandemia, ya pasaron las citas electorales y la negociación de los Presupuestos Generales del Estado y Pedro Sánchez sigue sin rendir cuentas sobre su gestión ante el pueblo español. Un presidente democrático no puede esconderse durante más 3 años ante quien posee la soberanía nacional. Sin embargo, Pedro Sánchez lo está haciendo y desde junio de 2018 no ha convocado, ni hay perspectivas de que lo haga, el debate sobre el estado de la nación, por más que desde la oposición se le esté reclamando.

Es cierto que este debate no está recogido en la Constitución, sin embargo, es una práctica parlamentaria instituida desde el año 1983 y que se ha celebrado ya en 25 ocasiones. Todos los presidentes desde esa fecha (Felipe González, en 10 ocasiones; José María Aznar, en 6 ocasiones; José Luis Rodríguez Zapatero, en 6 ocasiones; Mariano Rajoy, en 3 ocasiones) han rendido cuentas al pueblo de su gestión. Todos los presidentes comparecieron al año siguiente de ser investidos. Sin embargo, Sánchez sigue oculto, tal vez porque su gestión en todos los aspectos es tan discutible que no tiene defensa posible para presentar un escenario positivo.

Sólo en los regímenes autoritarios el gobernante no se somete al escrutinio de los gobernados y Sánchez sabe mucho de autoritarismo, tal y como se pudo comprobar en su última remodelación de gobierno en la que hizo desaparecer del gabinete a todo aquel que le dijo la verdad o que le demostró que se estaba equivocando.

Muchas explicaciones

Un presidente del Gobierno tiene que estar a las duras y a las maduras y si su gestión no ha sido positiva para el pueblo, está obligado a dar la cara y rendir cuentas, independientemente de que el resultado haya sido debido a las circunstancias sobrevenidas, a los intereses personales, al incumplimiento de su programa o a la incoherencia ideológica de su acción de gobierno.

Sánchez está obligado a rendir cuentas y a enfrentarse al escrutinio de la oposición. No sirve de excusa que comparezca todas las semanas en las sesiones de control, en los diferentes plenos parlamentarios o que haya realizado comparecencias oficiales desde su atril del Palacio de la Moncloa. Eso no es rendir cuentas. El lugar para hacerlo es el Congreso en el debate sobre el estado de la nación.

La oposición tiene razón cuando reclama a Sánchez que lo convoque cuanto antes, no tanto porque España esté peor o mejor que en junio de 2018, como afirma el PP, sino porque tiene que explicar a la ciudadanía española la razón por la que está incumpliendo reiteradamente aspectos clave del contrato que firmó con los españoles en las elecciones generales como la derogación de la reforma laboral, la reforma fiscal para que los que más tienen paguen lo que les corresponde o la reforma integral de la Justicia, por citar algunas.

Sánchez tiene que explicar al pueblo por qué sigue manteniendo a la Abogacía del Estado para defender a los bancos en los casos que se dirimen en Europa sobre cláusulas abusivas, el IRPH o el Caso Banco Popular.

Sánchez tiene que explicar si tiene sellado algún pacto secreto con las empresas del IBEX35 para que éstas no se conviertan en la oposición más dura y se pongan a su lado. Un socialista jamás se uniría a las élites empresariales, económicas y financieras en contra de los intereses del pueblo que, evidentemente, son opuestos a los de los poderosos, salvo que ya haya cogido el camino de sus dos compañeros de la «Cumbre de las Camisas Blancas»: Manel Valls, que creó el socialismo pragmático y el socioliberalismo que no son otra cosa que ser neoliberal bajo las siglas de un partido socialista, y Matteo Renzi, quien no dudó en hacer caer un gobierno de izquierdas para darle el poder a Mario Draghi, un banquero de Goldman Sachs.

El actual presidente del Gobierno tiene que explicar si existe algún pacto oculto, secreto u opaco para conformar en un futuro cercano un gran «pacto de Estado» entre los dos principales partidos para, a través de la gestión puramente económica, trabajar juntos PP y PSOE o PSOE y PP para aprovecharse de los fondos europeos y presentar a la ciudadanía un escenario de prosperidad prestada que termine por arrinconar a los nuevos partidos. Así se volvería a afianzar el bipartidismo y el turnismo.

La extrema derecha lleva denunciando varios meses que existe ese pacto. Podemos, con la venda de estar en el Gobierno, sigue callado. Sin embargo, Sánchez deberá explicar ante el pueblo si esto es así y si, sobre todo, si están implicados de un modo u otro tanto Felipe González como José María Aznar.

Fue demasiada casualidad que tanto en la Convención Nacional del PP como en el 40 Congreso del PSOE, ambos partidos sacaran a sus viejas y gloriosas reliquias y que, una vez finalizados esos eventos, se desbloquearan los nombramientos para la renovación de los órganos constitucionales. Demasiada casualidad.

Pedro Sánchez tiene mucho que explicar al pueblo. Sin embargo, se resiste o Tal vez esté esperando al maná que llega de Europa para intentar dar una visión más positiva de la realidad del país. Sin embargo, no puede esperar ni un minuto más, debe ser valiente y demostrar que es un líder de verdad, no un emperador desnudo más.

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