«Me llamo Jordi, tengo 53 años y aún tengo pesadillas por las noches cuando recuerdo los abusos sexuales de mi infancia». Así comienza la petición de apoyo a la campaña iniciada por Miguel Hurtado, otra víctima de pederastia, en la que reclama que el Congreso de los Diputados, en la actual tramitación del anteproyecto de Ley Orgánica Integral contra la Violencia Infantil, la prescripción empiece a contar a partir de la víctima cumpla los 40 años, algo que evitaría que muchos de los casos de abusos sexuales a menores prescriban y que el pederasta salga impune de sus crímenes.

El Gobierno propone inicialmente, según se indica en la campaña, que el plazo de prescripción empiece a contar a partir de que la víctima cumpla los 30 años. «Creemos que esa medida se queda corta, es muy poco ambiciosa», afirma Jordi. PP, Ciudadanos, Compromís, BNG y JuntsxCat han presentado enmiendas para que, precisamente, el plazo de prescripción comience a contar una vez que la víctima cumpla los 40 años.

«Mi vida ya me la jodieron, y por más que intenté denunciar, mi caso ya ha prescrito. Llevo cumpliendo cuarenta años de condena por un crimen que no cometí, mientras que mi violador no pisará ni un solo día la cárcel, ya que la ley penal no se puede aplicar de forma retroactiva. Solo quiero que lo que yo he pasado no le vuelva a suceder a ningún niño en España. Que, si en el futuro un niño es abusado por un depredador sexual, no le salga gratis ni se vaya de rositas. Que estos delincuentes sepan que, en España, quien abusa de un crío, tarde o temprano acaba en prisión. Solo tenemos un par de meses para obligar al gobierno a rectificar, para que se ponga de nuestro lado, de las víctimas, los débiles e indefensos y no de nuestros verdugos», afirma Jordi de la Mata en su petición.

«Me pegaba con una regla en el culo y luego me lo acariciaba»

El infierno de Jordi empezó cuando sólo tenía 11 años. Casi no podía ver a su padre porque que se mataba a trabajar para pagarle los estudios y a sus dos hermanos en una de las mejores escuelas de Barcelona: el colegio jesuita Sant Ignasi de Barcelona. Jordi era un niño muy revoltoso y cuando se portaba mal le mandaban al despacho del director, «que me pegaba con una regla en el culo y luego me lo acariciaba. Así empezaron los tocamientos de quien era un pederasta en serie, el hermano jesuita y profesor Lluís To. Cuando se lo conté a un profesor del colegio, en vez de ayudarme, me dio un bofetón para que me callará», afirma Jordi.

Era una verdadera omertá, la ley del silencio, a pesar de que en el colegio era un secreto a voces lo que el padre To hacía a los menores. Los niños, señala Jordi, le llamaban «el Padre Tocón». «Abusó de más de una docena de niños durante los años que estuvo en el centro. Hasta que los Jesuitas decidieron mandarlo a Bolivia, tras una condena judicial por pederastia», señala con cierto tono de resignación.

Desgraciadamente el padre To no fue el único religioso pederasta que le robó la infancia a Jordi. Cuando ya era un adolescente, otro de los profesores, el padre Pere Sala se hizo muy amigo de su familia. Le abrieron las puertas de su hogar y lo agradeció abusando de él y de su hermano. «Fue él quien nos enseñó nuestra primera película porno. Quien venía a casa, para llevarnos de camping, y así poder abusar de nosotros, lejos de miradas incómodas. Quien después de habernos violado, sin ningún remordimiento de conciencia, tenía el descaro de dar la misa como si nada hubiera sucedido. Como si fuera un hombre de Dios», señala De la Mata.

Sin embargo, hubo un punto de inflexión hace dos años en el que se abrió una especie de caja de pandora en su cerebro, cuando vio el documental Examen de conciencia, en el que Miguel Hurtado cuenta su experiencia como niño abusado en la Abadía de Montserrat. Fue entonces cuando pensó que esa historia del documental era la suya propia porque contaba el mismo método en que el pederasta se acercó a él, poco a poco, las acampadas, el engatusamiento, etc. Era una orden religiosa distinta, pero el infierno y la pesadilla eran las mismas.

Dos días después de ver el documental se plantó en una comisaría de los Mossos d’Esquadra. Sin embargo, aunque mi agresor reconoció los hechos, el delito de pederastia ya había prescrito. También le tumbaron la denuncia contra los Jesuitas por encubrimiento, a pesar de que tenían grabada la confesión que me hizo por teléfono el responsable del centro.

«En un ejercicio de lavado de cara, los Jesuitas han sacado recientemente un informe «de transparencia». Dicen que tras años de investigación, han encontrado a 81 víctimas de abusos sexuales cometidos por jesuitas durante el último siglo en toda España. Yo solo, un don nadie, sin ayuda ni recursos, en un mes ya había encontrado más de 30 sólo en mi colegio. No denuncio públicamente porque busque una indemnización económica. Su sucio dinero no me va a devolver la infancia que me destrozaron. Mi vida ya me la han jodido. Caí en las drogas para anestesiar mi dolor. Mi padre se suicidó al conocer lo que me sucedió. Han destruido a mi familia. Lo único que quiero es que nadie más pase por el infierno en vida que he pasado. Por el que ha pasado Miguel. Por el que han pasado tantos niños y niñas de nuestro país», termina Jordi de la Mata, quien anima en su petición que se siga apoyando la campaña de Miguel Ángel Hurtado en Change.org para recoger las firmas suficientes y entregarlas en el Congreso de los Diputados. Mientras se escribe esta crónica, ya habían firmado más de 560.000 personas. Aún faltan 440.000 para alcanzar el millón.  

3 COMENTARIOS

  1. Sobre las violaciones en el seno de los colegios religiosos es arto sabido que la iglesia asido un nido de víboras depredadoras de menores tanto niñas como niños yo estuve en un campamento de verano 21 días en un pueblo organizado por el cura que me dio mi primera comunión los monitores eran jóvenes de unos 20 años mas o menos que estudiaban para curas
    lo único que puedo decir es que jamás ocurrió nada es mas nos duchábamos en una improvisada ducha en la calle y con el bañador puesto jamás nos tocaron o acariciaron puede que tuviera suerte y ese cura y los jóvenes seminaristas fueran personas de bien pero si lo hubieran querido podrían a vernos echo con todos los niños lo que quisieran solo una cosa mas los abusos y violaciones a menores es algo que solo se puede parar con medidas muy drásticas como la cadena perpetua como mínimo a un que yo iría mas haya y condenaría estos actos incalificables con la pena de muerte es el único camino si violas a un menor morirás soy duro pero soy justo

  2. Hay delitos que jamás deben prescribir, jamás; el de pederastia es uno de ellos. El abuso y la violación de un adulto a un menor causa tanto daño que acompaña hasta la muerte. No digo como un amigo mio, que a los pederastas se debieran castrar y exponerlos en plaza publica; pero pasar sin ninguna sanción, es demasiado. La iglesia católica siempre fue en España una depredadora de humanos y patrimonio, y aún sigue siendo: ahí están las inmatriculaciones, que no es otra cosa que el robo y saqueo descarado de los bienes de los pueblos con el amparo de leyes dictadas por miembros del Opus Dei o Legionarios de Cristo que gobernaban a través de la mano del PP, de la cara de asno de Asnar y de la Botella del cinismo.

  3. Steven Gregory Stayner (18 de abril de 1965 – 16 de septiembre de 1989) fue una víctima de secuestro estadounidense . El 4 de diciembre de 1972, Stayner, de 7 años, fue secuestrado en Merced , California por el abusador de menores Kenneth Parnell . Su secuestrador lo retuvo a 200 millas de distancia en el condado de Mendocino, California, hasta los 14 años, cuando logró escapar con otra de las víctimas de Parnell, Timothy White .

    Stayner murió en 1989 en un accidente de motocicleta mientras regresaba del trabajo a casa.

    Secuestro
    En la tarde del 4 de diciembre de 1972, Stayner fue abordado en su camino a casa desde la escuela por un hombre llamado Ervin Edward Murphy, quien se había familiarizado con el violador de niños convicto Kenneth Parnell mientras ambos trabajaban en un resort en el Parque Nacional Yosemite . Murphy, descrito por quienes lo conocían como un hombre confiado, ingenuo y de mente simple, había sido reclutado por Parnell (quien se había hecho pasar por Murphy como un aspirante a ministro de la iglesia) en ayudarlo a secuestrar a un niño para que Parnell pudiera «criarlo en un trato de tipo religioso», como Murphy declaró más tarde.

    Siguiendo las instrucciones de Parnell, Murphy distribuyó tratados del evangelio a los niños que caminaban a casa desde la escuela ese día y, después de ver a Stayner, afirmó ser un representante de la iglesia que buscaba donaciones. Stayner afirmó más tarde que Murphy le preguntó si su madre estaría dispuesta a donar algún artículo a la iglesia. Cuando el niño respondió que lo haría, Murphy le preguntó a Stayner dónde vivía y si estaría dispuesto a llevar a Murphy a su casa.

    Después de que Stayner accedió, se detuvo un Buick blanco conducido por Parnell, y Stayner se subió voluntariamente al auto con Murphy. Parnell luego llevó a un confundido Stayner a su cabaña en el cercano Catheys Valley . Sin que Stayner lo supiera, la cabaña de Parnell estaba ubicada a solo varios cientos de pies de la residencia de su abuelo materno.

    Parnell abusó sexualmente de Stayner la primera noche en la cabaña. Parnell comenzó a violar a Stayner trece días después, el 17 de diciembre de 1972. ante el juez se jacto de haber violado al Stayner en mas de 1000 ocasiones 1000 algo horrible
    Después de decirle a Parnell que quería irse a casa muchas veces durante esa primera semana, Parnell le dijo a Stayner que se le había otorgado la custodia legal del niño porque sus padres no podían permitirse tantos hijos y ya no lo querían.

    Parnell comenzó a llamar al niño Dennis Gregory Parnell, conservando el segundo nombre real de Stayner y su fecha de nacimiento real cuando lo inscribió en varias escuelas durante los siguientes años. Parnell se hizo pasar por el padre de Stayner, y los dos se mudaron con frecuencia por California, viviendo en lugares como Santa Rosa y Comptche . Parnell permitió que Stayner comenzara a beber a una edad temprana y que entrara y saliera prácticamente a su antojo. Parnell también había saltado de un trabajo de baja categoría a otro, parte de su trabajo requería viajar y dejar a Stayner sin vigilancia, lo que provocó que un Stayner adulto comentara que fácilmente podría haber usado estas ausencias como oportunidades para huir, pero no sabía cómo pedir ayuda.

    Uno de los pocos aspectos positivos de la vida de Stayner con Parnell fue el perro que recibió como regalo de él, un Manchester Terrier al que llamó Queenie. Este perro le había sido dado a Parnell por su madre, quien no estaba al tanto de la existencia de Stayner durante el período en que vivía con Parnell.

    Durante un período de dieciocho meses, una mujer llamada Barbara Mathias vivió con Parnell y Stayner. Según Stayner, Mathias, junto con Parnell, lo violaron en nueve ocasiones distintas a la edad de nueve años. En 1975, siguiendo las instrucciones de Parnell, Mathias trató de atraer a otro niño, que estaba en el Club de Niños de Santa Rosa con Stayner, al auto de Parnell. El intento no tuvo éxito. Mathias afirmó más tarde no haber sabido por completo que «Dennis», de hecho, había sido secuestrado.

    Escape
    Cuando Stayner entró en la pubertad , Parnell comenzó a buscar un niño más pequeño para secuestrar. Parnell había utilizado a Stayner para intentar secuestrar niños en ocasiones anteriores. Sin embargo, todos los intentos de secuestro fueron infructuosos. Esto hizo que Parnell creyera que Stayner carecía de los medios para ser cómplice ; Stayner reveló más tarde que saboteó intencionalmente estos secuestros fallidos. El 14 de febrero de 1980, Parnell y un amigo adolescente de Stayner llamado Randall Sean Poorman secuestraron a Timothy White, de cinco años, en Ukiah . Motivado en parte por la angustia del niño, Stayner decidió devolverlo a sus padres.

    El 1 de marzo de 1980, mientras Parnell estaba ausente en su trabajo de seguridad nocturno, Stayner se fue con White e hizo autostop a Ukiah. Incapaz de localizar la dirección de la casa de White, decidió que White entrara a la estación de policía para pedir ayuda, sin él. Los agentes de policía los vieron y los detuvieron a ambos. Stayner identificó inmediatamente a White y luego reveló su propia identidad e historia verdaderas.

    Al amanecer del 2 de marzo de 1980, Parnell había sido arrestado bajo sospecha de secuestrar a ambos niños. Cuando la policía investigó sus antecedentes, encontraron una condena previa por sodomía de 1951. Ambos niños se reunieron con sus familias ese día. En 1981, Parnell fue juzgado y condenado por secuestrar a White y Stayner en dos juicios separados. Fue sentenciado a siete años, pero fue puesto en libertad condicional después de cumplir cinco.

    Parnell no fue acusado de las numerosas agresiones sexuales contra Stayner y otros niños porque la mayoría de ellas ocurrieron fuera de la jurisdicción del fiscal del condado de Merced o estaban fuera del plazo de prescripción . Los fiscales del condado de Mendocino , actuando casi completamente solos, decidieron no procesar a Parnell por las agresiones sexuales que ocurrieron en su jurisdicción.

    Murphy y Poorman, que habían ayudado a secuestrar a White, fueron condenados por cargos menores. Ambos afirmaron que no sabían nada de las agresiones sexuales a Stayner. Mathias nunca fue arrestado. Stayner recordó la amabilidad que el «tío» Murphy le había mostrado en su primera semana de cautiverio mientras ambos estaban bajo la influencia de la manipulación de Parnell, y creía que Murphy era tan víctima de Parnell como él y Timmy. El secuestro de Stayner y sus secuelas llevaron a los legisladores de California a cambiar las leyes estatales «para permitir sentencias de prisión consecutivas en casos de secuestro similares».

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