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Pau Gasol: claves neurocientíficas de su éxito

Existe una necesidad imperiosa de implantar programas sistemáticos, personalizados y completos de entrenamiento mental mediante neurociencia y psicología que apenas unos pocos visionarios en nuestro deporte son capaces de percibir, debido al desconocimiento existente en clubes y deportistas sobre los avances del cerebro

Mikel Alonso
Mikel Alonso
Doctor en neurociencia aplicada al comportamiento y a las emociones. CEO de Brain Data Company (Brain Data Sports) y autor del libro 'El Poder del Neuromarketing: que la fuerza te emocione'
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análisis

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Me encontraba ayer 5 de octubre en plena entrevista en la Televisión Balear IB3, hablando sobre la aplicación de la neurociencia para investigar el comportamiento del consumidor, cuando la presentadora del programa 5 dies interrumpió súbitamente la misma.  La razón fue una noticia de gran impacto: Pau Gasol abandonaba el baloncesto profesional. El reportaje viró hacia la otra gran área en la que lucho por transferir los conocimientos que hemos descubierto investigando en la Universidad, a la empresa y a la sociedad: la aplicación de los descubrimientos sobre el cerebro en el rendimiento de los deportistas de élite.

La segunda noticia impactante de ayer se publicaba en los diarios generalistas por la noche: unos investigadores de la Universidad California San Francisco habían desarrollado y probado con éxito en una paciente con depresión aguda un implante capaz de bloquear la actividad cerebral relacionada con la depresión, y activar una pequeñísima carga eléctrica que elimina los síntomas de la enfermedad. Lo más impresionante es que, al ser todos los cerebros del mundo diferentes, previamente realizan un patrón cerebral individual para reconocer las pautas de los pensamientos depresivos en la persona, para personalizar el tratamiento eléctrico. Somos efectivamente energía, y en el caso concreto de nuestros pensamientos, eléctrica.

Nuestro cerebro tiene un sistema de funcionamiento mediante corriente dorsal y otro mediante ventral. Cada uno de ellos tiene características distintas.

El sistema dorsal se ejecuta de forma lenta, requiere esfuerzo mental y consciencia. Las tareas se realizan de forma secuencial, por ello es flexible y versátil. Un ejemplo sería cuando aprendemos a conducir, y estamos atentos de todos los estímulos externos y de nuestras acciones. O también leer letra a letra.

El sistema ventral es rápido y automático. Las acciones se ejecutan de forma paralela, pero es rígido y estándar. Consiste en un número determinado de tareas que podemos realizar de forma inconsciente. Un ejemplo sería cuando llevamos ya años conduciendo y lo hacemos sin prestar casi atención a las tareas, o la forma que tenemos de leer cuando somos adultos, que es una lectura automática (si tuviésemos que leer una palabra cuyas letras están escritas de derecha a izquierda, ya no funcionaría este sistema, y tendríamos que utilizar el lento y versátil, el dorsal).

El aprendizaje consiste en un proceso de transferencia de un sistema a otro, liberar al sistema dorsal para automatizar una tarea y que la atención y esfuerzo mental se dediquen a otros procesos.

Existen distintas teorías sobre cuánto tiempo debe dedicar un deportista para convertirse en un experto, y automatizar los mecanismos cerebrales relacionados con la práctica de un deporte, de forma que su cerebro los realice de forma inconsciente. La más extendida es la ley de las 10000 horas (necesarias para conseguirlo). Lo que sí está claro es que este sistema ventral es el responsable de la precisión en el desempeño de los deportistas.

Nuestro cerebro, formado por 86000 millones de neuronas, consume una gran energía (nutrientes y oxígeno) para su funcionamiento. Por ello, aunque lo utilizamos al completo al contrario del mito extendido de su infrautilización, solo utilizamos a la vez un porcentaje reducido, estimado por algunas investigaciones en el 2%, unos 1700 millones de neuronas. Un estímulo (pensamiento o emoción fuerte) activas zonas del cerebro de redes emocionales y a la par desactiva otras responsables de tomar buenas decisiones, trabajo en equipo, enfoque al logro, motivación… Al tener menos recursos cerebrales disponibles por la utilización de zonas relacionadas con emociones intensas, algunas habilidades se desconectan.

Podemos ver un claro ejemplo de esta situación en los penalties fallados por futbolistas en las grandes ocasiones. La lista de mitos que erraron en esos momentos es interminable. Lo que ocurre es que, en esas situaciones, su experto cerebro en el arte del balón utilizaría el sistema automático para introducir el esférico en la red lejos del portero sin problema, pero una gran activación emocional de zonas específicas del cerebro deja sin recursos por la limitación del 2% a otras, como pueden ser las del circuito ventral. Por ello, se convierten en personas “normales” como usted o yo, pensando en qué parte del pie sería la apropiada para sacudir la pelota, eliminando al experto mecanismo inconsciente de la ecuación.

Hace 40 años la figura del preparador físico en los equipos y deportistas de élite era poco habitual, y destinada a casos puntuales en los que algunos jugadores tenían problemas para coger la forma. En la actualidad esta situación sería impensable. Cuando hablamos del entrenamiento mental, nos encontramos en la situación de hace 40 años. Los ejemplos de deportistas de élite que tienen que parar o alejarse de su actividad o que tienen grandes altibajos en su rendimiento se acumulan y crecen exponencialmente. Aún así, los grandes equipos y deportistas individuales insisten en dar una importancia mínima y puntual al entrenamiento mental. La aplicación de descubrimientos neurocientíficos y psicológicos, a su disposición desde hace años, potenciarían de forma significativa su rendimiento.

La neurociencia aporta información indispensable para, como en el ejemplo de la investigación de la UCSF, determinar el patrón individual de cada deportista, y así poder aplicar un sistema de entrenamiento mental personalizado, que ayude a alcanzar el máximo en rendimiento deportivo y, por supuesto, en bienestar personal, aspectos íntimamente ligados.

Existe una necesidad imperiosa de implantar programas sistemáticos, personalizados y completos de entrenamiento mental mediante neurociencia y psicología que apenas unos pocos visionarios en nuestro deporte son capaces de percibir, debido al desconocimiento existente en clubes y deportistas sobre los avances del cerebro. Esta última afirmación la realizo con conocimiento de causa, después de un importante número de reuniones con grandes protagonistas y decisores a nivel nacional.

Algunos de nuestros grandes deportistas, como es el caso de Pau Gasol, sacaron lo máximo de sí mismos mediante una gran fortaleza mental, que sin duda trabajaron duramente desde su entorno íntimo. Otro ejemplo sería el trabajo del gran Toni Nadal con su sobrino Rafa Nadal.

¿Hasta cuándo seguiremos perdiendo grandes deportistas por el déficit de aplicación de conocimiento neurocientífico ya existente en programas de entrenamiento mental?

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