Patxi Andión, el compromiso necesario de la resistencia

Un accidente de coche le ha costado la vida al cantautor madrileño, de 72 años, que acababa de publicar nuevo disco.

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Patxi Andión no entendía la canción si no era para luchar, del mismo modo que no veía la guitarra como un instrumento, sino como un arma. Fue uno de los cantautores de referencia de la Transición, tanto en la reivindicación política como en el retrato social. Pero aunque muchos le perdieran la pista, este madrileño de alma vasca nunca dejó de trabajar. De hecho, hace solo unos meses lanzaba su último trabajo de estudio, La hora lobicán, que se disponía a promocionar con una nueva gira. Hasta que un accidente de carretera se ha llevado su vida esta mañana, a los 72 años.

Patxi Joseba Andión González nació en Madrid el 6 de octubre de 1947, aunque pasó su infancia y parte de su juventud en el País Vasco, tierra originaria de sus padres. De hecho, cuando inició su carrera como compositor e intérprete a finales de los sesenta, dejó constancia de su pasión por la tierra y el mar vascos en un puñado de grandes canciones, alguna, incluso, grabada en euskera.

Su colaboración con diversos grupos antifranquistas -entre ellos el FRAP- le llevaron a tener que exiliarse en París, experiencia que marcó de modo patente su estilo musical. Aquellas inquietudes artísticas cristalizaron finalmente con la publicación del álbum Retratos, en 1969.

La década de los setenta fue la más popular de su carrera, combinando grabaciones discográficas con rodajes cinematográficos. Su estilo resultaba tan tosco y directo como su imponente presencia física, con una voz ronca que igual recitaba raspando versos que gritaba sobre las notas de guitarra las palabras que muchos se resistían a escuchar. No le importaba repetir un palabra para cuadrar una rima o que la afinación no resultase impecable: si la canción transmitía con emoción el mensaje, había cumplido su cometido. La Jacinta, Rogelio, Samaritana, Manuela, El maestro o su gran éxito, Una dos y tres, son algunas de sus creaciones imprescindibles.

“En los 80 intentaron reciclarlo en una suerte de Perales ‘desalmibarado’ y él desafió a los ejecutivos con canciones de un feminismo salvaje, como “Si yo fuera mujer”

Su férreo compromiso político y social, así como su brutal sinceridad emocional, siempre a herida abierta, le llevaron a zozobrar con la llegada de la democracia. En aquellos primeros años la industria quiso aprovechar la popularidad mediática de Patxi tras su boda con la miss universo Amparo Muñoz para reciclar al artista combativo en una suerte de baladista de pelo en pecho; una suerte de Perales ‘desalmibarado’ –llegaron a ‘apañarle’ una grabación con Mocedades– que desafiaba a los ejecutivos con canciones de un feminismo salvaje como Si yo fuera mujer. No le faltó ni un musical, Evita, en el que, eso sí, dio vida al Che Guevara.

La incoherencia de la nueva escena musical con sus principios artísticos llevaron entonces a Patxi Andión a alejarse de la escena pública para centrarse en la enseñanza universitaria y en la elaboración de varias novelas y poemarios. Hasta que en 2010 decidió volver a grabar, alumbrando el exquisito, sobrio y elegante Porvenir (2010), al que ha seguido -tras un lanzamiento en directo- La hora lobicán, publicado el pasado octubre, y con el que celebraba sus 50 años en la música.

En estos dos últimos trabajos Patxi Andión dejaba de combatir las injusticias de la calle para adentrarse en las luchas del corazón y del alma con una sensibilidad extrema, aunque en sus conciertos seguía disfrutando uniendo su voz a la de un público que no había olvidado la necesidad y urgencia de muchos de sus himnos combativos imprescindibles.

La A-15, en el kilómetro 59, a su paso por Cubo de Solana, en la provincia de Soria, nos ha privado de ver a Patxi Andión en la nueva gira que arrancaba a finales de noviembre en la sala Galileo Galilei de Madrid. Perdurarán para siempre sus canciones, esas con las que siempre dijo lo que sentía que debía ser proclamado y denunciado, sin preocuparse por los réditos ni por las consecuencias. Por eso es de desear que su compromiso artístico y social tampoco caigan en el olvido.

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