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Patrimonio, educación y política

Juan Ruiz Valle
Juan Ruiz Valle
Ha escrito diversos artículos sobre Didáctica de la Historia en la UNED y en la publicación Hespérides, así como sobre andalucismo histórico y actual en los Diarios Córdoba, El Día y Diario 16. Sus investigaciones se desarrollan en la temática de la tierra en el siglo XVIII, campo en el que ha publicado trabajos en el II Congreso de Historia de Andalucía y en las revistas de investigación y culturales Ariadna, Saxoferreo y Cazarreyes. También ha prologado obras sobre historia local y la prensa conservadora en la II
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análisis

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Andalucía se caracteriza por ser un territorio geográfico donde se acumula un inmenso Patrimonio Cultural que, en estos días, se intenta recuperar en muchas ciudades andaluzas mediante figuras de protección como la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC). 

El interés actual puede que esté  motivado por la búsqueda en el pasado de soluciones a un presente incierto, o por la demanda de entornos bellos que nos alejen de lo cotidiano o, en última instancia, por la búsqueda de recursos económicos que potencien el desarrollo local.

Pero ahora convendría definir de nuevo esa palabra compleja y polisémica que denominamos Patrimonio. El concepto Patrimonio (Cultural) alude al conjunto de obras o restos, materiales o no, que por sus valores históricos, estéticos, simbólicos, técnicos o etnográficos sirven para definir y dar contenido propio a una sociedad en su dimensión actual o en su devenir histórico.  

Por tanto, recuperar y conservar, investigar y difundir, proteger y defender son objetivos prioritarios para conservar nuestra memoria y encontrar nuestra personalidad e identidad como individuos y ciudadanos.

Sin embargo, el propio concepto ha ido variando con el tiempo y continuará modificándose. Porque no es un concepto cerrado, sino todo lo contrario. Prueba de  ello es que hasta hace pocos años, por ejemplo, únicamente se consideraba patrimonio las muestras monumentales, testimonio del poder de los grupos hegemónicos de otras épocas: murallas, alcazabas, conventos o palacios.

 Pero igualmente hoy  son dignos de recuperación modestos edificios, muy sencillos pero muy significativos por su importancia como documento todavía “vivo”: los restos del Patrimonio Industrial, diversos y  humildes objetos o instrumentos cotidianos que merecían ser considerado- como también un paisaje urbano bien conservado- importantes elementos de patrimonio.  

Podríamos decir que la progresiva democratización de las sociedades occidentales y el desarrollo de la cultura de masas han traído consigo una, también progresiva, democratización del concepto “Patrimonio”, que impone nuevos horizontes en los que el factor de comprensibilidad, es decir educativo y didáctico, gana un protagonismo total.

Teniendo en cuenta también que, en el diseño tradicional educativo, se adjudicaba al patrimonio un papel accesorio y a veces decorativo, cuando no unas definidas funciones ideológicas. 

Sin embargo no se trata de soslayar la presentación de hitos testimoniales de la historia. Se trata de avanzar hacia criterios más abarcadores de la realidad histórica, criterios que apunten, desde el análisis del patrimonio, al mismo tipo de informaciones que ya se  suministran, desde otras fuentes del pensamiento, dentro de los mismos contenidos, y que desarrollan capacidades cognitivas y sus correspondientes competencias social y ciudadana, cultural-artística y del conocimiento e interacción con el medio físico : vida cotidiana, cambio tecnológico, condiciones de trabajo entre otros.  

Porque, en definitiva, intervenir en los más diversos espacios de presentación del patrimonio es una de las áreas de proyección natural de la cultura que debe hacer llegar sus contenidos y propuestas al máximo número de usuarios. 

Y además, se precisa en el “Diseño Universal parar el Aprendizaje”, que aparece en la última reforma del sistema educativo, “la necesidad de proporcionar múltiples medios de representación, de acción y expresión y de formas de implicación en la información  que se le presenta” y que “garantice una educación inclusiva de calidad y de promoción de oportunidades de aprendizaje para todos”.

Por otra parte, hablamos ahora de gobernanza local como un concepto muy moderno e innovador que propicia unos activos de riqueza relacionado con el desarrollo de “industrias” culturales que emergen en las sociedades postindustriales vinculadas al ocio y al turismo cultural, pero que banalizan mensajes sobre el patrimonio.

 Y asimismo, suavizan su posible potencialidad crítica y educativa, reducen por degradación nuestra propia identidad histórica andaluza y favorecen, en algunos casos, comportamientos o “desmanes” que no tienen nada que ver con aquellos trabajos en común, fruto de una gobernanza estructurada y organizada por siglos de experiencia. 

Son necesarias y fundamentales, por tanto, adoptar actuaciones políticas  de carácter global y también dotarse  de órganos de gestión cualificados que coordinen y aseguren una eficaz y correcta intervención sobre los bienes culturales. Asimismo son urgentes acciones-desde la sensibilidad y voluntad política  de las distintas Administraciones públicas- que generen Planes Especiales de Protección, catálogos actualizados, clasificados y fundamentados jurídicamente, que faciliten la aprobación de Inventarios y Ordenanzas.

Se trataría, en definitiva, de tomar conciencia ante una cuestión que a todos nos afecta: nuestro legado cultural es una de nuestras riquezas, y el Patrimonio Cultural ocupa un lugar significativo en nuestra sociedad como Memoria Histórica Democrática que a todos nos es común y cohesiona socialmente; desarrolla “conciencia de pertenencia y de diferenciación a la vez”; y además es un elemento imprescindible para una comprensión correcta de nuestro presente, especialmente para la educación de los jóvenes.  De creer que el Patrimonio Cultural, la propia Historia, sirvan para entender, por lo menos, el funcionamiento de las sociedades humanas a lo largo del tiempo y  en términos de grandes cuestiones. No solo pensando de dónde venimos o por qué somos como somos, por ejemplo en Andalucía, sino comprendiendo qué pasa en cada  momento, cómo piensa la gente, y cuáles son los fenómenos políticos, económicos y culturales que se desarrollan.   

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