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De parodias y fake news

Alberto Vila
Alberto Vila
Analista político, experto en comunicación institucional y economista
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análisis

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Parodia proviene del latín “parodia”, aunque tiene su origen más remoto en la lengua griega. Tiene su origen etimológico en el griego παρώδïα. Está conformado por tres partes: el prefijo “para”, que puede traducirse como “junto a”; el vocablo “oide”, que es un sinónimo de “canción” y, por último, el sufijo “ia”, que es equivalente a “cualidad”. Con el significado de “lo que está en contra de un canto”, designaba en la antigua Grecia, a aquellos poemas que tenían por objetivo ser una burla o una crítica con sarcasmo de la poesía épica y su contenido heroico, siendo Hegemón de Tasos, aparentemente, el padre del género. Se trata de una imitación burlesca, entonces, porque trata de caricaturizar a una persona o a un cierto asunto. Rebaja al modelo en lo que éste tiene o pretende tener de valioso o meritorio, creando así una versión risible de lo que se supone serio y elevado.

Por ejemplo, por la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de la ONU, que España ha ratificado y por tanto debe cumplir, existe una ley que obliga a alcanzar la accesibilidad universal a partir del 4 de diciembre de 2017. Los discapacitados deberían demandar a este gobierno en todos y cada uno de los casos en los que no puedan acceder o sufran lesiones por los accidentes derivados de su incumplimiento. Porque legislar sin contenido formal práctico debería tener consecuencias. Lo contrario sería una burla y la Justicia que atiende a los grupos ultraderechistas, avanzadillas del gobierno, debería cumplir su función con equidad y proporcionalidad en todos los casos, ¿no es cierto?

La parodia existe en todos los géneros, incluyendo la literatura, la música, el cine, la televisión y las revistas de humor satírico. Un acontecimiento político, social o cultural puede ser asimismo parodiado. La parodia es la recreación de un personaje o un hecho, empleando recursos irónicos para emitir una opinión generalmente transgresora sobre la persona o el acontecimiento parodiado. La literatura está repleta de obras que “parodian” la sociedad en la que se desarrolla su contenido. El Quijote es un caso. Otro moderno son “Los Simpsons”, programa televisivo caracterizado por la presentación de parodias de todo tipo. La película paródica de Kubrick, con Peter Sellers, “Telefono Rojo ¿volamos hacia Moscú?” de 1969, conspiranoias aparte, sería perfecta para entender la peligrosamente autoritaria estrategia de seguridad nacional por la que el Gobierno del PP incluya a partir de ahora un apartado para hacer frente a las  “fake news”.  

Convengamos que la lista de campañas cimentadas sobre informaciones dudosas, o postverdad, que han sido creadas por el PP, e impulsadas por sus principales dirigentes siguiendo los argumentarios, es numerosa. Algunas se han alentado desde las llamadas “Cloacas del Estado”. El método quedó evidenciado en las grabaciones de la charla que trascendió, entre el exministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, muy próximo al presidente del Gobierno Marino Rajoy, y el responsable de la agencia Antifraude de Catalunya, Daniel de Alfonso. El diario Público, dejó a las claras que Fernández Díaz y De Alfonso no solo planeaban juntos la fabricación de informes sobre adversarios políticos del entorno independentista utilizando a la Fiscalía, sino que llegaron a repasan nombres de periodistas a los que filtrarles esa mercancía.

¿Esta gente no se burla de las instituciones judiciales y de la ética democrática cuando actúan así? Pareciera que parodian lo que debe ser el respeto a los ciudadanos y dejan literalmente indefensas a las personas frente a estas prácticas. El escándalo se solventó sin que ni el Partido Popular ni el Gobierno, del que formó parte Fernández Díaz hasta el último día de la pasada legislatura, se retractasen sobre aquella persecución a dirigentes de Esquerra y Convergència Democràtica de Catalunya.

Lejos de considerar esto como fake news, el PP ha actuado en todos estos años de amplificador de esos atestados apócrifos. Hace solo unas semanas, citó en el Senado en una comisión que ha impulsado en solitario para investigar la financiación del resto de los partidos al director de Ok Diario, Eduardo Inda, pese a existir unas sentencias en contra, sobre el informe PISA, otra investigación sin firma sobre Podemos que, como sabemos, ha sido desechada en todos los tribunales donde se presentó. Cualquiera puede comprobar el nivel de parodia de esas sesiones en los numerosos videos que así lo atestigua.

Como vemos, la parodia de las “Fake News”, es una técnica habitual de este Gobierno. Pero, actuando como si nada y merced a la norma sobre la seguridad nacional, M. Rajoy pretende citar a editores de prensa en la comisión de Defensa del Congreso. Dicho sea de paso, órgano que con mayoría del PP se resiste a informar sobre las ventas de armas a los saudíes, para que la desinformación no contamine procesos electorales, especialmente en Catalunya . Todo, a propósito de unas supuestas injerencias rusas en forma de tuits o noticias sin contrastar que según algunos diarios tendrían detrás al Kremlin. Nadie del Gobierno ha explicado aún en qué consistieron exactamente esos presuntos ataques ni su influencia real sobre el apoyo al independentismo en Catalunya pero el asunto ha llegado ya al Consejo de Ministros. ¿Es o no una parodia, como aquella en la que los humoristas rusos metieron a nuestra ministra de defensa en una parodia de lo que debe ser el desempeño de un cargo ministerial de ese nivel?

Los mismos dirigentes que airearon teorías conspiranoicas en el 11-M y financiaron a los medios que las amplificaron, los cuadros que culparon a policías, jueces y fiscales de orquestar campañas contra el PP en el caso Gürtel, el Gobierno que fabricó informes desde las cloacas del Estado contra sus rivales políticos, colocan ahora a las fake news como prioridad. Como proclamar el fin de la crisis, la resolución de los problemas del paro, mientras la pobreza y la precariedad se extienden.

Una curiosidad: el organismo que aprobó el PP en su Congreso de febrero para fiscalizar a sus cargos y prevenir la corrupción sigue sin estar plenamente operativo. Casi diez meses después de que ese partido diera a conocer que impulsaría la “Oficina del cargo popular”. En concreto, sus integrantes siguen sin tener un reglamento que les permita investigar a cargos orgánicos y públicos del partido.

¿Cuándo escuchamos las declaraciones triunfalistas, hablamos también de parodia? ¿Hacia quienes?

 

No dejes que se burlen. Actúa.

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