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Papel de fumar

La provocación

Francisco Silvera
Francisco Silverahttp://www.quenosenada.blogspot.com.es
Escritor y profesor, licenciado en Filosofía por la Universidad de Sevilla y Doctor por la Universidad de Valladolid. He sido gestor cultural, lógicamente frustrado, y soy profesor funcionario de Enseñanza Secundaria, de Filosofía, hasta donde lo permitan los gobiernos actuales.
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análisis

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Hace tiempo que me pregunto por qué no se reedita el primer LP de Los Ilegales. Me encantaba y me encanta todavía su rabia juvenil de desprecio por lo establecido, no importaban aquellos rumores de que Jorge “Ilegal” era en realidad un pijo del Norte con una colección impresionante de guitarras y un palacio… ni siquiera sé si es verdad ni lo voy a comprobar. Cuando yo oía aquello de “Hippies, no me gustan los hippies; hay una cosa que se llama jabón, mata los piojos y te quita el olor”, o peor “Nazis, simpáticos los nazis; en la noche alemana los judíos tiemblan”… jamás percibí aquello como una provocación contra el hippismo ni de carácter neonazi, sino como algo parecido a la ténebre moda “afterpunk”, a veces con resonancias a lo Boss y sus uniformes SS de cuero… era sólo una postura de rebelión.

La provocación forma parte del Arte. Adelanto, no estoy defendiendo a nadie, ni siquiera nombro a quien están esperando porque no creo que lo merezca. A mí lo que me preocupa es el deslizamiento hacia la opresión que nuestra sociedad justifica con tanta naturalidad. Ser tolerante es aguantar lo que no te gusta. Las palabras no matan ni provocan para matar salvo a un idiota que espera autojustificarse su maldad. Hay que tener un enorme cuidado con la propuesta de que la Libertad de Expresión no sea absoluta: para empezar no lo es, les recuerdo que existe en España, por ejemplo, una protección especial a las creencias religiosas que no es apropiada en un sistema democrático, porque es dar carta de naturalidad a una creencia irracional que puede ser una opción personal pero jamás condicionar la vida de los otros.

Crear legislación para generar seguridad no es de buen gobernante. No es necesario legislar sobre qué se debe decir, expresar, pensar o saber… Uno puede sentir simpatía por el nazismo, yo no regularía ni siquiera eso, pero si en público se profiriera la negación de algún crimen sabiendo que genera un daño y esto es denunciado: lo penaría. Lo que se debe promover es la responsabilidad de calcular las consecuencias de lo que se expresa, no sea que al final estemos regulando el gusto o las incomodidades de algunos, todo debe ser analizable, revisable, lo que se debe condenar es la afirmación dañina y gratuita sin justificación.

Buena parte de la discografía de aquellos cacareados años 80 hoy resultaría incómoda si se la pensara, recuerdo esa ambiciosa maravilla de “Tesis-Antítesis: Síntesis” del Aviador DRO, pleno de revoluciones imposibles y violencia verbal: “Borraremos tu sonrisa a martillazos”, decían. Dos discos, uno pleno de melodías tecno con sus fantasías de ciencia ficción, el otro repleto de sonidos industriales y arengas anarco-noséqué plasmadas en un libreto de estética entre sovietizante y neofascista, siempre tan cercanas, que yo adorné en mi copia con un collage donde había billetes y un cristo del revés…

No sé si era costumbre de Julián Hernández cazar chochos voladores, arrascarse huevos picajosos, saludar al homosexual al que no le iba mal o matar hippies en Las Cíes (yo era un punk de mente demente, de ahí que comprendiera la pantomima de rechazar a mis adorados Pink Floyd), la cosa es que tuve la oportunidad de pasar con él, sentados a una mesa, una tarde de niños jugando en una plaza valenciana, y mientras la gente que paseaba se paraba a saludarlo y él respondía amablemente y cortés, la conversación me mostró a un hombre afable, inteligente, sumamente culto y un músico capaz de componer piezas de tradición clásica, no a un peligroso promotor de la violencia.

¿Qué quedaría en el Arte si la ofensa fuera tan frágil o la cadena causa efecto entre la provocación y el acto tan evidente? ¿Podría haberse publicado A sangre fría de Capote? El 99% de cine mundial yacería bajo una losa por ofensivo o incitador. El ofendido, respecto de la Libertad de Expresión no puede tener la palabra ni la decisión. Sólo el agredido y una sentencia pueden limitar, mientras tanto si a usted le molesta lo que ve u oye, dígalo, expréselo, tiene la posibilidad de hacerlo, pero no imponga su criterio, porque es curioso que lo propio siempre nos parece digno y “normal”… pero no estamos aún en una dictadura. Y a usted, intelectual, defienda la integridad y la coherencia pero no juzgue y, por contra, reflexione sobre si estamos o no en la posición correcta al admitir un control por suave que sea, lo mismo somos una sociedad más reaccionaria de lo que pensamos.

Ya lo dijo Jorge Martínez bien clarito en RTVE: “Si no te gusta mi careto: ¡Cambia de canal!”.

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