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Pantomima

Vicente Mateos Sainz de Medrano
Vicente Mateos Sainz de Medrano
Periodista y Doctor en Teoría de la Comunicación de Masas.
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análisis

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El cruce de amenazas entre Putin y Biden a cuenta de la atónita Ucrania, me recuerda las paleas del barrio de San Blas donde me crie, en Madrid, en las que la sangre nunca llegaba al río pues las bravatas, cada vez más subidas de tono, solo eran humo porque el enfrentamiento a golpes daba miedo a ambas partes. Y porque, en el fondo, el objetivo de la bronca era el de marcar territorio que siempre viene bien para mantener prietas las filas, y opacar las críticas internas que ponían en duda la capacidad del jefe.

Esa es la razón de fondo que anima esta pantomima que las administraciones norteamericana y rusa han puesto en la palestra pública, sin que haya pasado nada nuevo en la correlación de fuerzas entre ambos bloques en Europa que justifique este conflicto exacerbado. Pugna verbal que los medios de comunicación estimulan con titulares alarmistas que hablan de una posible guerra convirtiendo en espectáculo visual e informativo una pugna verbal, que no ofrece todos los días noticias nuevas, de fuste, salvo las ya conocidas del despliegue militar de fuerzas rusas – cien mil soldados desde hace casi dos meses – en la frontera este de Ucrania con Rusia; a la que Estados Unidos, replica con el envío anunciado de ocho mil soldados, acompañados de algunos barcos y aviones de combate de los países de la OTAN, y de armamento a Ucranía (que ya recibía desde hace años). 

Pelea de gallos que opaca las preguntas obvias: ¿Por qué ahora? ¿A quién beneficia? La respuesta es evidente: los dos actores principales, Biden y Putin, necesitan de un conflicto artificioso, un enemigo exterior, para remontar la caída en picado del apoyo popular en sus países. Biden acosado por haber perdido, en solo un año de mandato, la mayor parte del crédito público que le llevó a la Casablanca, sin haber puesto en marcha ninguna de sus propuestas sociales, mientras Thrump le sigue, poco a poco, comiendo la tostada. En tanto que Putin, consigue que quede en un segundo plano la represión de la oposición a su régimen dictatorial, que no para de crecer a dos años de las próximas elecciones presidenciales.

Razones que no están en el primer plano de los medios, como tampoco la moderación necesaria para contar un problema que está latente desde hace décadas. Tiempo que requiere de nuevas reglas del juego entre ambos bloques sin necesidad de una guerra en Europa, que no pinta nada por mucho que Macron y Boris Jhonson (también en caída libre en apoyo popular) levanten la cabeza. Bravatas de barrio que no derivarán en una guerra, pues es demasiado lo que está en juego para echarlo a rodar por salvar el trasero de unos dirigentes a la baja. ¿Por qué los medios azuzan el miedo?

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