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Pandemia

David Almorza Gomar
David Almorza Gomar
Profesor Titular de Universidad de la Universidad de Cádiz, en el Departamento de Estadística e Investigación Operativa, adscrito a la Facultad de Ciencias del Trabajo. Ha sido Vicerrector de Alumnos de la Universidad de Cádiz (desde el año 2003 hasta el 2013) y Vicerrector de Responsabilidad Social y Servicios Universitarios de la Universidad de Cádiz (desde 2013 hasta 2015). Durante estos doce años, ininterrumpidamente, ha tenido entre sus competencias el Área de Deportes de la Universidad de Cádiz. Ha promovido la creación del Aula Universitaria de Fútbol de la Universidad de Cádiz, y en estos momentos ocupa el cargo de Director del Aula de Fútbol. Tiene el título de Entrenador Nacional de Fútbol con Licencia UEFA-PRO. Ha entrenado en las categorías Infantil y Cadete del Cádiz C.F. desde el año 2010 hasta la actualidad. Además, en el Cádiz C.F. ocupa el cargo de Coordinador de Delegados y Auxiliares de Fútbol Base desde el año 2014.
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análisis

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Cuando una enfermedad epidémica se extiende a muchos países, se define como pandemia. En el primer cuarto del siglo XXI comenzó a extenderse la pandemia conocida como Coronavirus. El médico investigador Boris Pérez estaba siendo entrevistado y le preguntaron sobre el tema. “Si hay algo que destacar de aquello es que puso en evidencia el caos organizativo entre los gobiernos. No fue tanto la mala gestión como la disparidad de criterios que hubo desde el inicio. Las medidas que se adoptaron eran incompletas, y por eso propiciaron la extensión del virus”.

Boris explicó que el cierre de las Universidades en Madrid, por ejemplo, evitó el contagio entre estudiantes durante las clases. Sin embargo el origen de un alto porcentaje del estudiantado, en situación de contagio o no, estaba en otras provincias, y regresaron a sus casas durante el cierre dando lugar a la extensión de la crisis. Nadie les recomendó no hacerlo si no se encontraban bien, y nadie les facilitó la realización de alguna prueba médica y alternativas de tratamiento para evitar que infectaran a sus familiares. Con las demás Universidades ocurrió algo similar.

Lo mismo pasó, continuaba Boris, con la medida sobre los colegios. Los niños y las niñas eran portadores del virus aunque apenas padecían la enfermedad. Con los padres y las madres trabajando, la solución fue dejarles en casa con los abuelos y las abuelas, que además constituían un grupo de alto riesgo. La medida del cierre de los colegios debió de ir acompañada de otras medidas que no fueran solo informativas, que tampoco las hubo, sino de conciliación de la vida laboral con una pandemia. Con los viajes del Imserso suprimidos, los abuelos no pudieron huir.

La ausencia de protocolos comunes de carácter internacional se hizo evidente. “Si algo positivo se sacó de todo aquello”, concluía Boris, “fue poner en evidencia una carencia tan importante como esta”. Los asuntos que afecten a la salud de las personas, y también los que afecten a su educación, no deberían responder a diferencias de signo político sino a un planteamiento globalizado.

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