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Palomas asesinadas

"La luna es una explosión, que funde todo el clamor...". Víctor Jara.

Al-Hakam Morilla Rodríguez
Al-Hakam Morilla Rodríguez
Coordinador de Liberación Andaluza.
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análisis

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Por miles, a millares caminan hacia los sombríos campos de la muerte. Solos. Sin poder despedirse de sus seres queridos. Sin tratamiento médico adecuado. En hospitales y en su casa agonizantes, viendo a indignos politicastros y a sus ‘periodistas’ de cámara maquillar las estadísticas de un letal patógeno invisible. Por no alarmar, dicen. Por nuestro bien.

Por miles, a millares caminan hacia el postrer crepúsculo. Y su miserable presidente, su consejero de salud o el ministro de turno no controlan el negocio de las mascarillas de protección. Protegen a los beneficiados de la orden negra de la usura. Y los sanitarios mueren expuestos, abandonados a su suerte. Gajes del oficio. No alarmad, proclaman. Por nuestro bien.

Por miles, a millares caminan hacia el desolado páramo del olvido. Y su presidente ‘andaluz’ españolista gasta el dinero de sus impuestos en publirreportajes. En cebar a los adeptos de mezquinas sectas vaticanas. Lo relevante consiste en qué relato propagandístico triunfa entre cadáveres. Las incomodidades de la cuarentena deben preocuparnos, qué crueldad. La agonía de la asfixia ajena una anécdota, qué fruslería. No alarmemos, reprochan. Por nuestro bien.

Por miles, a millares caminan hacia las voraces entrañas de la tierra. El papa ora por ellos. Pide una renta universal para los desesperados y hambrientos. Y no sacará ni un euro de su Banco Ambrosiano. Tampoco los inmuebles de los Pueblos que ha incautado abrirán sus puertas para protegerles de la fría intemperie, de la lluvia. No alarméis, inconscientes, dejad que disfruten de la penitencia, virtud sacramental. Por nuestro bien.

Por miles, a millares caminan hacia los tajos del calvario. Los potentados pasarán su confinamiento jugando con sus perros en el chalet. Saldrán de los jacuzzis a degustar sabrosos manjares y delicados caldos gran reserva. Pero sus operarios sienten que les falta el aire. La abrasadora fiebre nubla sus mentes. No detened las máquinas sin corazón. No es nada. Si no trabajan a su casa no llegará el pan. No alarmáos si más resultan contagiados. Por nuestro bien.

Por miles, a millares caminan hacia el reino de las sombras. Da igual. La cobarde ‘oposición’ y los ‘sindicatos’ mercenarios aquí se esconden tras la demagogia del inducido odio sexista. Esos parias sin papeles no existen. Moros en la penumbra. No merecen ni un plan de desarrollo en la Bahía de Algeciras. Tampoco un cementerio para morir con dignidad los inmigrantes musulmanes. Ven acercarse ya en Huelva o Almería la última luna de Ramadán. Dejad que asustados se junten. Así rápido se extinguirán mientras las hienas ríen. Aislados en míseras chabolas sin luz, sin agua. No sed alarmistas. Por nuestro bien.

Por miles, a millares caminan hacia la perpetua noche sin retorno. No testearon la causa de sus fallecimientos. Causas naturales, aseguran. Las campanas no cesan de doblar. Un hedor de injusticia, de mentiras, se enseñorea en pueblos y ciudades. La intensidad del olor de la descomposición provoca ceguera. Y un necio egoísmo aterrador. No se alarmen por esos condenados viejos que pasaron tantas fatigas y penas para que vivamos mejor que ellos. Y lávense bien las manos, todo es por nuestro bien.

Un virus ha coronado de espinas a toda la Humanidad. La que azotáis con bulos a beneficio de los amos. La que alanceáis con sádica impunidad a capricho. La que crucificáis a diario sin esperanzas de resurrección. Humanidad de naturaleza esquilmada muy cerca del colapso final. Humanidad que anhelas ver volar, siquiera un instante, a la que jamás existió… la Paloma de la Paz.

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