Tal y como publicamos en Diario16, el embajador del Estado Palestino en Naciones Unidas, Riyad Mansour, remitió una serie de cartas, a las que este medio ha tenido acceso, en las que denunciaba los crímenes perpetrados por Israel.
«El Consejo de Seguridad debe exigir el fin de todas esas provocaciones y violaciones por parte de Israel, la Potencia ocupante, y sus colonos extremistas. Además, debe exigir a Israel que respete el derecho internacional y las propias resoluciones del Consejo, y reafirmar el pleno respeto del statu quo histórico y legal de la mezquita Al-Aqsa. Recordamos una vez más que Israel, como Potencia ocupante, no tiene ningún derecho de soberanía sobre la Jerusalén Oriental ocupada, incluida la Ciudad Vieja y sus lugares sagrados, por mucho que se afirme lo contrario en alguna reivindicación o declaración unilateral, en la llamada Ley Básica o en cualquier otra disposición», afirma Mansour.
La realidad es que, con el telón de fondo de estos inquietantes acontecimientos y de la realidad imperante sobre el terreno -una ocupación colonial ilegal y u n régimen de apartheid-, los representantes de Palestina en la ONU reiteran su constante llamamiento a la acción internacional para que se respete la ley, incluidas medidas para que Israel rinda cuentas de sus crímenes y para garantizar la protección del pueblo palestino bajo su ocupación y dominación.
Los repetidos llamamientos para que las partes vuelvan a negociar que ignoran estas realidades, incluido el hecho de que Israel ha declarado abiertamente su rechazo a las negociaciones y a los derechos de los palestinos y a la condición de Estado de Palestina, son, en el mejor de los casos, poco sinceros y, en el peor, destructivos.
«Solo esfuerzos serios y colectivos, acordes con el derecho internacional, incluido el derecho humanitario y de los derechos humanos, podrán rectificar alguna vez esta abominable realidad y poner fin a esta prolongada injusticia y a los interminables ciclos de violencia y sufrimiento humano que está provocando», afirman las cartas.
Es hora de dejar de dar cobijo a esta ocupación ilegal y es hora de que la comunidad internacional cumpla con las obligaciones que le impone esta realidad. Es hora de que todos los Estados y organizaciones actúen de forma responsable para que Israel rinda cuentas. Es hora de emprender acciones concretas encaminadas a la descolonización y al desmantelamiento de un régimen de apartheid flagrante.
Esas acciones constituirían una contribución tangible, más allá de las palabras y las exhortaciones, para poner fin a la ocupación ilegal y lograr una solución justa para la cuestión palestina que garantice los derechos del pueblo palestino, incluidos los de libre determinación, libertad y retorno.
«Pedir negociaciones, por un lado, sin hacer lo mínimo para cumplir la ley, por el otro, nunca traerá una realidad diferente. Las últimas décadas han demostrado claramente que, sin la presión y el coste impuestos por la comunidad internacional, Israel nunca cambiará su conducta, nunca respetará el derecho internacional. Por el contrario, continuará, sin vacilación ni remordimiento, aplicando sus políticas ilegales de ocupación y apartheid, privando a toda una nación de sus derechos y su patria, burlándose del derecho internacional y obstruyendo la paz y la seguridad», denuncia Mansour.
La aplicación selectiva del derecho internacional es indefendible. Es hora de dejar de eximir a Israel de sus obligaciones de respetar la ley y de las consecuencias de su continuo incumplimiento. Es hora de que la comunidad internacional, incluido el Consejo de Seguridad, actúe de forma coherente y responsable para proteger todas las vidas de los civiles, defender el Estado de derecho y los derechos humanos y salvaguardar la paz y la seguridad internacionales en todos los casos, incluida Palestina.
