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Palabras que hieren

Susana Gisbert
Susana Gisbert
Fiscal de violencia contra la mujer, portavoz de los fiscales de la provincia de Valencia.
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análisis

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En estos días estamos viendo una gran polémica en torno a una de las actuaciones de OT, en la que han entrado quienes abominan –o dicen abominar- cualquier talent show en general o este en particular. Una de las concursantes se negaba a utilizar una palabra –“mariconez”- de la canción de Mecano que les habían asignado a ella y su compañero de gorgoritos.

Vaya por delante que, además de friki del talent show –nadie es perfecto- fui y soy una fan de Mecano de las de póster. En sentido literal. Pisé por pirmera vez una discoteca bailando al ritmo de “Me colé en un fiesta”, crecí con “Hijo de la luna”, lloré mis penas de amores oyendo “Me cuesta tanto olvidarte” y reafirmé mi conciencia social con “Mujer contra mujer”. Y por supuesto, me volví loca rememorando todo eso en el musical a ellos dedicado, griitando y bailando como si no huubiera un mañana. Así que nada de animadversión por mi parte, sino todo lo contrario.

He de confesar que a mí misma nunca me había llamado la atención el uso de esa palabra en la canción. Y no es que no me fije, que bien que me ha chirriado siempre el uso de un “dijistes” –“y tú me dijistes que no”-, como me recordaba acertadamente una amiga tuitera. Pero lo de “mariconez” me había pasado desapercibido. Tal vez porque entonces aún no habíamos interiorizado que hay palabras que hieren, aunque se usen sin esa intención.

Esto no es un reproche al compositor ni al grupo. Como también ha señalado alguien, estábamos en un momento y en un contexto diferente, donde lo prioritario era disfrutar de una libertad de expresión recién estrenada que, en plena explosión, no nos dejaba ver más allá. Quizás era tan importante poder usar esas palabras prohibidas hasta entonces que no daba tiempo a pararse a pensar que pudieran doler.

Pero ha pasado el tiempo y hemos madurado. Nos hemos dado cuenta que la libertad de expresión no es excusa para todo, y que, sin saberlo, teníamos más estereotipos fijados a fuego en nuestro disco duro de lo que éramos capaces de reconocer. Entre ellos, usar ese vocablo en sentido peyorativo, hiriendo a más de una persona por el camino.

Tal vez alguien pensará que exagero. Yo misma me lo he planteado. Pero se despejaron mis dudas al leer en una red social el post de un joven al que conozco que expresaba el dolor que siente cada vez que lee que alguien usa esos términos, el difícil camino por el que muchas personas pasan para reconocer su propia identidad, y las burlas y humillaciones que han tenido que soportar por el camino. Sus palabras despejaron mis dudas.

También yo en su día usaba ese término con la misma despreocupación. Hoy no lo hago y, además, no me gusta oirlo, ni leerlo. Y comprendo y apoyo a esa pareja de concursantes que no quieren usarlo. También su libertad es importante. Nadie pide que se censure la canción, pero ellos sí piden no tener que decir algo que va en contra de sus principios. Y hay que quitarse el sombrero ante quien antepone sus principios a un posible perjuicio en un concurso televisivo. Aunque no se compartiera su punto de vista.

Resulta, cuanto menos, paradójico que, cuando hace apenas unas semanas había voces exaltadas que exigían la dimisión de una ministra por haber empleado un término similar en una conversación privada hace casi diez años, hoy se exija, incluso por las mismas voces, que un par de jóvenes usen esa expresión en un tema interpretado ante toda España en prime time.

No podemos olvidar que quienes van a escucharlo son, además de alguna friki como la que suscribe, adolescentes y jóvenes que ni vivieron ni comprenden el contexto y las circunstancias en que se escribió. Y cantarán en la ducha y tararearán en el concierto la dichosa palabra que hiere. Nadie les dirá, sin embargo, que no usen la linterna de sus móviles y saquen los mecheros porque eso era lo que se hacía en el contexto y en las circunstancias en que la canción fue escrita.

Así que yo no puedo hacer otra cosa que aplaudir la coherencia de estos jóvenes. Como aplaudí en su día la canción y la aplaudiré hoy. Aunque preferiría hacerlo sin oir palabras que hieran a nadie.

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