Otro puto artículo sobre la Guerra

Mamando la sangre de las víctimas

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Debía ser 1985 ó 1986 cuando andaba yo acribillando con preguntas a un cura (bueno) en clase de Filosofía; ya intuía que el pensamiento y la religión no se llevan bien, y le preguntaba al pobre hombre que me soportaba si la doctrina, los dogmas y la moral de la Iglesia no habían ido cambiando en realidad con los tiempos… él, muy digno e insultado —y lo digo sin segundas, yo le admiraba y me caía bien—, decía: “La Iglesia siempre está en el mismo sitio, es la Humanidad la que va dando vueltas o progresando en torno a su unidad y su estabilidad eternas”.

¡Lo que saben! Ésta es su victoria histórica, por eso duran; acabamos de verlo en la cuestión de la pederastia, no han hecho un análisis del por qué de las violaciones… en realidad, han dicho, es la sociedad enferma la que viola a los menores, y algunos integrantes de la Iglesia no han podido sustraerse de ese signo de nuestros malos tiempos. Uno lee a Gonzalo de Berceo y encuentra las mismas cuitas hace casi un milenio, pero la Iglesia: quieta y eterna más allá del siglo… muy pura, la jodida.

El franquismo, siempre muy aficionado a la parafernalia vaticana, supo jugar estas cartas —no olvidemos, y aquí empezamos, que la Iglesia fue parte activa y sustancial de la dictadura—. Siempre que se habla de la Guerra Civil y sus preámbulos hay una proeclesiástica que reclama el martirologio correspondiente y tiene razón, las víctimas religiosas tienen el derecho a ser reivindicadas, de hecho lo han sido sin escándalo de nadie: beatificaciones masivas y lápidas conmemorativas repartidas por todas los templos —y otros lugares— de España dan fe. Pero ¿cómo se las han maravillado para evocar a la Iglesia institucional también como víctima siendo en realidad verduga? Me explico, que unas pobres monjas desgraciadas y algún cura digno junto a seglares comprometidos murieran inocentes son crímenes que en absoluto salvan a una Iglesia vinculada a la explotación más canalla de la inmensa minoría, partícipe de la semiesclavización que las clases dominantes ejercían sobre los miserables, dignos de una lástima y una compasión que esa Iglesia jamás tuvo hacia sus vidas sino todo lo contrario.

Las víctimas serían inocentes y deben seguir siendo reivindicadas por la Historia, cada caso como fuera; mas ¿la Iglesia?… ¿Cómo coño ha conseguido desvincularse de su pasado criminal, incluido el colaboracionismo generalizado con la esclavitud por toda la Tierra, las monarquías más criminales, las guerras de religión, las supuestas Cruzadas, la explotación económica más descorazonadora, o para más inri el nazismo, el fascismo, las dictaduras más sanguinarias de la Sudamérica reciente, sin asumir nada? Hablar de asesinados beatificados y olvidar qué era entonces la Iglesia en un pueblo español de los treinta o los cuarenta —y qué seguiría siendo las cuatro décadas siguientes y sigue siendo en muchos casos hoy— es una filigrana histórica ejercida por la curia propia de finura jesuítica.

Expónganlo así de evidente y tendrán una recua de fieles indignados defendiendo al cristianismo en nombre de su derecho a creer, como si esto les fuera en contra del mismo, es decir, han conseguido hacer realidad lo del mazo y Dios; porque cuando les conviene reclaman justicia y Ley, propiedades, pragmatismo, mazo… pero cuando han de ceder autoridad: estamos con Dios, y no me lo toque porque eso es lo más íntimo de un ser humano, su fe… y salen incólumes de todo su pasado y presente criminales, como una Jano que mostrara el rostro conveniente “Ad Maiorem Dei Gloriam” nuestra.

Sin embargo este puto artículo es sobre la Guerra. Hagan un experimento: pregunten en su familia o entre las amistades si tienen algún abuelo o bisabuelo nazi. Las caras serán la respuesta: les mirarán como extrañados por la pregunta, ¿nazi?, ¿en España?, como fuera de lugar… El franquismo, nazi hasta la imitación burda incluyendo el empleo de uniformes y explícito simpatizante ¿no participante? de las Potencias del Eje (recuerden al Cuñadísimo), quizá por su estratégica sumisión a posteriori a los intereses de los USA contra la URSS, ha colocado la gran mentira de la no participación española en la Segunda Guerra Mundial: para empezar sólo habríamos podido poner ruinas y muertos, y a pesar de ello colaboramos geográficamente, nos identificamos de pleno con ellos —sólo hay que leer la prensa de la época para ver nuestra posición oficial—, nuestras calles lucían esvásticas con orgullo y se gritaba el “Heil” con fluidez y, como ha reseñado Gabriel Jackson, entre otros, la intervención de Portugal, Italia, Alemania e intereses del capitalismo internacional (Aliado después curiosamente), que financió la sublevación y dejó consumirse al Estado español poco a poco, muy por encima de la presencia real y efectiva soviética, fue decisiva en el resultado de la contienda; las aportaciones de las burguesías del Norte, vasca y navarra especialmente, y catalana fueron determinantes…

La Guerra Civil, al final, se puede simplificar mucho, así fue o para esto se provocó (incluyendo a sus instigadores antirreformistas entre paréntesis):

  1. Evitar la Reforma Agraria (nobleza terrateniente)
  2. Evitar la Laboral (burguesía)
  3. La Educativa (Iglesia)
  4. Y la Militar (los africanistas corruptos).

España debía quedarse en la Edad Media para mantener la estabilidad de las clases establecidas, nadie ni dentro ni fuera tuvo interés en defender al Estado español porque el dinero y el poder perdían en cualquier caso y había intereses comunes por todas partes, ni siquiera fue una conspiración, fue un Laissez faire…

Nótese que les he colado “[…] y dejó consumirse al Estado español poco a poco”, una verdad histórica que automáticamente negamos por el triunfo de la propaganda franquista, porque no hubo dos bandos sino el Estado español enfrentado a unos rebeldes que impusieron su doctrina acerca de lo querían que fuera su excluyente “España”. Admitir los dos bandos es justificar la rebelión militar; se puede no estar de acuerdo con las políticas de los Gobiernos de entonces pero ir contra la República, que es simplemente una de las formas del Estado y no un Gobierno ni un partido ni una opción de voto, es ir contra España; así lo interpretaron los grandes intelectuales de la época. Han sabido, empero, manejar la demagogia, Goebbels era amigo. Es fácil oír especulaciones sobre la posibilidad de sovietización de nuestro país, al parecer evitada por la rebelión (delito éste hoy muy en boga); y sin embargo nadie fantasea qué habría sido de España en caso de haber ganado la guerra Hitler, aliado natural nuestro… El franquismo al crear la idea de los dos bandos y la “orgía de sangre entre hermanos” ha evitado ser valorado como golpista y dictador especialmente sanguinario, casi consigue sin presiones alcanzar esa “neutralidad” que se decantó por “casualidad” hacia los vencedores y no por causa de los millones de muertos de una guerra y la represión sin piedad posterior.

El enorme triunfo del franquismo ha sido naturalizar (durante cuarenta años) el fascismo-nazismo hasta desprenderlo de la peligrosidad implícita en esas ideologías, convertirlas en “circunstancias históricas” que ya no significan nada: los llaman hechos y, en nombre de una supuesta objetividad intelectual, no deben ser valorados. Esto es imposible en cualquier lugar del planeta donde se haya superado una dictadura criminal; aquí, con nuestro pasado aliado de Hitler, hasta la División Azul es cosa más patriótica y victimista que colaboracionista; aquí los documentos prueban que la dictadura usó los campos de exterminio y a las SS para acabar con los exiliados detenidos y no es lo mismo que matar a judíos o gitanas; aquí hacer Historia, simplemente hacer Historia, se considera la actuación de un tenebroso receloso envidioso (rojo, falta añadir) con oscuras intenciones de revivir la “contienda entre hermanos”; de nuevo se nos cuela la idea de la salvación de la patria frente a sus enemigos invirtiendo la realidad: que quienes aplicaron las leyes de fuga y contra la rebelión fueron los rebeldes; los que impusieron el orden de plomo frente a los “desmanes republicanos” fueron quienes se autojustificaron erigiéndose en supuesta defensa propia, asesinando casi por obligación moral; por ejemplo, en Huelva bastaría coger las listas de víctimas de la represión izquierdista, según las ha publicado Francisco Espinosa, y atenderemos a nueve páginas de nombres, terribles, ¡nueve páginas!; las de la derecha golpista llegan a ocupar hasta ciento cincuenta páginas, ¡ciento cincuenta páginas!… y esa proporción, con pequeñas variaciones, se mantiene por casi toda nuestra patria.

¿Dónde están las dos Españas? La intelectualidad pudo ser muy crítica con la situación de la política republicana pero apenas tuvieron dudas del ataque a la dignidad y la libertad que suponía la traición de los militones, recordemos que inicialmente alzados en nombre del orden para la propia República. JRJ se va para evitar a descontrolados izquierdista en Madrid, pero nunca dudó dónde estaba su país y la Razón y despreció a los traidores de España hasta el último día de su vida.

El franquismo, como la Iglesia (su madre), ha conseguido elevarse sobre sus actos para convertirse en una inevitabilidad providencial. Confundir la Guerra Civil con las tragedias de los desgraciados que murieron a un lado y otro es justificar la maldad; víctimas fueron todos, como lo fueron los soldados alemanes que murieron por toda Europa y África, pero eso no resta perversión al imperialismo megalomaníaco hitleriano. Cuando en España se apela a la “neutralidad” o el “olvido” para pasar página de una vez… se está apoyando, a veces sin querer, la victoria del ideario franquista y faltando a la memoria de las decenas de miles de personas que siguen enterradas debajo de parques, carreteras, urbanizaciones o tiradas por el campo y que murieron inocentes, como todos los muertos, como las monjas, los curas, los de Paracuellos…

Debemos preguntarnos, ¿por qué ningún español se avergüenza del pasado criminal de su familia, sea cual haya sido? Porque no tenemos consciencia, porque no queremos conocer nuestra Historia, porque lejos de estudiarla y analizarla para evitar su repetición nos la han robado y nos han lavado el cerebro para que, otra vez, la estabilidad del poder y el dinero se mantengan como ha estado siempre. No hemos tenido una reconciliación sino el perdón caritativo cuando no humillación (el famoso Valle) de los asesinos, sin descartar el victimismo fácil a veces de quienes cometieron otros desmanes. Aquí nadie tiene un antepasado nazi porque de fondo late el deseo de que todo aquello estuviera motivado por razones suficientes… prueba no superada. Nadie quiere reabrir heridas más que quienes las mantienen sajadas mamando la sangre de las víctimas, aunque vengamos disfrazados de corderos; hacer Historia, narrar, contar, no es reabrir batallas, las batallas las mantienen abiertas quienes siguen encerrados en el negacionismo del holocausto hispano, con Queipo en la Macarena, junto a la Muralla y en camposanto.

El tópico machadiano de las dos Españas debió tenerlo el sevillano bien claro; cuando anunciaba que una habría de helarnos el corazón, no era un planteamiento neutro sino la constatación de la perfidia asesina del reaccionarismo hispano casi milenario. Nunca ha habido dos Españas, la República era y es el Estado español, aunque hoy luzca a un monarca, el franquismo fue una dictadura que interrumpió el flujo democrático (con todos sus defectos); sólo hay una España que no es más que un recodo geográfico donde la gente respetable intenta vivir sin hacer daño y con dignidad, bregando con las circunstancias; y después están los contrarios a la paz, entonces, ahora y siempre, los que intentan imponer sus entelequias (siempre beneficiosas en algún sentido para ellos) y de quienes sólo podemos defendernos con ideas, con Cultura, con el Humanismo, con la Historia… siempre perseguidas en este puto país orgulloso de su ignorancia, siempre.

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