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Otra ley del precio fijo de libros es posible

Gonzalo Osés
Gonzalo Oséshttp://www.gonzalooses.es
Soy abre puertas, se me da bien conectar necesidades con soluciones. Me rijo por tres frases: la de mi madre “la vergüenza pasa y el provecho queda en casa”; la de mi padre, “la persona más feliz es la que menos necesidades tiene”; y la mía, “para crear valor hay que tener valor”. En plan profesional, soy FEO (Facilito Estrategias Operativas), cofundador de Xaudable, conecto innovación con el mercado, mentor y docente en @eoi y @SEK_lab. Emprendedor con mi startup de comida rápida saludable. Autor libro “abre puertas, cómo vender a empresas”. Miembro de @Covidwarriors. En otras décadas organicé en IFEMA la feria Casa Pasarela y fui gerente de un concesionario oficial en Madrid de motos Honda. Licenciado en Dirección y Administración de empresas por CEU San Pablo, diplomado en diseño industrial por IED (Instituto Europeo Di Design), master de comunicación aplicada en Instituto HUNE.
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análisis

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Uno de los placeres que tengo cuando voy a ver a mis padres a Fuengirola, es acompañar a mi padre a descubrir libros de segunda mano, al rastrillo. Al igual que su hermana melliza, mi padre casi nonagenario sigue leyendo un libro al día, y ha encontrado en el rastrillo un pozo sin fondo a su necesidad de viajar a través de las letras para alimentar su hambriento cerebro. Hay un par de puestos que tienen una selección de cuidada temática, en cambio, en otros puestos te encuentras cada semana una teḿática diferente según la biblioteca que se les haya puesto a tiro al vender la casa los herederos. Libros que compramos a un euro cada ejemplar, porque menos nos parece indecente. 

En casa de mis padres siempre ha habido libros en estanterías y como los de mi padre empezaban a poblar todo tipo de mesas, mi madre le invitó a que hiciera Cross Book con algunos libros, así mi padre va dejando libros por la calle es sus diferentes paseos. Por mi parte, a mi me cuesta tirar libros, y de hecho, no solo conservo mi colección de las revistas Motociclismo, La moto, Scootermania, Solomoto, SM30, sino, que guardó la de un amigo que hace 15 años, al casarse su mujer le dijo que esas cajas de revistas de motos no entraban en su minúscula casa, así que las tengo en depósito hasta que a su dueño le dejen volver a disfrutar ese almanaque de conocimiento. Así que, intento convencer a mi madre, que al igual que los libros que tiene ella en su estantería, a mi me interesa conservar los de mi padre aunque todavía yo no sepa leer francés.

Así mismo, la pasada semana Jaime Rodriguez de Santiago lanzaba esta cuestión en twitter “Me pregunta una amiga dónde puede donar libros (novelas, principalmente) ahora que se va a mudar de ciudad y no quiere llevarselos. ¿Ideas?” 

Como el ágora de Twitter que atesora Jaime es rico, en seguida hubo respuestas interesantes haciendo referencia a puntos limpios municipales que tienen espacio para intercambio, como al parecer el de Pozuelo; otros como lo han hecho en el portal de su casa, poniendo unos libros en una caja; otras sobre ONGs que recogen libros para revenderlos y obtener fondos para proyectos como son AIDA, Llibre Solidari, Libros Melior. Otro proyecto muy interesante son A las olvidadas de donación de libros para las mujeres que están en la cárceles, y varios tuiteros mencionaban Tuuulibreria en la que decides ¡lo que pagas por los libros!

Esto me dio pie para preguntar a Alvaro Sobrino, editor de Blue Ediciones y de la revista Visual, por qué es tan complicado donar libros o venderlos de segunda mano. Por un lado, me contó que al intentar donar a la biblioteca de su pueblo los 7.000 libros que habían recibido durante una década en su concurso anual de Premios Visual, el concejal de cultura le dijo, que lo tenía que rechazar, no por falta de espacio, sino, porque tenían que comprar estanterías. 

Por otro lado, Álvaro me explicó por qué los editores no donan libros que no vendan, al explicarme que hacia el año 2.000 se creó un movimiento para donar libros a hispanoamérica, pero pronto las ONGs se dieron cuenta de lo carísimo que suponían transportarlos allí, así que empezaron a venderlos de segunda mano, con lo que se encontraban con libros a precio ínfimo que todavía estaban en las listas de superventas, con lo que aquella donación a otro continente, se convertía en un boomerang que le hacía la competencia a un precio muy inferior en la Cuesta de Moyano madrileña o en San Antonio de Barcelona. Además, en las bibliotecas públicas solo aceptan bestsellers de menos de dos años. 

Lo bueno de Alvaro es que siempre te explica la causa de los problemas, y es la cultura del libro española, creada en base a la ley franquista del libro de precio fijo, que obliga a los libreros a hacer como mucho un 5% de descuento y en feria un 10%. En cambio, en Londrés te encuentras libros nuevos rebajados como se hace aquí con la ropa sin ir más lejos. Pero aquí está prohibido. Valga esta breve reflexión de Alvaro sobre el mercado del libro.

De hecho, cuando Álvaro me ayudó a autoeditar mi libro, me dijo que si un librero me pedía mi libro, tenía que hacerle un 25% de descuento para que tuviera margen comercial, ¡por ley! Cuando la mayoría de bienes de consumo que tenemos no están sujetos a semejantes limitaciones. 

Curioso que te cuente cómo en el negocio de “librería de muerto” se paga a metro lineal, que acaba saliendo a 0 ’15 céntimos cada ejemplar, y que en los de segunda mano a 3 euros se compra al peso… 

Por ello, desde aquí pido que se liberalice el precio del libro nuevo, para que no solo se pueda comprar un libro a PVP, y luego haya que esperar años a que se descatologue para encontrarlo casi de casualidad a precio ínfimo y en cuestionable estado. O tener localizado una librería de segunda mano donde los periodistas y blogueros “regalan” los ejemplares que les ceden gratuitamente las editoriales. 

Con una liberalización de precios y descuentos, se podrían ayudar miles de templos de la cultura como son las librerías y las editoriales que luchan con un brazo atado, porque se les otorga la fama, mientras la distribución carda la lana, como demostró Amazon, al ser el mercado del libro, el primero en reventar.

PD: “nos dicen que llueve” es un concepto creado por Alvaro Sobrino. 

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