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Otra innovación es posible

Gonzalo Osés
Gonzalo Oséshttp://www.gonzalooses.es
Soy abre puertas, se me da bien conectar necesidades con soluciones. Me rijo por tres frases: la de mi madre “la vergüenza pasa y el provecho queda en casa”; la de mi padre, “la persona más feliz es la que menos necesidades tiene”; y la mía, “para crear valor hay que tener valor”. En plan profesional, soy FEO (Facilito Estrategias Operativas), cofundador de Xaudable, conecto innovación con el mercado, mentor y docente en @eoi y @SEK_lab. Emprendedor con mi startup de comida rápida saludable. Autor libro “abre puertas, cómo vender a empresas”. Miembro de @Covidwarriors. En otras décadas organicé en IFEMA la feria Casa Pasarela y fui gerente de un concesionario oficial en Madrid de motos Honda. Licenciado en Dirección y Administración de empresas por CEU San Pablo, diplomado en diseño industrial por IED (Instituto Europeo Di Design), master de comunicación aplicada en Instituto HUNE.
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análisis

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El traje de astronauta, la jeringuilla desechable, la calculadora digital, el submarino, el autogiro, el teleférico, el Talgo, la fregona… Son solo algunos de los inventos españoles que han tenido impacto mundial.

Aprovechando que la Covid19 pasa por Europa, la Unión Europea ha planteado un fondo de reinvención de la economía para, en mi opinión, competir con China, en dos materias en las que nos da mil vueltas: la ecológica y la digital, como demuestran sus ciudades inteligentes de nuevo cuño.

Transiciones que Francia acaba de unificar, ya que es la única forma de entender que una aplicación digital depende de un servidor alojado físicamente en un ordenador, o mejor dicho, en un hotel para cientos de ordenadores que desprenden mucho calor, y no se trata de disipar ese calor, sino de ver cómo canalizarlo para reutilizarlo y ser fuente de cogeneración energética.

Una sugerencia sería aplicar al sector digital la ISO 14006 de gestión del ecodiseño, al analizar el ciclo de vida de cualquier producto o servicio digital, porque nos hemos cuidado mucho de proteger los datos, pero yo me pregunto, por poner el caso que más conozco, qué huella de carbono tienen la web, los correos electrónicos, las videollamadas y las redes sociales de mi startup de snacks saludables. 

Escribo con la mínima información que se ha publicado en medios de comunicación sobre el fondo de recuperación europeo, llamado Next Generation EU y, de forma resumida, NGEU. Por lo tanto, seguramente me equivocaré, pero para aportar valor hay que atreverse a equivocarse.

Dicen que las empresas del IBEX van a ser las cabezas tractoras, asesoradas por las susurradoras de caballos que son las multinacionales Big Four. Ese es el modelo piramidal actual de subcontratación, que es pan para hoy y hambre para mañana, como demuestran las cifras de nuestro paro estructural. Y, como multinacionales que son, han presentado sus proyectos tanto a nuestro país como a otros de la Unión Europea, así como a las autonomías. Vendría bien que potenciaran sus aceleradoras de startups para atender mejor a sus demandas, como hizo en su momento el BBVA con Open Talent en todo el mundo.

Otra necesidad es dar cobertura y aplomo, frente a las Big Four, a los parques científicos vinculados a las universidades españolas, a través de la asociación APTE, y que se atrevan a plantear sus proyectos en base a la solución que plantean, en vez de hacerlo por el nombre de la empresa..

Hablando de escuchar la demanda, en 1953, Julia Motousse Fargues y Julia Rodríguez Maribona presentaron el modelo de utilidad Nº 34 262 de una idea para fregar con fibras pegadas a un palo, que se escurren dentro de un cubo. ¡La fregona! El diseño fue adquirido por la fábrica de artículos de uso doméstico Manufacturas Rodex, del ingeniero Manuel Jalón, al que sí se le otorgó el reconocimiento del invento por la patente de invención n.º 298.240 en 1964, once años después.

Permíteme que te presente a Fernado Amat, un empresario que desde que tomó las riendas del negocio familiar Vinçon en 1967, nos enseñó a la clase media a educarnos a través del diseño de producto, al pensar que los objetos del hogar que a él le gustaban les podrían gustar a otras personas al ser bonitos, funcionales, duraderos y placenteros. Convirtió Vinçon en una referencia del diseño con su tienda ícono en el Paseo de Gracia y recuperó un espacio emblático en la calle Castelló de Madrid, convirtiéndolo así en la cabeza tractora de decenas de showroom de marcas del hogar. Hoy sus dos sedes las ocupan Massimo Dutti y la fundación Santander respectivamente, al no sobrevivir a la crisis de 2008, pero sus enseñanzas perduran.

Pues bien, Fernando se reservaba la mañana de los jueves para recibir a diseñadores que se atrevieran a presentarle sus diseños o prototipos, algo que, en caso de ser aceptado e incluido en la familia de productos Vinçon, suponía un espaldarazo comercial para el diseñador.

El modelo que planteo es combinar a los susurradores de caballos percherones con escuchadores de potrillos que en poco tiempo se pueden convertir en pura sangre. Es decir, recuperar al DDI (La sociedad estatal para el Desarrollo del Diseño y la Innovación), que fue absorbida por ENISA (Empresa Nacional de Innovación S.A.) en 2010, integrando a grandes profesionales como Alberto Moratiel, que sabe muy bien cómo escuchar a las startups después del entrenamiento que le supuso escucharnos a los diseñadores.

La razón es que, aunque ENISA tiene un nombre espectacular, a la postre resulta ser un banco (eso sí, el banco que más apuesta por los emprendedores); pero hace falta algo más. Hace falta reflotar la actitud de descubridor y escuchador del DDI, porque todo lo que nos rodea y consumimos está diseñado, ya sea pagado con dinero o con nuestros datos.

Hace falta una oficina cuyos sherpas estén acostumbrados a ser empáticos, a superar sus prejuicios personales para escuchar a alpinistas que dicen que van a subir al Everest sin oxígeno por una innovadora técnica o metodología que han pensado. Y que, a la par, conozcan muy bien el intrincado himalaya de la administración, que conecten con los parques científicos e instituciones de investigación, así como think tanks de instituciones privadas. Porque muchas veces para validar un proyecto se puede ahorrar utilizando herramientas existentes, sin tener que invertir desde cero en la creación de las mismas.

Quizá se podría retomar la proposición no de ley 162/000549 que presentó el 12 de enero de 2018 la socialista Ana María Botella para el desarrollo de una estrategia nacional de diseño. Diferente a la de las startups, porque las startups validan si el mercado privado las acepta, cuando hay sectores como la sanidad que, si no fuera pública, como ya ha quedado demostrado, mal iríamos. Además, el modelo básico de validación de las startups, el producto mínimo viable, es de primero de metodología de diseño: observar, prototipar, validar e implementar, por eso en la anterior crisis muchas empresas tuvieron que echar mano del design thinking para repensar procesos y agilizar soluciones.

Ello serviría, por ejemplo, para que alguna institución inicie la validación de las cápsulas de esa planta que corta el ácido por donde se expande la Covid19 en nuestro cuerpo. Tanto es así que ya se ha publicado un informe de una revista de medicina anglosajona que lo certifica. Dando la razón a la micro startup española. ¿Nos abrimos a un modelo de innovación horizontal o nos estaremos vacunando constantemente para que nuestras economías y bienestar dependan de lo que se les antoje a las farmaceúticas?

¿Nos atrevemos a ser cabeza de ratón o seguiremos siendo cola de león, cual bar de copas de Europa?

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