Mucho antes de que el laboratorio de Wuhan comenzara su trabajo más arriesgado, había señales alarmantes de problemas por venir. En 2016, durante una inundación severa, las aguas subieron tanto que las calles cercanas quedaron intransitables y los investigadores tuvieron que caminar a través de un área boscosa para llegar al laboratorio y garantizar su seguridad.
Incluso en 2016, los técnicos chinos ya tenían problemas para desinfectar adecuadamente las superficies del laboratorio y otros departamentos, según se comprueba en distintos correos electrónicos cruzados.
Ese julio, Yuan envió un correo electrónico a un miembro del personal del NIH que había conocido el año anterior con el asunto «pedir ayuda». Escribió que estaba buscando «alguna sugerencia para la elección de desinfectantes utilizados en el laboratorio BSL-4. Lamento molestarlo y realmente espero que pueda darnos alguna sugerencia», escribió.
El propio Yuan identificó la escasez de experiencia como uno de los muchos problemas que ponían en peligro las operaciones seguras en los laboratorios de China. En septiembre de 2019 el Journal of Biosafety and Security, describió un sistema gastado donde los costes de mantenimiento «generalmente se descuidaron» y «varios BSL de alto nivel tienen fondos operativos insuficientes para procesos rutinarios pero vitales. Debido a los recursos limitados, algunos laboratorios BSL-3 funcionan con costes operativos extremadamente mínimos o, en algunos casos, ninguno».
La combinación de problemas de bioseguridad y fondos de mantenimiento limitados es una receta para el desastre. Además, si se combina con un régimen autoritario en el que podría ser castigado por informar sobre problemas de seguridad, se trata de un círculo vicioso de presión para producir, y si algo sale mal, es posible que no haya incentivos para informar.
Como señalaron los miembros de la rama del Partido Comunista Chino del laboratorio de Zhengdian en un informe del 12 de noviembre de 2019, incluido en el informe provisional del Senado de los Estados Unidos «en el laboratorio, a menudo necesitan trabajar durante cuatro horas consecutivas, incluso extendiéndose a seis horas. Durante este tiempo, no pueden comer, beber ni hacer sus necesidades. Esta es una prueba extrema de la voluntad y la resistencia física de una persona».
Un turno de cuatro a seis horas con un traje de presión positiva es inusualmente largo, por el estrés de la deshidratación, la falta de movilidad y el ruido del oxígeno que es tan fuerte que requiere protección auditiva. Por lo general, son suelen ser un par de horas como máximo.
La conclusión de todos los documentos del laboratorio de Wuhan es que lo que se exigía era solo producir, producir, producir.
