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Oligoplutocracia

Jesús Ausín
Jesús Ausín
Pasé tarde por la universidad. De niño, soñaba con ser escritor o periodista. Ahora, tal y como está la profesión periodística prefiero ser un cuentista y un alma libre. En mi juventud jugué a ser comunista en un partido encorsetado que me hizo huir demasiado pronto. Militante comprometido durante veinticinco años en CC.OO, acabé aborreciendo el servilismo, la incoherencia y los caprichos de los fondos de formación. Siempre he sido un militante de lo social, sin formación. Tengo el defecto de no casarme con nadie y de decir las cosas tal y como las siento. Y como nunca he tenido la tentación de creerme infalible, nunca doy información. Sólo opinión. Si me equivoco rectifico. Soy un autodidacta de la vida y un eterno aprendiz de casi todo.
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análisis

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El día había amanecido plomizo. Un cielo amarillo no auguraba nada bueno. El pueblo de los Aminas llevaba muchas lunas odiando a muerte a los Lisimaquias. ¿Las razones? Ninguna que una repensada con cierta reflexión justificara ardientes deseos, que nunca se habían materializado, de ataques sangrientos a cuadrillas de cazadores, emboscadas, envenenamiento de las fuentes de agua o incluso el fuego que acabara destruyendo medio poblado. Ninguna de las dos tribus era inocente y todos tenían los mismos siniestros pensamientos sinsentidos.

Hacía ya unas cuantas lunas que todo parecía tranquilo. Era como si ambas tribus hubieran pactado por telepatía una tregua. Algunas de las mujeres de los Aminas habían llegado a pensar que a los hombres les había entrado la cordura y que quizá todo habría terminado. ¡Que cada tribu utilizara las plantas que quisiera para curar las enfermedades y, sobre todo, que utilizaran el ritual que se les antojara para solicitar a los espíritus benevolencia!

El día fue tornando de amarillo a gris oscuro. Los hechiceros pronosticaban grandes desgracias. Por el caudaloso río Corcos, una extraña embarcación surcaba las aguas río arriba. Los de la orilla izquierda, los Lisimaquias, creyeron que era una estrategia de camuflaje de los Aminas. Y estos que eran los Lisimaquias embarcados en las fauces del mal. Y sin embargo, ninguno de los pueblos llevaba razón. Dentro de un gran barco de más de veinte metros de eslora, trece metros de quilla y 6,5 de manga, tres enormes velas sujetas a otros tres prominentes mástiles, remontaban el río a gran velocidad unos humanos venidos de poniente. Llegando a la altura de los poblados, arriaron velas y detuvieron el barco. Desde las orillas, pudieron divisar a unos extraños seres humanos que vestían de forma peculiar. Ropajes pesados, metálicos en el pecho, coronados por unos extraños sobreros de plata.

Una barca se dirigía con seis de los forasteros en dirección a los Aminas. Estos, les recibieron con desconfianza, puñales y fechas en mano. Pero los forasteros les ofrecieron, de rodillas en señal de sumisión, extraños collares hechos de material vidrioso, unos objetos que reflejaban la luz solar y en los que se podían ver a sí mismos y unas extrañas armas que podían matar a distancia con un ruido ensordecedor.

Pasaron las lunas, y los Aminas seguían sin fiarse de los Lisimaquias, ni estos de los de la otra orilla del río Corcos. El odio mutuo y las ansias de emboscadas, fuegos y lucha no habían cesado ni un ápice. Ninguno de los pueblos seguía queriendo tener gente del otro pueblo en su territorio por miedo a que o les asesinaran o que como mínimo acabaran cambiando sus costumbres. Sin embargo, los navegantes circulaban por ambas márgenes del río como si estuvieran en su casa. Algunas voces, sobre todo de las sanadoras de las tribus, auguraban que el peligro estaba en los navegantes y no en los vecinos de la tribu aledaña. Pero la mayor parte tanto de los Aminas como de los Lisimaquias, estaban obnubilados con los navegantes que les regalaban collares de cuentas de cristal, les habían traído la fórmula para hacer una bebida con las dulces cañas que crecían en las orillas del río que les conectaba directamente con los espíritus y les facilitaban la caza al no tener ya que correr detrás de los animales. Sólo tenían que esperar y disparar con esas extrañas armas que mataban con el ruido a distancia. Ahora, el tiempo que se ahorraban en la caza podían invertirlo en conectarse con los espíritus a base de beber de la poción mágica de las cañas.

Las sanadoras cada vez estaban más preocupadas. La bebida de los dioses creaba adición, comportamientos violentos y muertes por sobredosis. Los navegantes estaban expoliando las reservas de oro de las dos tribus y destrozando el entorno. Desde hacía un tiempo además, para tener acceso a los collares de cuentas y al jarabe que les conectaba con los espíritus, tenían o que pagar con oro a los navegantes o trabajar para ellos cortando caña, limpiando el barco o incluso construyendo unas extrañas cabañas en las que se estaban asentando los navegantes, destruyendo las viejas chozas de los nativos. Tampoco eran extraños los abusos cometidos por los navegantes contra las jóvenes del lugar, forzándolas sexualmente y obligándolas a trabajar de criadas para ellos.

Los jefes de la tribu, que antes mediaban en las disputas entre vecinos, ahora dictaminaban siempre a favor de los foráneos. (Eran, junto con los tres ancianos que pertenecían al consejo de cada tribu, los únicos que tenían acceso al jarabe milagroso gratis, además de que los navegantes les proporcionaban comida, techo y hasta desfogue sexual sin la necesidad de, como sus congéneres, tener que pagar por ello).

Sin embargo, a pesar de los trabajos cada vez más duros, de las cada vez más habituales muertes por coma etílico, los lugareños no parecían reaccionar y el Consejo de la Tribu, seguía día tras día advirtiendo del peligro de que, en la orilla izquierda, los Aminas asesinaran a los Lisimaquias y en la derecha que los Lisimaquias asesinaran a los Aminas.

Los navegantes, les seguían el juego. Mientras estuvieran odiando a los de la otra orilla, no se percatarían de lo que ellos les estaban haciendo. Pronto, no habría ni Aminas, ni Lisimaquias. Todos serían navegantes.

*****

Oligoplutocracia

En esta coyuntura que hemos consentido por nuestra mala cabeza, llamamos democracia a un sistema que poco tiene que ver con el gobierno del pueblo, con la igualdad de oportunidades y ante la ley, o con la toma de decisiones por parte de la comunidad en favor de la mayor parte de sus miembros. La democracia se ha convertido en creer firmemente que la libertad consiste en convertir en derechos cada uno de nuestros caprichos (como poder tomar cañas hasta las tres de la mañana pesar de que haya una pandemia por una enfermedad muy contagiosa) y en creer que por poder acudir a las urnas a votar listas impuestas cada cuatro años, (o cuando les convenga políticamente como ha ocurrido este año en la Comunidad de Madrid) tenemos mando en plaza, se hace nuestra voluntad mayoritaria y están garantizados los derechos y libertades. La libertad es albedrío y no es para todos. No hay libertad si no tienes con qué pagarla, incluidos derechos.

La humanidad, está convirtiendo el globo terráqueo en un inmenso lodazal en el que cambiamos los recursos naturales que extraemos sin ningún tipo de compromiso con la naturaleza ni previsión de futuro, por miles de toneladas de basura que abandonamos desde el monte hasta la playa, desde ríos a océanos. Todo ello con nuestra connivencia y la complicidad de unos gobiernos que cada vez tienen más posturas fascistoides, cuando no totalmente fascistas. Se ha convertido al comunismo en el enemigo universal y con él a todo lo que huela lo más mínimo a igualdad, derechos sociales, reparto de riqueza, compromiso social o universalidad en la educación y la sanidad.  Lo acabamos de ver en Afganistán, dónde los americanos comenzaron a meter las narices cuando vieron el peligro en un régimen democrático que en 1978 le había dado la vuelta a un estado medieval, iniciando un programa de reformas para eliminar la usura, alfabetizar a la población (escuelas para todos en las que se enseñaba en las lenguas nativas de los alumnos y también asistían mujeres), implantó una reforma agraria, instauró la separación de la religión del Estado, eliminó el cultivo del opio, legalizó los sindicatos, estableció una ley de salario mínimo, promovió la igualdad de derechos para las mujeres como el permiso a no usar velo, de transitar libremente, conducir automóviles o abolición de la dote así como su integración al trabajo, en los estudios universitarios y en la vida política dónde podían ostentar cargos públicos. Cuarenta y dos años después, aquellos a los que armó el imperio y denominó como insurgentes libertarios por la democracia y que en realidad eran talibanes y fanáticos religiosos, tras más de cien mil muertos, han convertido a ese país en un estado fascista religioso dónde no existen derechos, el opio es su principal fuente de financiación, la tierra está, de nuevo, en manos de terratenientes y las mujeres tienen menos derechos que un camello. Estados Unidos y con él sus aliados como la medieval Arabia Saudí han conseguido parar la democracia y con ella la igualdad y la justicia social y tener asegurado el tráfico de opio además de una zona caliente a la que poder seguir vendiendo munición y piezas de recambio para todo el armamento que han regalado a los talibanes. Y da igual la religión si esta va en contra de la democracia y lo social. Ya estamos viendo como desde Alemania, la UE, USA y otros países están blanqueando el fascismo de estos peligrosos intransigentes. Lo importante no es la libertad, ni el pueblo, ni mucho menos las mujeres, sino seguir haciendo negocio con ellos y que se les pueda seguir vendiendo armas. Si las mujeres acaban volviendo a la esclavitud, mucha parafernalia, mucho comunicado pero ni la UE, ni USA, ni el resto del mundo, van a hacer nada por ellas.

La política se ha degradado de tal manera que ha convertido a los que dicen ser representantes del pueblo, en tiranos sin escrúpulos que no sólo no les representan sino que trabajan en su contra, que no legislan para mejorar su vida, sino para empeorarla, que no trabajan por el bien común, sino para incrementar la riqueza de una oligarquía que es la que gobierna sin dar la cara y sin sufrir desgaste. Lo estamos sufriendo en España, dónde, la prensa mayoritariamente profascista, justifica desde las muertes en residencias de la Comunidad de Madrid (sobre todo cuando se ha demostrado que fue el gobierno de Ayuso el que impidió que los ancianos fueran llevados al hospital), hasta las tropelías del demérito, pasando por la corrupción sistémica (por tierra, mar y aire) del partido popular, manipulando el debate y centrando el eje del mal en Venezuela (ahora que el Gobierno venezolano y la oposición han llegado a un acuerdo para las elecciones locales, no verás la noticia en ningún medio español de esos que se autodenominan constitucionales y demócratas). Por su parte, el partido mayoritario del gobierno (y su socio por dejación y comparsa) no sólo no hace nada para cambiar las leyes más denigrantes para la población implantadas por el PP como la ley mordaza, la reforma laborar o el sistema endémico por el que los jueces se han atrincherado en un bastión rebelde desde el que derraman injusticia con total impunidad y sin miedo a que sus actos tengan consecuencias contra ellos a pesar de que día sí, y día también, organismos internacionales como el Tribunal de Justicia de la UE o la comisión de la ONU, nos saque a nosotros los colores por sus actuaciones y sentencias arbitrarias en las que se olvida el respeto por los derechos de los acusados. Sobre todo si son de la parte contraria a sus creencias/intereses. Como digo este partido mayoritario, el PSOE, no sólo no hace nada por cambiar las leyes que penalizan a los ciudadanos sino que junta, siempre que es necesario, sus votos con los del PP, Ciudadanos y los del moco verde de la COZ para impedir que el rey demérito sea juzgado por sus presuntas corruptelas, se posiciona en contra de revelar los papeles que demostrarían lo que ya sabemos de la pantomima del 23 F y del Señor X de los GAL, en contra de hacer nada para parar una estafa eléctrica que duplica el precio de la electricidad de Bélgica o para impedir el debate sobre una la ley de amnistía.

Cualquier cambio que ponga en riesgo al Régimen del 78 (desde la nacionalización de recursos naturales como la electricidad, hasta la eliminación de las leyes que han privatizado de facto la sanidad y la educación (como la escuela concertada o el concordato) es rechazado e impedido por quiénes dicen ser un partido republicano, socialista y libertario. Y lo peor es que hay millones de ciudadanos a los que no les importa este comportamiento inmoral porque ellos mismos están en esa posición de creer ser empáticos con los más desfavorecidos, activistas del ecologismo, favorables a no dejar morir a la España que han vaciado o incondicionales de los derechos laborales. Pero les molestan los pobres que piden en las calles, utilizan el campo como un parque de atracciones en el que creen que luego los del pueblo van detrás a limpiar la mierda que dejan abandonada, están en contra de los impuestos y se quejan de que las mujeres tengan permiso de maternidad porque ellos tienen que asumir su trabajo.

Decía el sábado mi admirado Carlos Bardem en este tuit: “Esta podredumbre sostenida por milagreros, buscavidas abanderados, togas encastadas y sin juicio, medios a sueldo completo, toda esta mugre que nos impide ser un país más justo y que apesta por igual palacios y cloacas, caerá. Y lo hará con estruendo. Caerá. Y habrá luz y aire,”. Y ojalá fuera cierto. Pero me temo que en esta espiral fascista en la que gira nuestro mundo, dónde los oligarcas son insaciables económicamente y el pueblo sufrido está obnubilado con las cuentas de los collares de la “libertá” de ir de cañas y borrachos de consumismo, estos, los oligarcas cabrones, acabarán con el planeta antes de que lleguemos a una sociedad con gafas traslúcidas que evite el brillo de los collares que nos ciegan y que nos curemos de la embriaguez del sentimiento de pertenencia a una clase social que no podemos pagar. Desgraciadamente vamos a marchas forzadas hacia la extinción o como mínimo a la sangría demográfica.

Malos tiempos para la lírica que ya cantaban los Golpes Bajos en 1990.

Salud, feminismo, decrecimiento, conciencia ecológica y más escuelas públicas y laicas.

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2 COMENTARIOS

  1. Magnifico articulo lo aplaudo ,pero siempte existe un pero ,UP no creo que sea una comparsa de la misma m…Psoe que Pp. simplemente es constatar una realidad Los de siempre no aceptan que se pueda tocar el 78 ;que se premiere un govierno PSOE-PP de salvacion o PP-y los fascistas de Vox , con todo lo que supondria de recortes en todas las materias especialmente que bolviera el franquismo si es que alguna vez marcho? y hacer hoy la revolucion socialista Que creo humildemente que no existence condiciones objetivas para poderla realitzar ,a mi me hubiese gustado que mi partido hubiese dado un golpe de puño en la mesa y desmostrarle al Psoe que o cumple los acuerdos o se rompe antes de asegurarles los presupuestos que es lo que quieren en realidad. Viva la proxima III republica porcierto encuentro a faltar una plaza de la Bastilla.

    • Gracias por el comentario.
      Que no existen condiciones para una revolución /Rebelión es más que evidente.
      Y sobre el golpe en la mesa, estoy totalmente de acuerdo.

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