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Ocultar datos a una sociedad infantilizada

Gonzalo Osés
Gonzalo Oséshttp://www.gonzalooses.es
Soy abre puertas, se me da bien conectar necesidades con soluciones. Me rijo por tres frases: la de mi madre “la vergüenza pasa y el provecho queda en casa”; la de mi padre, “la persona más feliz es la que menos necesidades tiene”; y la mía, “para crear valor hay que tener valor”. En plan profesional, soy FEO (Facilito Estrategias Operativas), cofundador de Xaudable, conecto innovación con el mercado, mentor y docente en @eoi y @SEK_lab. Emprendedor con mi startup de comida rápida saludable. Autor libro “abre puertas, cómo vender a empresas”. Miembro de @Covidwarriors. En otras décadas organicé en IFEMA la feria Casa Pasarela y fui gerente de un concesionario oficial en Madrid de motos Honda. Licenciado en Dirección y Administración de empresas por CEU San Pablo, diplomado en diseño industrial por IED (Instituto Europeo Di Design), master de comunicación aplicada en Instituto HUNE.
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análisis

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Santiago García Garrido es el único matemático que ha acertado la predicción que la segunda ola de la Covid19 sería en julio en vez de en octubre, fecha a la que se asieron muchos gestores políticos, con la convicción que en verano se suavizarían los contagios.

Una convicción extendida socialmente que, como demostró Santiago al introducir en su modelo variables de México y Brasil, donde el calor no paró el contagio, carecía de fundamento. La próxima predicción de Santiago es que nos confinarán a lo largo de septiembre, si no antes, debido a nuestra irresponsabilidad individual por resistirnos a hacer la vida normal con mascarilla, manteniendo una distancia, sin aglomerarnos y aumentando nuestra higiene, más que con un gel de manos, con un económico vaporizador con agua de colonia.

El pasado sábado 25, García Garrido exponía en su Facebook que los datos aportados por comunidades autónomas como Madrid y Cataluña no eran reales. Opinión que compartía la médica Esther Samper en un hilo de Twitter el 17 de julio, al cuestionar cómo era posible que Madrid tuviera más hospitalizaciones por Covid que Cataluña, si en la capital, según los datos oficiales, no había casi rebrotes…

Hasta que salió a la luz el brote que propagó el Fuenlabrada en a A Coruña, que también intentaron ocultar. Pero como no lo lograron, da que pensar que si la plantilla, que seguía cierto protocolo, se contagió, cuán desmadrado andaría el coronavirus por Fuenlabrada, como luego se ha comprobado. O por el resto de la comunidad.

Tal vez nos oculten los datos para que ganemos confianza y pongamos en marcha el ventilador de la economía interna. Para que luego, cuando la situación vuelva a ser insostenible, aceptemos sumisamente reconfinarnos. El problema es que los votantes empiezan a estar cansados de que jueguen con ellos.

La vida es una toma de decisiones, la información es poder y casi siempre intentamos tomar la decisión más acertada para nuestro bienestar personal. El cerebro humano autocensura muchas de las señales que captan los sentidos, con la excusa de crear un entorno de decisión más cómodo, más humano. ¿Han decidido los gestores políticos que ojos que no ven corazón que no siente?

Yo les comprendo, porque así, a través del dramatismo, es más fácil gobernar y polarizar a la población. Pero, en calidad de ciudadano, echo de menos que, como incide Santiago, se nos conciencie (algo que sí está haciendo el ayuntamiento de Madrid) para aprender, entre todos, a convivir lo mejor posible con el coronavirus a fin de evitar contagios, hospitalizaciones y fallecimientos gratuitos. Porque de las personas que están falleciendo ahora a causa del bicho en la península ibérica todos deberíamos sentirnos un poco responsables.

Con la SARS COV 2, los primeros que ocultaron la realidad fueron los del gobierno central, que, al inicio de la pandemia, invirtieron 15 millones de euros en “publicidad” en diversos medios de comunicación, asegurándose de controlar la información que estos dieran en adelante, de que respetarían indicaciones como no sacar fotos de ataúdes.

La única foto de un parking de automóviles lleno de ataúdes que he visto fue en una columna de opinión de Alfonso Adsuara donde hablaba de la sociedad infantilizada. Quizá, si hubieran hecho una comunicación más realista, ahora la gente no se hubiera relajado tanto. Ni reaccionaría contra las recomendaciones para protegerse del coronavirus en modo controlavirus.

La mayoría de la población no conoce a nadie que o haya tenido la Covid19 o sea sospechoso de haberlo padecido (los que no se han hecho PCR o los que no hemos llegado a ir al hospital o pero tuvimos síntomas y ahora tenemos secuelas), pero lo cierto es que podemos contagiar sin control aunque no constemos entre las cifras de ingresos hospitalarios, que son las únicas que preocupan a comunidades como la de Madrid.

Como lo demuestra el hecho de haber puesto solo 182 rastreadores para una comunidad de 6 millones de personas, ¡suena a chiste! Eso sí, por lo menos acaban de adquirir los servicios de sacerdotes de una religión para que atiendan en los hospitales ¿Será que los curas curan mejor que los sanitarios? O igual pretenden asegurarnos que «de Madrid al cielo»… ¿acaso ya dan la batalla por perdida?

Echo en falta que nos tomen un poco en serio, que se atrevan a tomar medidas drásticas a tiempo y que no vayamos a remolque simplemente porque ellos están más focalizados en las siguientes elecciones. ¿Cómo pueden permitir en muchos lugares los botellones, cuando están prohibidos por ley? ¿Dónde estaba toda esa juventud desaforada hace un par de meses? ¡Ah, sí! Ocupada, creyendo que se forjaba un futuro estudiando.

Con tanto ocultismo barato, los políticos solo consiguen que la gente se polarice en su contra y crea que esto de la Covid19 es un cuento chino para controlarla.

La paradoja del asunto es que estas personas manifiestan que se sienten controladas por los gobiernos en redes sociales como Facebook, Instagram, Whatsapp y Twitter (la fábrica de fakenews), que son, precisamente, las que ejercen un control absoluto sobre sus interacciones pescando datos para rentabilizarlos inmediatamente. 

Pocos controles son tan adictivos como los de estas plataformas que ofrecen la oportunidad de expresar todo lo que opina a gente tan inconsciente de que está siendo espiada y escuchada (literalmente) aunque luego alucina de cómo pueden Instagram y Facebook mostrarles publicidad de lo que hablaban por Whatsapp previamente.

A todas luces, es mucho más dañino este control que el de la obligatoriedad de mantener las distancias, lavarnos las manos y ponernos la mascarilla por nuestra propia seguridad.

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1 COMENTARIO

  1. Acollonante…si la mayoría de gente no conoce ni a un contagiao, que haceís todos los pkumillas de esta cloaca de país metiendo miedo to er santo día….

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