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Numen

Fernando Ayala
Fernando Ayala
Doctor en Historia y miembro de la CEP del PSOE de la provincia de Cáceres. Responsable del Área de Memoria Democrática de la Ejecutiva Regional del PSOE de Extremadura.
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análisis

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El acierto, la inspiración, el numen… en todo lo relacionado con nuestras vidas actuales es motivador y a la vez es fruto, no del azar, como muchos creen ( también en su lado opuesto) sino de la experiencia, de la acción, de lo que en realidad comprende lo que se viene a denominar Ciencia.

Una y otra vez se escucha a la gente pronunciarse en cualquiera de los foros donde nos situemos, que el error en el que nos estamos viendo sumergidos es fruto precisamente del incumplimiento. De la inmadurez. De la relajación.

A la vez, somos capaces de irrumpir con nuestro desaforado vocabulario, para expresar la furia de la desesperación hablando de improvisación, de “ ya te lo decía yo” o del “ se llega, una vez más, tarde”.

Pero, sin embargo, no es menos cierto, que para eso existen los sistemas contrafactuales. Podemos, en tiempo real, comparar qué se ha hecho en otras épocas y qué se está haciendo en distintas sociedades y espacios en circunstancias de índole similar.

Y la realidad es tozuda. Parte de la civilización occidental parece que no está preparada para afrontar situaciones complejas sino es con la coerción. Por voluntad propia, por solidaridad con el otro, por comprensión de la infalibilidad del conjunto, no llegamos suficientemente a la solución definitiva. Ni siquiera a paliar el desastre.

Así pues, resulta cada vez más reiterativa, la apelación a la represión. A la aplicación de medidas efectivas por ser reales y no quedarse meramente en la voluntad o en el aviso.

Basta ya, parecen decir, de recomendaciones. Si demostramos no estar capacitados para guiarnos por lo que está demostrado que conduce al Bien. Si creemos que esto afecta sólo al resto. Si no estamos dispuestos a admitir la gravedad tanto actual como futura de muchas actitudes inconsecuentes. Entonces está claro que no hay numen que valga.

Probablemente ni siquiera vacunas, ni medios económicos desmesurados, ni infraestructuras humanas y materiales volcadas. Nada será suficiente, desde el instante que lo confiemos todo a que el tiempo y un poco de suerte dejará todo esto en un mal sueño.

Pesadilla que ya dura mucho más de lo que cualquier mente podría haber imaginado.

No dejemos que la puerta la abra solamente la genialidad. Seamos copartícipes. Siempre estaremos a tiempo de no estropearlo aún más.

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