El novichok (novato en ruso) es un tipo de agente nervioso que se desarrolló en la Unión Soviética en los años 70 y 80. Putin lo tiene y Occidente teme que esté dispuesto a utilizarlo en cualquier momento en Ucrania. El ejército ruso está estancado en varios frentes, donde solo consigue victorias puntuales, siempre a costa de causar numerosas bajas en la población civil. Solo en Kiev han muerto más de 60 personas a causa de los bombardeos esta semana. La guerra, que el Kremlin esperaba ganar en dos semanas con un paseo militar, se le está haciendo muy larga a Putin, que según expertos militares podría ordenar pasar a una nueva fase en su escalada bélica: el uso de armas químicas. Este tipo de armamento está prohibido por la Convención sobre Armas Químicas de 5 de noviembre de 1997, que Rusia ratificó y al que se adhirió junto al resto de países que forman la ONU salvo Egipto, Sudán del Sur, Corea del Norte e Israel.
Sin embargo, pese a las aparentes buenas intenciones para adaptarse al derecho internacional, Moscú ha seguido produciendo nuevas sustancias letales como el novichok, que algunos manuales clínicos califican como uno de los agentes nerviosos más poderosos y letales que jamás se hayan fabricado. Su potencial puede ser incluso entre cinco y ocho veces más potente que el VX y que el gas sarín. Se cree que esta sustancia letal fue la utilizada para envenenar al exoficial militar ruso Serguéi Skripal y su hija en Londres y la que mató a una ciudadana británica como efecto colateral, en 2018, según publica El Español.
Unos de los creadores del novichok, Vil Mirzayánov, informó a la prensa de la fabricación de esta arma mortífera en 1992. Según Mirzayánov, Rusia comenzó su programa de fabricación de nuevos tipos de armas químicas en el año 1973. Además, denunció que un complejo químico militar ruso estaba utilizando dinero recibido de la OTAN y de la UE para el desarrollo de armas químicas. El denunciante fue perseguido por delito de alta traición por el Gobierno. Finalmente, acabó siendo detenido el 22 de octubre de 1992 y enviado a la prisión de Lefórtovo por divulgar secretos de Estado.
Más de 200 científicos e ingenieros han participado en los diferentes programas de fabricación del novichok y otras armas de destrucción masiva, también bacteriológicas. El novichok, inicialmente designado como K-84 y más tarde llamado A-230, pertenece a las “armas químicas de cuarta generación”, y formó parte del programa soviético secreto Foliant desarrollado en Pavlodar, Kazajistán. Además, la familia del novichok engloba más de un centenar de variantes estructurales. La más potente de ellas fue el A-232 (mejor conocido como novichok-5).
Obviamente, se trata de un arma de destrucción masiva con efectos devastadores en la salud humana. Como todo agente nervioso, novichok provoca paro respiratorio, cardíaco y, finalmente, la muerte. La sustancia, una vez detonada, genera un polvo ultrafino en lugar de un gas o un vapor, y actúa rápidamente en el organismo de todo aquel que lo inhale. Mata rápido y mata limpio, es decir, deja poco rastro. El novichok es un arma química segura para todo aquel Gobierno que desee emplearla contra la población civil, ya que a los observadores internacionales y de la OTAN les resultará complicado probar su utilización. Quizá sea por eso, porque una vez propagada en el ambiente resulta difícilmente detectable, que Putin valora esta sustancia como una posibilidad militar real en el caso de que sus planes de conquista se trunquen en el frente ucraniano. Además, el novichok es fácil de transportar y de instalar en los artefactos y dispositivos militares y su manejo no es excesivamente peligroso si se siguen unos mínimos protocolos de seguridad.
Uno de los principales sitios clave de fabricación fue un instituto de investigación química ubicado en el actual Uzbekistán. Pequeñas armas o bombas experimentales con agentes novichok pueden haber sido probadas en la meseta de Ustyurt.
Más allá de esta sustancia, Rusia dispone de cloro, ampliamente utilizado en Siria por el gobierno de Bashar al Assad, apoyado por Rusia durante la guerra civil. En aquel conflicto bélico se contabilizaron hasta 85 ataques con armas químicas. Este país, por cierto, también ratificó su adhesión a la Convención en septiembre de 2013, un mes después de masacrar a la población de Guta, un suburbio de Damasco, con gas sarín. Se estima que allí murieron 1.700 personas.
Según informa El Español, Moscú también dispone de carfentanilo, un opiáceo 10.000 veces más potente que la morfina y que Putin utilizó en forma de gas para supuestamente liberar a los rehenes del teatro Dubrovka de Moscú secuestrados por terroristas chechenos en 2002. Murieron 170 personas, de las que solo medio centenar eran terroristas. Es el mismo compuesto con el que se mezcló la cocaína adulterada que ha matado en Argentina a 23 personas este mismo año. Otras sustancias como el gas mostaza, sarín y somán también pueden estar en posesión de Putin. Armas químicas, letales y prohibidas por el derecho internacional que podrían aparecer en escena en cualquier momento. Que nadie dude de que a Putin no le temblará la mano.
¿Como poder utilizar?Pues claro,tambien puede utilizar la bomba atomica,no?
Hasta ahora,que se sepa,los que si han usado la bomba atomica sobre otro pais ha sido los EEUU y armas quimicas y biologicas tambien…de hecho…¿Que hacian tantos laboratorios de armas biologicas en Ucrania frontera Rusia abiertos alli por EEUU?
Pobre Ucrania,peon de juego de EEUU.
Cada vez lo tengo más claro: Marcos López no es periodista. Le pagan por desinformar, probablemente algún servicio de inteligencia extranjero. Sólo hay que leer lo que escribió acerca de la pandemia y lo que escribe ahora con la guerra de Ucrania. Chorradas. Comida basura para gente que no quiere pensar.