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Nosotros, los Nadies

Francisco Javier López Martín
Francisco Javier López Martín
Licenciado en Geografía e Historia. Maestro en la enseñanza pública. Ha sido Secretario General de CCOO de Madrid entre 2000 y 2013 y Secretario de Formación de la Confederación de CCOO. Como escritor ha ganado más de 15 premios literarios y ha publicado el libro El Madrid del Primero de Mayo, el poemario La Tierra de los Nadie y recientemente Cuentos en la Tierra de los Nadie. Articulista habitual en diversos medios de comunicación.
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análisis

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Hace un par de años Antonio Ortiz, me invitaba a presentar el poemario La Tierra de los Nadie, en la Asociación de Vecinos de Cuatro Caminos-Tetuán. Ahora, han repetido la invitación, en Mimbrestudio, una antigua librería transformada en proyecto de comunicación. En este caso, para presentar el libro Cuentos en la Tierra de los Nadie.

Hace unos días hemos conmemorado el asesinato de los Abogados de Atocha. Muchos piensan que eran abogados laboralistas, porque murieron en un despacho laboralista que dirigía la ahora alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena. Eran los abogados que en aquellos despachos se dedicaban, a la defensa de los vecinos y las vecinas de los barrios.

Libros de los Nadie, librerías desaparecidas que encuentran nuevos proyectos jóvenes, abogados de barrio que defendían a las asociaciones vecinales. Me presenta Dolquisa, la Directora de Proyectos en el Consulado de la República Dominicana. El círculo se cierra. Son muchos los inmigrantes dominicanos en estos barrios y la colaboración entre Asociaciones Vecinales y el Consulado, permite crear espacios de convivencia y prevenir problemas emergentes.

Podría hablar de los orígenes de la Tierra de los Nadie. Recitar el poema de Eduardo Galeano y sus Nadies salidos del español que se habla en los Andes. Recuperar los conceptos de proletariado y lumpemproletariado (el obrero andrajoso al que se parecen cada vez más -salvadas las distancias- los trabajadores pobres, temporales y precarios), según Carlos Marx. Citar a Franz Fanon y sus Condenados de la Tierra.

Podría remontarme a los pobres de la Tierra que inventó Jesucristo con sus Bienaventuranzas y seguir luego el hilo hasta desembocar en la Teología de la Liberación latinoamericana, con sus héroes y mártires. Y releer La epopeya de los miserables, según Naguib Mahfuz. Lo dejo para mejor ocasión.

Para conocer a los Nadies, con su imponente esplendor y su sobrecogedora presencia, basta adentrarse en las calles y las plazoletas de Cuatro Caminos- Tetuán, comprobar su poder de supervivencia en mitad de la degradación urbana programada, que anuncia y prepara el terreno para las grandes operaciones de “rehabilitación” y remodelación, que las grandes constructoras han comenzado ya en el Paseo de la Dirección, columna vertebral de esos barrios.

Estos somos los Nadies. Los hijos de nadie, los dueños de nada, los ningunos, los ninguneados, jodidos, rejodidos. Los excluidos del dinero, los exiliados del poder, los expulsados del poder del dinero. Los expatriados de su propia tierra, en su propia tierra.

Los Nadies somos Nadies en Tetuán, o en Villaverde; en Vallecas, o en Usera. En Parla, o en Arganda. En las favelas, slums, township, musseques, en las Villas Miseria. En muchos lugares del mundo ya ni los llaman barrios pobres, sino simplemente barrios. Costamos menos que la bala que nos mata de hambre y desnutrición, o de exceso de grasa. Esa es la única diferencia.

La educación y la política, el sindicalismo, el trabajo social, la sanidad, deberían permitir que nosotros, los Nadies, accediéramos a la palabra y, con la palabra, a la oportunidad de gobernar nuestras vidas y nuestros asuntos comunales.

Pero, mientras esto llega y no llega, o lo empujamos, o lo traemos, no estaría mal que hablásemos de lo nuestro, de nuestros paisajes, de nuestras vidas y nuestras mil maneras de morir y resucitar. De los que fueron antes y de cómo seremos después. Vamos, que en lugar de dejar que otros nos engatusen hasta la estafa, tomemos en nuestras manos, con nuestras propias manos, la construcción de nuestro relato y contemos nuestras prodigiosas, o al menos sorprendentes, historias. Nosotros.

 

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