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Nos vamos a elecciones

Paco Santero
Paco Santero
Detrás el seudónimo de Paco Santero se esconde José Francisco González, o sea yo. Dibujo por vocación y escribo por convicción. No soy nadie y soy todo el mundo a la vez, es el inconveniente de tener una mente llena de pajaros. He colaborado con mis ilustraciones con colectivos y plataformas que siempre me lo han pedido con educación y afecto. No atiendo a guiones ni líneas editoriales. Actualmente podréis encontrar mi trabajo, como dibujante y articulista de opinión en Col.lectiu COMUNICATS https://comunicats.cat/ y Diario 16 También han servido de ilustración de artículos a blogs periodísticos internacionales http://www.infernalmachine.co.uk/guest-post-catalonia-the-trials-of-shame/ Colaboro de vez en cuando con el programa de TV3 TOT ES MOU.
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análisis

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Sin tiempo para que las urnas adquieran una fina película de polvo fruto del almacenaje, el próximo diez de noviembre España se enfrenta a sus cuartos comicios en un periodo de cuatro años.

Subrayo se enfrentan, pues parece que formar gobierno se ha convertido en una disputa entre la case política y la ciudadanía. Lo que el votante dice no va a Roma, a Roma va quien quiere el César o Roma se disuelve.

Conseguir la estabilidad parlamentaria se transforma en un capricho de egolatría política que hipotecarán en ciento cuarenta millones la maltrecha economía española.

Los españoles tienen la sensación de asistir durante 17500 días a una eterna campaña electoral infectada de reproches y el incumplimiento de la tan prometida regeneración.

Cuarenta y ocho meses de involución institucional.

Nada volvió a ser igual tras el punto de inflexión que provocó el referéndum del uno de octubre en Cataluña. Ese día se destapó la caja de pandora del Estado Español, cayeron todos los parches que los diferentes gobiernos habían puesto durante años para tapar las graves heridas que sufría la pseudo-democrácia nacional.

Pero no podemos culpar al independentismo de los males que afligen España. Podemos atribuirle causar un efecto mariposa, el aleteo que provocó el tsunami.
Mientras que le gobierno en funciones de Sánchez se prepara para enfrentarse a un nuevo round en el ring de los comicios electorales, Cataluña lleva días gestando su #tsunamidemocrátic (tsunami democrático), que irrumpirá en octubre tras las sentencias del juicio del procés.

El gobierno de España lleva demasiado tiempo contemplando su ombligo, creyendo que tiene todo atado, bien atado y que su palabra es la ley.

Pero mientras se regodean en su separación de poderes, sus vecinos al nordeste de la península crean nuevas y novedosas estructuras de estado, intentando eludir los efectos de un 155. Ejemplos significativos de estas nuevas estructuras son el Consell per la República o el nuevo sistema IdentiCat.

Para algunos pueden parecer inventos chiflados, performance independentista o placebos administrados por los líderes secesionistas a sus fieles con el fin de mantenerlos entretenidos. Pero pueden resultar ser pequeños pasos que den lugar a un adelantamiento al estado por el arcén democrático.

Mientras unos tapian puertas y ventas impidiendo una profunda y necesaria reforma de las estructuras de estado, otros generan novedosas herramientas para la construcción de un nuevo país.

Las elecciones de noviembre no persiguen otro fin que afianzar y fortalecer el núcleo del 155, difícil de conseguir si la formación de Pablo Iglesias hubiera formado gobierno con Sánchez, para poder ejercer mayor presión/represión y hacer frente a los envites de Cataluña tras las sentencias de octubre.

En la actualidad deberíamos dejar de hablar de izquierdas y derechas en el panorama político español, deberíamos clasificar a nuestros políticos y sus partidos en dialogantes o arrogantes.

Escuché decir a un presidente autonómico, que como demócrata
» no puede aceptar que exista una monarquía que ocupe la jefatura de estado «.
Evita el término republicano, para poder seguir asistiendo a los saraos del «campechano» con el que durante su reinado protagonizó simpáticas anécdotas.

Prosigue en su discurso exponiendo su coalición de gobierno más saludable y natural para España que no es otra que la de Sánchez y «querido» Albert.

La clase política española definitivamente no sabe quien, ni que es, pero sabe que quiere y como lo quiere, aunque para ello someta a los ciudadanos a nuevas elecciones.

Han convertido al pueblo en esclavos de sus votos y el yugo es un cubo rectangular de metraquilato.

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