30 de agosto y comparece el Presidente de Gobierno en el Congreso de los Diputados para dar cuentas por el caso Gürtel.

¿A quién se le ocurre citar al Presidente de Gobierno en el mes de agosto?.

Tantas veces ha repetido que la sesión se celebraba fuera del periodo de sesiones, que a cualquiera le ha quedado meridianamente claro que el Presidente estaría mucho más cómodo deshaciendo las maletas, que compareciendo en la cámara para dar explicaciones. Sólo le ha faltado decir, con la de lavadoras que tengo que poner y ustedes haciéndome perder el tiempo.

Vamos, que han empezado sus señorías por aguarle el final de verano a Don Mariano y así se comprende el cabreo.

Le hacen volver antes de tiempo, le hacen comparecer por algo que según él no le preocupa a la ciudadanía y , por si fuera poco, le hacen volver a responder a algo que ha contestado 52 veces. 52 veces en las que ha dado la misma explicación que hoy: NINGUNA. 52 veces en las que ha dedicado los mismos minutos que hoy a dar explicaciones: 0.

El caso es que hoy hemos vuelto a ver más de lo mismo, un Presidente intentando quitar hierro a uno de los mayores escándalos de corrupción que ha vivido este País. Oigan, déjenlo pasar que no es para tanto y no le interesa a los ciudadanos, que tienen ustedes una pintoresca manía persecutoria.

Es más, si a alguien le debemos que se persiga la corrupción, si alguien ha procurado poner fin al choriceo sistemático, ha sido el PP.

Qué desfachatez, qué cinismo. Llega un momento en el que una ya no sabe si nos toman el pelo o sin nos toman directamente por idiotas.

La verdad suele ser difícil de ocultar demasiado tiempo y lo cierto es que el Partido Popular, si nos remitimos a los hechos, no parece precisamente un ejemplo de virtud en lo que a corrupción se refiere. No hace falta enumerar uno a uno los casos de corrupción que han sembrado España de norte a sur y de este a oeste. No hace falta recordar el desfile de altos cargos por los tribunales. Por mucho que se empeñe el señor Presidente, lo que hemos vivido los últimos años avergüenza al ciudadano más cándido, al militante más leal.

Así que dejen de una vez de tirar balones fuera, dejen de hablar de persecuciones inquisitoriales. Asuman responsabilidades, den explicaciones. Es lo mínimo que le deben a este País y a sus ciudadanos. A esos ciudadanos y ciudadanas a los que sí les preocupa, aunque a ustedes les cueste verlo, que su dinero no acabe en su hospital, no acabe en su escuela pública. No acabe en gasto en investigación o en fomentar el emprendimiento. Y que sí acabe en el bolsillo o en el garaje del político de turno.

Y tomen nota los que elección tras elección les siguen votando, sobre todo para que no tengamos que volver a escuchar que les usan como escudo con aquello de la “voluntad clara y nítida de los españoles las 3 últimas ocasiones que han sido convocados a las urnas”.

A todos nos toman el pelo, pero parece que a ustedes especialmente.

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