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Nos quieren matar de aburrimiento y ni disimulan

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análisis

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Este pasado fin de semana se conocía la noticia: «La pillada a Pablo Casado y Juanma Moreno con un micro abierto en un mitin del PP: «A matarlos de aburrimiento«.

El líder del Partido Popular y el Presidente de la Junta de Andalucía se dejaron el micro abierto durante la convención económica del Partido Popular, que se celebró en Córdoba. La pillada tuvo lugar cuando Moreno Bonilla presentaba a Casado, justo antes de que éste interviniera.

Entre ellos se saludaron, pero no se dieron cuenta de que los micrófonos estaban abiertos. Fue así como se pudo escuchar a Casado, en un tono jovial, avisando a su presentador de que iba a matar de aburrimiento a los allí presentes. Es comprensible que, en el contexto, evidentemente hablar de economía puede no ser lo más apasionante de una jornada. Lo comprendo. Sin embargo, lo que me resulta más interesante es ver el lenguaje corporal, sobre todo teniendo en cuenta que ellos piensan que nadie les escucha.

Sí, eso es lo más importante para mí: la falsedad, la hipocresía, la caradura. Sonreír, de manera amigable; el compadreo, el «ju ju ji ji» de un momento en el que la imagen que das a la galería es de abrazito, palmadita en la espalda, sonrisita, «otro ji ji ju ju», y por lo bajini, mientras no dejas de sonreir, estás de alguna manera mostrando una actitud bien distinta a la que proyectas de manera intencionada. O sea, que eres más falso que un duro de madera, y lo sabes.

Ya no es el hecho de que puedas pensar con más o menos humildad que los temas que vas a presentar ante tu audiencia pueden aburrirles. Es habitual, o al menos para mí lo es, que a veces, cuando te toca hablar de un tema árido, muy técnico o muy «aburrido», comiences pidiendo disculpas a tus oyentes por la «chapa» que les vas a pegar. Normalmente esto se hace cuando tienes que dar alguna conferencia, alguna clase, de algún tema que no queda más remedio que abordar, pero que es objetivamente árido. Sin embargo, no era del todo esa sensación la que se desprende de las palabras de Casado. Más bien es otra cosa: es como si todo esto que hacen, ese postureo, fuera un tostón: y ellos lo saben.

Y en el fondo, tienen toda la razón. Es un rollo para Casado hablar de temas que seguramente no controla; es un tostón aguantar los mítines interminables de los candidatos y de los cargos del partido. Es un verdadero sopor. La gente va para que le vean, para «fichar» de alguna manera, para fichar a los demás. Para ver dónde se sienta quién, a quién saluda cual, con quién te haces la foto, quién se da la espalda…. de eso van estas cosas de partido. Porque lo que tienen que decir, normalmente no es nada. Pueden pasarse horas hablando sin parar para no decir nada.

Recuerdo una vez, hace ya muchos años, cuando el Gran Wyoming presentaba un acto de la Consejería de Juventud de Castilla La Mancha. Recuerdo muy bien el discurso porque me resultó magistral: una media hora hablando del arte de hablar y no decir nada. Fue grandioso. Allí, ante la imagen de todos los cargos políticos del gobierno. Con un par. Y tenía gracia porque además puso el broche anunciando al que le seguiría en el turno de palabra, y creo recordar que lo hizo diciendo algo así como: «después de esto que les acabo de explicar, pasamos a la aplicación práctica». Imagínese, querido lector, lo que suponía aquello. Solamente alguien con gracia y mucha inteligencia es capaz de pegar un repaso así.

Los demás, pues navegan en su mediocridad: tanto los que dan discursos infumables como los que tragan con lo que sea con tal de estar ahí sentaditos, aplaudir y mostrar que han cumplido y han ocupado su asiento.

Está la cosa normalmente tan preparada como que, si desde el área de comunicación tienen un poco de talento, estarán atentos a la conexión en directo que realizan los telediarios mientras se produce el mitin de líder. Sí, le explico: hace tiempo, al menos -supongo que ahora se hará más o menos parecido- cuando intervenía en los actos de campaña el candidato, había cámaras de televisión (si el acto era importante, claro), que conectaban en directo con el telediario de turno. La intervención del «gran lider» se planificaba siempre a la hora en la que comenzaban los telediarios. Y de alguna manera, el conferenciante era avisado para saber que en tal instante estaba siendo «pinchado» para entrar en directo en la emisión.

Era sorprendente. Si te fijabas podías ver cómo cambiaba el discurso en un momento dado: cómo ganaba fuerza, cómo se remarcaban una serie de frases (ideas fuerza) para que eso y solo eso saliera en el corte milimétricamente previsto.

Es muy sencillo comprobarlo por ejemplo en declaraciones de Inés Arrimadas, que por ejemplo en el Parlament hacía intervenciones en catalán, salvo para meter su cuña: en ese momento lanzaba el mensaje clave en español. Y efectivamente, ese era el mensaje que después se viralizaba, pues las cadenas no iban a invertir tiempo en traducirle. Y sin duda, no es habitual que nadie haya visto a Inés, más allá del Segre, hablando en catalán. Sin embargo, la mayoría de sus intervenciones así lo eran. Pero era mejor dar otra imagen, «para matarnos de aburrimiento», como diría Casado.

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1 COMENTARIO

  1. A mi me aburre muchisimo casi todo, especialmente el futbol, que es el brick de don simon de la indigencia cognitiva, por eso, y solo para pasar el rato, a veces escribo poemitas..como este por ejemplo..Quiero un dia sin horas, quiero tu intensa mirada, sirviendome un cafe, sin ceremonia del te, te quiero entera, y sin nada-Quiero solo lo que eres, por natural condicion, ajena a toda falacia, a ese querer sin poder, de impotente aristocracia-Y solo te quiero asi, complementaria ante mi, como la noche y su dia, tu presencia en todo instante, toda entera, toda mia

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