Nos hemos olvidado de nosotros mismos, así es, nos hemos olvidado de nosotros mismos cuando anteponemos la opinión de los demás sobre nosotros, cuando nos infravaloramos por fracasar o cuando nos rendimos antes de intentarlo, nos hemos olvidado de nosotros mismos cuando no nos cuidamos, cuando maltratamos nuestro cuerpo con comida basura o con sustancias nocivas, con sedentarismo e inactividad, cuando dejamos de estimular nuestro cerebro ignorando nuestro innato impulso por conocer más, cuando frenamos nuestra curiosidad.

Nos hemos olvidado de vivir porque ya no recordamos por qué estamos aquí. Es curioso que podamos recordar otras cosas como los nombres de las personas que queremos, o que odiamos, como saber que si ponemos la mano en el fuego nos quemamos, o como decir sin dudar la tabla de multiplicar. Es curioso que recordemos esas cosas mientras nos hemos olvidado de nuestra razón de ser, de vivir, la esencia de este misterio que estamos condenados a protagonizar hasta que ya no estemos más.

Sin embargo, todo lo que hacemos lo hacemos para vivir mejor. No sabemos por qué vivimos pero queremos vivir mejor. Algo falla, algo no cuadra, aunque no lo recordemos, porque nos hemos olvidado de buscar en nuestro interior. Todo lo que existe fuera existe primero dentro de nosotros, y lo proyectamos constantemente: nuestros miedos, inseguridades, anhelos, sueños, esperanzas, ilusiones. Sabemos que existen, lo notamos en el estomago, o nos da un vuelco el corazón, o saltamos de alegría, o nos sentimos mal, o nos sentimos eufóricos.

Nos hemos olvidado de lo que realmente es la vida, pero la vida sabe realmente lo que somos nosotros. A ella no podemos engañarla, pues nos conoce desde los primeros días y estará ahí, aquí, hasta los últimos.

Solo cuando dudamos recordamos, recordamos lo cierto y lo falso, lo correcto y lo equivocado, lo que deberíamos hacer, lo que deberíamos evitar, lo que somos y lo que creemos ser. Y la verdad es que la mayoría de las veces optamos por el peor de los escenarios, lo falso, lo equivocado, lo que deberíamos evitar, lo que creemos ser…

¿Estamos condenados a vivir tropezando continuamente en la misma piedra hasta el final? Nos pasamos toda la vida tropezando sin saber que en realidad nosotros somos la piedra que nos hace tropezar. «Visita el interior de la tierra y rectificando encontraras la piedra oculta». Nos olvidamos de mirar en nuestro interior, de conocernos a nosotros mismos y despertar.

DEJA UNA RESPUESTA

Comentario
Introduce tu nombre