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Normalización culpable del racismo y la xenofobia

Vicente Mateos Sainz de Medrano
Vicente Mateos Sainz de Medrano
Periodista y Doctor en Teoría de la Comunicación de Masas.
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análisis

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El caso Vinicius nos obliga, no solo por el efecto planetario de lo acontecido, a mirarnos el ombligo como sociedad y poner en el primer plano un problema que con diferentes eufemismos hemos ido ocultando, sorteando, restando importancia o poniendo sordina, ante los actos racistas que se vienen produciendo, cada vez con más frecuencia; desde que un grupo racista, fascista, asesino a Lucrecia Pérez, ciudadana dominicana de treinta y dos años: porque era negra, considerado como el primer asesinato racista en España, del que en noviembre se cumplirán treinta años. 

¡No!, la sociedad española no es racista, pero existen capas sociales qué si lo son. Sectores cada vez más visibles públicamente envalentonados por el crecimiento del populismo sustentado en el odio al diferente, al que se sale de la norma cuartelaría, a los inmigrantes <<que nos roban lo nuestro>>, y el rechazo contra todo lo que rompe el orden social tradicional que desprecian soltando la bilis que les carcome por dentro. Soflamas utilizadas por determinados partidos políticos y personajes públicos —Trump, Bolsonaro o, en España, Vox y su líder Abascal— que normalizan con un discurso falso que apela a no se sabe que esencias identitarias, a la víscera y la emoción hiperbólica, verbalizado con una agresividad que busca la confrontación; cuyo trasfondo es una vuelta a un pasado idealizado e irreal, de una sociedad ahormada por la religión, la tradición y conformista con lo que a cada uno le toca por decisión divina.

Racismo y xenofobia que aflora con mayor vehemencia cuando el que odia se encuentra protegido por la masa, particularmente en los campos de fútbol donde, arropados por decenas de miles de personas, los racistas sueltan con rabia sus demonios contra el jugador negro o extranjero que juega mejor que los demás o muestra personalidad en el campo, o contra el entrenador por la alineación o los cambios que realiza, o contra el árbitro. Hechos que se vienen produciendo en el futbol, en todas las categorías, sin que las Federaciones de Futbol, de Árbitros, la Liga o los responsables de algunos clubes, hayan adoptado medidas rotundas, claras y contundentes para poner coto a estos desmanes. Medidas como suspender el partido en el momento en que se producen los cánticos o agresiones verbales racistas contra un jugador, sancionar a los autores con contundencia o cerrar al público el estadio por un número equis de partidos en función de la gravedad de los hechos. Ahora vienen las <<madresmías>> de todos esos responsables: ¿por qué hasta ahora no han hecho nada contundente?

Vinicius, un jugador diferente con una personalidad en el campo que puede gustar más o menos, ha tenido un acto de valentía que nos hace ver la hartura a la que todos podemos llegar si, cuando desarrollamos nuestro trabajo, nos están insultando y vejando continuamente. Ser un personaje público por una actividad profesional exitosa, no lleva aparejado que deba aceptar el insulto y la vejación constante. Acción de un jugador negro que nos hace ver que el racismo, como el machismo o la xenofobia, siguen latentes en la sociedad española, igual que en el resto de países pues ninguno puede dar lecciones al respecto, y menos EEUU o Brasil. 

Y no pueden porque el acto de Vinicius evidencia el lento proceso con el que los pueblos, las sociedades, se van deprendiendo de las lacras mentales profundas asentadas en la noche de los tiempos, por mucho que en la forma vivamos en una realidad tecno científica que nos aboca a un nuevo orden social, en el que las diferencias sociales se diluyen por la aparición de nuevos seres y formas de organización y de vivir la vida. Fondo y forma que son la fuente de las contradicciones humanas a lo largo de la historia, que no deben impedir poner coto a los que buscan llevarnos al paleolítico. 

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1 COMENTARIO

  1. Sería difícil que España escapase a la influencia ejercida por 40 años de dictadura fascista y otros 40 de democracia, yo diría que dirigida por una Transición, a su vez, influenciada por los herederos de los valores del Régimen.
    Aunque es el fútbol el determinante y terreno abonado, donde se desatan las pasiones y sentimientos inducidos hacia los que, por el color de su piel, su religión, lengua, costumbres o su origen nacional, son objeto de discriminación por parte del contratante, autoridades o quienes dirigen la gestión de los servicios públicos.
    Un espectáculo privado (el fútbol) que sus dirigentes se empeñan en denominar deporte, que no representa a nadie por mucho que su titularidad esté dedicada a una ciudad o capital en concreto, pero cuya finalidad, salvo los intereses de los dirigentes, no es sino el beneficio económico y el protagonismo, en los ambientes exclusivos donde se desarrolla.
    Lo que no se podrá evitar es que en unos campos se manifieste más que en otros el radicalismo de sus aficionados, sobre todo si anda por en medio la extrema derecha, fuertemente relacionados con los ultras más radicales.
    En Valencia estaban esta gentuza.

    El racismo es abominable. Dejado claro esto;
    Madrid es de las comunidades de España más racistas.
    El Estadio Santiago Bernabeu es en el que más insultos racistas, xenófobos, machistas y amenazas de muerte se producen”

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