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Nobel de piel negra y corazón rojo

Pedro Antonio Curto
Pedro Antonio Curto
Escritor. Colaborador del periódico El Comercio y otros medios digitales. Autor de los libros, la novela El tango de la ciudad herida, el libro de relatos Los viajes de Eros, las novelas Los amantes del hotel Tirana (premio Ciudad Ducal de Loeches) y Decir deseo (premio Incontinentes de novela erótica). Premio Internacional de periodismo Miguel Hernández 2010. Más de una docena de premios y distinciones de relatos. Autor de diversos prólogos-ensayo de autores como Robert Arlt y Jack London, así como partiipante en varias antologías literarias, la última “Rulfo, cien años después”.
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análisis

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Zanzíbar es uno de esos sitios  que aparecen tanto en los anuncios y escaparates turísticos que se asemeja a un no lugar, una especie de isla Utopía. Pero la utopía puede ser para los turistas que van allí, como es una distopía para sus lugareños.  Es de lo que habla Abdulrazak Gurnah en la novela Primer silencio, que narra la historia de Saleh Omar que procedente de Zanzíbar llega a Londres como refugiado con una bolsa y una caja de caoba con cenizas, pero detrás de ese ligero equipaje hay mucho más. Es un hombre que ha sido un comerciante y que apuntaba a ser un miembro de esa burguesía negra que hiciese la revolución burguesa constructora de la nación africana, en general fracasads y pasa a ser un paria en la antigua metrópoli, aunque sólo en parte, pues también fue colonia alemana.  El ahora Nobel sabe mucho de eso pues él mismo procede de Zanzíbar de donde tuvo que marchar con dieciocho años para convertirse en refugiado en Londres. Y es allí donde se educa, se forma y se hace escritor, utilizando el inglés pero con la mirada puesto en su lugar de origen.

 Señala el psiquiatra anticolonialista Frantz Fanon que una de las peores violencias que ejercieron los colonizadores  es educar y favorecer a unas élites nativas que con piel negra y mascara blanca, lo único que querían era ocupar el lugar de los colonizadores. Eso también ocurrió con algunas élites culturales como el senegalés Léopold Sédar Shengor, que junto a  Aimé Césaire fue uno de los padres del movimiento literario de la Negritud y que siempre estuvo relacionado con la Francia colonial, incluso como presidente y padre de la patria de su país. Frente a él tenemos el caso del keniata Ngügi wa Thiong´o , quien ha optado por escribir en su lengua materna, como una manera de reivindicar su africanidad y distanciarse del origen colonial, por cierto también candidato al Nobel durante años. Y otro Nobel el nigeriano Wole Soyinka, ha vivido a medio camino entre su tierra y el exilio para hablar de los desastres de las sociedades postcoloniales, engendrados en la colonización y también en la descolonización. Gurnah nos habla de esa África fallida en Paraiso, su novela más conocida que se sitúa a principios del siglo XX, o da cuenta del problema de los refugiados  en su novela En la orilla, que con la anteriormente citada son las tres únicas obras de Gurnah publicadas en castellano. Puede parecer poco para alguien quien ha sido premiado con el máximo galardón de la literatura, pero ha habido casos más graves, como cuando se lo concedieron a la austriaca Elfried Jelinek, que no tenía ningún libro publicado en España. Y es que en ocasiones el jurado apuesta por la literatura y parece no dejarse influir por los cantos de sirena de lo comercial, Murakami o de lo institucional y familiar, Javier Marías.  Gana la literatura por partida doble, porque  no tardando mucho podremos acceder a unos cuantos libros de Gurnah, que curiosamente las tres editoras que lo han publicado no están activas. Este Nobel da que pensar y en diferentes direcciones.

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