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No subir el salario mínimo a mil euros y no blindar las pensiones supone una estafa a los trabajadores

La agenda laboral y social se convierte en el gran caballo de batalla entre PSOE y Unidas Podemos

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análisis

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Tal como era de prever, a los sindicatos no les ha gustado la agenda laboral que propone el Gobierno, o al menos la que proviene del ala socialista del Gobierno, es decir, el dúo Calviño/Escrivá. El secretario de Política Sindical de UGT, Gonzalo Pino, asegura que sería “un punto de ruptura” en las negociaciones que el Consejo de Ministros planteara una raquítica subida del salario mínimo interprofesional (SMI) del 0,9 por ciento, una cantidad insultante que no ayudará a millones de trabajadores a salir de la crisis. “Nos planteamos un aumento a 1.000 euros, que supone un incremento del 5 por ciento. Y lo hacemos porque creemos que esa frecuencia de subida es más fácil si vamos a alcanzar el objetivo del 60 por ciento del salario medio al final de la Legislatura”, alega el portavoz sindical.

La propuesta del PSOE respecto al SMI supone una auténtica broma si se compara con las subidas acordadas en otros países del entorno europeo que también están sufriendo los rigores de la pandemia como Alemania, Francia o Reino Unido, pero la burla a la clase trabajadora no queda simplemente ahí. El borrador de reforma de las pensiones que prepara Escrivá alarga la vida laboral de los españoles hasta los 66 años e introduce cambios en el cálculo de la paga por jubilación ampliando de 25 a 35 años el período cotizado. Una auténtica cacicada contra las capas más débiles de la sociedad que ha provocado la inmediata respuesta de la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, quien ya ha dejado claro que cualquier retroceso en ese sentido será “ir para atrás” en el Estado de bienestar.

En general, la agenda social que el PSOE pone encima de la mesa produce rechazo, no solo en los sindicatos, sino en el otro socio de Gobierno, Unidas Podemos. La agenda laboral socialista es cuanto menos timorata teniendo en cuenta que las recomendaciones de los organismos europeos y de la OCDE apuntan en un sentido totalmente opuesto, es decir, aconsejan a los Estados occidentales que gasten todo el dinero público que sea necesario, que suban los salarios y que se garanticen las pensiones como forma de superar la recesión sin aumentar la brecha de la desigualdad. Los sindicatos irán a la reunión del próximo lunes con Gobierno y patronal con un espíritu constructivo, pero la oferta del Ejecutivo para mejorar el salario mínimo interprofesional no será suficiente si no se traduce en una cantidad más generosa. El 0,9 por ciento es una cifra irrisoria, ridícula, teniendo en cuenta que las colas del hambre crecen y la crisis machaca especialmente a las clases más desfavorecidas.

Es evidente que ha llegado el momento de la verdad y el PSOE debe dar el do de pecho demostrando que hace honor a sus siglas. Que el gabinete de coalición pueda tener una vida larga hasta completar la Legislatura o termine estallando por los aires en mitad del camino depende en buena medida de que socialistas y morados consigan pactar, de una vez por todas, una agenda laboral auténticamente de izquierdas, superando las presiones de la patronal, del PP casadista y de la extrema derecha de Vox, siempre empeñados en que el país quede anclado en el inmovilismo, no solo en lo económico sino en las caducas relaciones laborales que han situado a España a la cola en tasas de desigualdad. El trifachito insiste en que nada cambie en España y en que la nación siga lastrada por un mercado laboral injusto sustentado en la precariedad, en los bajos salarios y en los abusos de todo tipo. Para las derechas, o sea Casado y Abascal (Ciudadanos ya no cuenta porque es una mera comparsa), todo tiene que seguir tal como está aunque el Estado se esté cayendo a trozos. La Monarquía debe seguir siendo un nido de corrupción; la Justicia debe mantener su perfil ultraconservador (de ahí que el PP se niegue una y otra vez a renovar la cúpula judicial); y las actuales relaciones laborales (temporalidad, contratos basura y salarios tercermundistas) deben continuar tal cual como en el siglo pasado, agradándose las diferencias entre ricos y pobres y garantizándose un régimen de cuasiesclavismo posmoderno.

A esta hora la agenda laboral va camino de marcar el futuro inmediato de la coalición PSOE/Unidas Podemos. Y el choque es inevitable. Los socialistas pretenden seguir tirando con su programa laboral de aguachirle (lo vienen haciendo desde 1982) pero Pablo Iglesias no puede permitirse el lujo de caer en tentaciones liberales sin traicionar sus principios y a sus bases. De ahí el riesgo de implosión. El Gobierno de izquierdas se encuentra ante su gran encrucijada. El secreto del éxito pasa necesariamente por una reforma laboral que recupere la negociación colectiva destruida por Rajoy y derogue el despido libre; aumente el SMI de los 950 hasta los 1.000 euros; prohíba los desahucios; y blinde constitucionalmente las pensiones para evitar el riesgo de demolición total cuando llegue un gobierno de derechas. Es el momento de la audacia política. Yolanda Díaz es el futuro; Nadia Calviño es la vuelta al pasado felipista que ya sabemos a dónde conduce: al desastre de la izquierda y a la melancolía. Pero para ello Pedro Sánchez debe ser valiente e ignorar las advertencias siempre agoreras de la patronal, las derechas y algún que otro barón socialista emboscado para quienes nunca es el momento oportuno de mejorar las condiciones laborales de los trabajadores. No tenga miedo, señor presidente. Simplemente, sea coherente con los valores de la izquierda.

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2 COMENTARIOS

  1. Esto no tiene arreglo, si Podemos no fuerza la corrección de la actitud neoliberal de lo socialistas ,les pasará como a Syrisa ( coherencia srs. respeten sus pogramas) y le entregara el govierno al trifachito que en definitiva es lo que quieren .viva la republica

  2. Nuestras pequeñas empresas, las que dan trabajo al 80%, son poco competitivas. Si suben los salarios sin abordar reformas que las hagan más competitivas quebrarán. En las ultimas décadas han cerrado miles de empresas, el salvavidas del turismo está tocado y nuestro deuda pública (y pago de intereses) sigue creciendo.

    Con las pensiones pasa lo mismo. Si la economía (las empresas) no mejoran, no se podrá recaudar el dinero necesario para pagar las pensiones. Hacer decretos para aumentar el salario o las pensiones es lo más sencillo del mundo. Tomar medidas para que mejore la economía y que las empresas puedan pagar los salarios y las pensiones es otra historia.

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