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No son gastos sociales, son inversiones sociales

David Almorza Gomar
David Almorza Gomar
Profesor Titular de Universidad de la Universidad de Cádiz, en el Departamento de Estadística e Investigación Operativa, adscrito a la Facultad de Ciencias del Trabajo. Ha sido Vicerrector de Alumnos de la Universidad de Cádiz (desde el año 2003 hasta el 2013) y Vicerrector de Responsabilidad Social y Servicios Universitarios de la Universidad de Cádiz (desde 2013 hasta 2015). Durante estos doce años, ininterrumpidamente, ha tenido entre sus competencias el Área de Deportes de la Universidad de Cádiz. Ha promovido la creación del Aula Universitaria de Fútbol de la Universidad de Cádiz, y en estos momentos ocupa el cargo de Director del Aula de Fútbol. Tiene el título de Entrenador Nacional de Fútbol con Licencia UEFA-PRO. Ha entrenado en las categorías Infantil y Cadete del Cádiz C.F. desde el año 2010 hasta la actualidad. Además, en el Cádiz C.F. ocupa el cargo de Coordinador de Delegados y Auxiliares de Fútbol Base desde el año 2014.
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análisis

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En cierta ocasión, durante su paseo diario, Boris Pérez estuvo pensando en una expresión que oía a menudo en los medios: los gastos sociales. Con tantas alusiones a ellos parece que lo que se pretende es convencer a los ciudadanos de que constituyen un gasto necesario.

Cuando se habla de Gastos Sociales, se hace referencia a temas como la educación, las becas, la investigación, la sanidad o las pensiones, por ejemplo. Boris pensó que se les ha dado el nombre de “Gasto” por dos motivos: por un lado, para distinguirlos de las inversiones, en referencia a las inversiones económicas. Se invierte en bolsa, en la viabilidad de las empresas, en la supervivencia de los bancos… Parece que cuando se habla de inversión es algo positivo o beneficioso, y de que cuando se habla de gasto es algo negativo.

Se invierte con la intención de obtener un beneficio, pero también es cierto que la educación de los ciudadanos es una verdadera inversión. Como también lo es la salud de la población. Sin embargo, en ambos casos se les llama gastos sociales en lugar de inversiones sociales.

El segundo motivo por el que Boris piensa que reciben este nombre, es porque en tiempos de crisis lo primero que hay que recortar son los gastos. Si a fuerza de insistir, se ha logrado que en el lenguaje habitual se les llame gastos es que, en consecuencia, pueden ser objeto de recortes. Es lo que ocurre con la investigación, con la educación y con las becas, con las pensiones, con la salud y con muchas más. Como son gastos, si hay crisis hay que recortarlos.

Por eso habría que cambiar el chip, concluyó Boris. Habría que hablar de Inversiones Sociales. Los pensionistas, por ejemplo, son personas mayores que han estado trabajando mucho tiempo y muchos malos tiempos, en los que han pagado sus impuestos, como para considerarles ahora un gasto para la sociedad. Otro ejemplo son los niños pequeños, que también caen enfermos y hay que tratarlos. Su salud no es un gasto. Es algo para lo que todos contribuimos.

El problema es el concepto. No más gastos sociales, sino inversiones en la población. No se trata de actos de caridad, se trata de derechos de los ciudadanos.

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