No moverse no es callarse (o el rescate bancario como vacuna)

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Fíjense ustedes que un delfín chino puede entrar en aguas territoriales americanas, y una golondrina (si este año vuelven) revolotear de Madrid a Milán. Menuda sorpresa, pues, que un virus no entienda de nacionalidades, países, comunidades y fronteras. Nos lo repiten hasta la saciedad, como si fuéramos tontos para, acto seguido, hablarnos de la patria que lucha contra el virus (definitivamente sí: piensan que somos tontos). Españoles por aquí, unidos por allá… ¿dicen lo mismo los dirigentes de Italia o de Corea? Ni idea. Ante la inexistencia práctica de la UE (ahora sí, ahora vamos viendo hasta qué punto se ha debilitado la UE) los Estados cierran fronteras, miran hacia adentro, se ensimisman. Una regresión en toda regla hacia la cerrazón… de todos aquellos que hace apenas unos meses atacaban a los independentistas diciendo que las fronteras eran anacrónicas. Claro, depende de cuáles. Si Cataluña ha pedido cerrarse para mitigar la propagación, respuesta: ¡todos somos iguales! ¿Qué se creen esos catalanes? Pero se confinó unas 60 mil personas alrededor de Igualada y nadie pensó en un trato diferencial, ni de favor ni de menosprecio, sino como un método contra la propagación. Contrástese ello con el hecho de miles de madrileños (y barceloneses) huyendo a sus segundas residencias: ¿quedarse en el piso durante 15 días encerrado con los niños? ¡No! Aunque sea a riesgo de propagar el virus infectando por ahí. El presidente Pedro Sánchez dio las gracias a los españoles (no sé si Torra a los catalanes, si Feijó a los gallegos, etcétera), pero pasó por alto condenar un acto basado en el más puro egoísmo. Y, entonces, trasladan la responsabilidad a los ciudadanos, que entiendan que ellos son los que pueden mitigar esta propagación. Y es cierto, pero hasta cierto punto. Viviendo en sociedad, toda decisión individual, lo es hasta cierto punto.

Hablemos de esos individuos. Hablemos de los miles de individuos y núcleos familiares que casi no van a tener ingresos las próximas semanas, en algunos casos meses. Hablemos de los miles que van a tener cero ingresos, cero (sector del turismo in&out, eventos de empresa, y otros servicios, pequeños comercios). Que los hay. Que no van a ingresar ni un solo euro (en su mayoría, autónomos) pero que sí van a tener gastos: la luz, el agua, los ivas aplazados, la Seguridad Social, la hipoteca o alquiler, la comida y otras necesidades. ¿Cómo lo van a hacer los que no dispongan de suficientes ahorros? Este país no es líder, precisamente, en ahorro familiar.

Dividamos entre público y privado. Entre pagar al Estado y a empresas. Parece ser que, tímidamente, hay propuestas sobre la SS y los ivas y otros impuestos, aunque todo muy débil y superficial. Si hemos visto partidas millonarias dirigidas hacia arriba, pero hablo de abajo, de las familias. Las familias no están para ambigüedades ni proclamas políticas, que nos acercamos a fin de mes. Hechos, hechos firmados que nos sean útiles, que nos permitan que no vuele lo que nos queda en el banco… si nos queda algo.

¿Y los pagos a empresas privadas? El mayor, son las hipotecas. Vamos al banco, le explicamos que es probable que no podamos pagar las próximas cuotas, que primero hay que comer, calentarse, iluminarse, limpiarse y cocinar. ¿Estamos a merced de la buena voluntad del banco? ¿De aquellos que crearon una crisis por su ambición y se resolvió con 60 mil millones, o más, de dinero público (nuestro)? ¿De los que son condenados por una mala praxis aprovechándose de su posición frente al ciudadano de calle (cláusulas suelo, índice IRPH)? ¿De verdad el Estado no piensa afrontar esto ya, ya mismo?

Me gustaría saber si esos 60 mil millones de euros que les dimos a los bancos, pueden regresar a la sociedad. Al menos, a aquellas familias que puedan demostrar que se han quedado sin ingresos. Que se les paguen las cuotas desde ese fondo, que debe existir, piensa uno, pues los bancos tienen y reparten beneficios; sus directivos, muchos de ellos causantes de la anterior crisis, sueldos millonarios. Ah, pero no, claro que no, esto no se hará. Ese dinero, ya es de los bancos, propiedad privada, no lo toque que le llamarán comunista, ecs. Veamos, ¿y hacer un paréntesis de 3 o 4 meses sin pagar cuotas ni intereses ni coste alguno? Es tan simple como que la hipoteca se alargue esos 3 o 4 meses más en el tiempo, sin costes para el ciudadano. ¿Tampoco? No sé, como que los que mandan no acaban de decidir nada… Y no es baladí, para muchos, que subirá el recibo de la luz (más horas en casa), y que a lo mejor no podemos afrontar la suma de tantos recibos más pequeños que la hipoteca.

¿Hay alguien, ahí arriba, que piense cómo va a vivir los próximos meses? ¿Hay alguien que se plantee cómo alimentar a los hijos, pagar la casa, porque de una semana a otra les han cancelado el 100% de pedidos o servicios que ofrece? ¿Alguien que tenga claro que, cuando todo esto pase, todavía harán falta semanas o meses para que arranque de nuevo? ¿O todos tienen el sueldo asegurado?

Basta ya de patrias, de unidades nacionales, de darnos las gracias: si, como toca, nos exigen responsabilidad, debemos exigirles responsabilidad a ellos. ¿O es que todos aquellos que habitan en el sustrato social dominante (los que van a decidir) no van a tener problemas para pagar, comer y vivir? Debe ser esto. Mientras tanto, parece que nos tenemos que conformar con la magnánima generosidad de Felipe VI que renuncia a la herencia del anterior rey. ¿Cuál herencia? ¿La oficial o la de Suiza (o Panamá)? Menuda ética de vodevil la de este señor, y la desfachatez de los medios que lo venden como algo honroso. De verdad que, si continúan callando, los españoles merecen el cabeza de Estado que tienen. En fin, miren, ¿y si recuperamos esos 60 mil millones recortándoles un pelín los beneficios a los bancos? ¿Y si expropiamos todos los bienes de la monarquía y ayudamos a los necesitados? Uy, qué poco patriota. El patriotismo no está para estas cosas. Está para decirnos qué guapos que somos, cerrar fronteras pero no ciudades, aunque Aznar y sucedáneos ya están en su chalet e igual ahora sí, y reverenciar algún ibérico entre los más ricos del mundo, menudo orgullo nacional.

La especie humana, como tal, somos como delfines o golondrinas, incluso como virus, y esto de las patrias es un adorno que queda muy bien para organizarnos. De acuerdo que todo el planeta humano se rige por ello, pero se sustenta en las personas que conforman la sociedad. Y la relación debe ser bidireccional, no solo de la persona hacia el Estado o los bancos o las energéticas. No se trata de la concesión de créditos blandos (venga, más deudas). Ahora (que hablamos de unos meses, por favor, una eternidad para unos pero una minucia para otros), toca que las personas reciban. Esto es lo que toca. Y los de arriba van a decidir, como siempre, en función de la presión que ejerzan los de abajo. Así que quédense en casa, mitiguemos la propagación, pero sí propaguemos la presión o nos van a dejar solos, desamparados y a merced de otro virus: el frío y cruel del mercado y sus cuentas de resultados. No lo duden. Presionen o no harán nada. Porque si no, como siempre, a ellos no les costará nada, pero a nosotros, mucho. No se muevan, pero no callen. Presionen e insistan, que nos va el pan y la casa de muchas familias.

No obstante, en este país hay mucha gente, sean funcionarios o trabajadores con el sueldo asegurado, que han de entender una cosa: si actúan con esa insolidaridad de los que huían a las segundas residencias o la playa pensando sólo en ellos mismos, la presión será menor. Aunque cobren a final de mes, deberían mirar al vecino que no, y ponerse en su lugar. Y no por la simple cuestión que la recesión afectará a (casi) todos, sino por eso tan básico, tan sencillo, como la empatía y la solidaridad. Como uno decía hace unas líneas, toda decisión individual lo es hasta cierto punto, e importa mucho qué decisión toma el vecino. Así, aunque tengan el sueldo asegurado, también presionen. Lo dicho: no se muevan, pero no callen.

**NOTA: escrito a 15 de marzo, uno espera que tal reclamación haya quedado obsoleta el día que se publique el artículo. Si no es así, basta ya de discursos políticos y pasen a los hechos. Y no callen. Y si hace falta gritar, griten. Confinados, sí; callados, no.

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