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No debemos hacer uso criminal de las palabras

«Chi parla male, pensa male e vive male. Bisogna trovare le parole giuste: le parole sono importanti!»

Fulvio Capitanio
Fulvio Capitanio
Economista de formación, Informático de vocación. Nacido, crecido y formado en la "Ciudad eterna", nunca imaginé transcurrir la segunda mitad de mi vida lejos de ella. En Barcelona desde 1993, sigo cultivando mi curiosidad por los idiomas, las culturas y las costumbres de los pueblos y gentes que encuentro. Activista y voluntario en la lucha contra las enfermedades neurodegenerativas.
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análisis

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«El que habla mal, piensa mal y vive mal. Necesitamos encontrar las palabras correctas: ¡las palabras son importantes!»

Con estas palabras extraídas de la película “Palombella rossa” del cineasta italiano Nanni Moretti, el protagonista reprocha con vehemencia a la joven periodista que a lo largo de la entrevista rellenaba de frases hechas, viejos tópicos y neologismos periodísticos sus preguntas.

Hoy, treinta años después del estreno de la película, la expansión de los medios de comunicación a través de internet y en especial medida la transformación de las redes sociales en un canal de información instantánea, ha visto como estas redes han sido “ocupadas” con especial dedicación por el periodismo “mordí e fuggi” y por los políticos para su promoción.

Hallin y Mancini distinguen tres modelos diferentes de periodismo: el del Atlántico norte o liberal, el del centro-norte de Europa o el democrático-corporativo y finalmente el mediterráneo o el pluralista-polarizado. Este último, especialmente en España, donde los periódicos a menudo también desempeñan una función de movilización política con respecto a los hechos y eventos, un papel similar al de los cuerpos políticos. De hecho, la orientación política de los principales periódicos nacionales es clara para todos los lectores.

Continua creciendo el numero de personas que utiliza los canales móviles (teléfono, tablet u ordenador personal) para informarse y llegan a los artículos escritos en la prensa digital mayoritariamente a través de las sugerencias de su entramado de contactos en las redes sociales.

El “tsunami” de información que embiste el usuario desde primera hora de la mañana, le obliga a ser selectivo con la gestión de esta información y suele limitarse al titular principal y al de respaldo, dedicando un tiempo limitado a profundizar la lectura de algunos artículos.

En la comunicación política el canal social que mejor se ajusta a estas exigencias (necesidades) de síntesis y comunidad es sin duda Twitter.

No es casual que sea el canal preferido entre los políticos para la difusión de sus consignas.

Algunos políticos tienen una capacidad y un talento natural para vehicular en pocas líneas unos mensajes contundentes, sagaces, irónicos o sarcásticos.

La mayoría, sin embargo, necesitan recurrir a los servicios de comunicación de sus partidos o de asesores de comunicación personales para gestionar sus perfiles.

Es interesante ver, aunque sea de forma somera, como se ha modificado el estilo de la comunicación política con la aparición de las redes sociales.

Todos tienen en común el uso de las “viejas” figuras retoricas que mejor se prestan a la “nueva” comunicación, al “nuevo” lenguaje, a las “nuevas” palabras de la “nueva” política.

La hipérbole

Figura retorica que consiste en la exageración (positiva o negativa) de la realidad hasta casi el paroxismo.

Es fácil escuchar como el “confronto” se convierte en “lucha” y la “lucha” en “guerra”.

A partir de allí queda el terreno abonado para la utilización de un sinfín de concepto bélicos para reforzar el argumentario.

La anáfora

Figura retórica de construcción, también llamada «figura de la insistencia», típica de oraciones, invocaciones, hechizos, así como cantos y rimas infantiles, se usa fácilmente para uso político-discursivo y está constituida por la recuperación en forma de repetición de palabras o segmentos individuales más complejo.

Es fácil percibir como en concomitancia con un acontecimiento o situación considerada ventajosa o perjudicial para el adversario político, rápidamente las consignas y los argumentos de la comunicación política se centran el mantener y repetir el concepto guía del momento.

La enumeración

El uso de una secuencia de palabras, moduladas de forma diversa, dedicadas a listar toda una serie de valores aplicables al concepto guía principal (“Creemos en la libertad, en todas sus formas, múltiple y vital: libertad de pensamiento y opinión, libertad de expresión, libertad de culto, de todos los cultos, libertad de asociación. Creemos en la libertad de los negocios, en la libertad del mercado, regulada por ciertas reglas, claras e iguales para todos”)

Este modo retórico está asociado con el uso de las llamadas «frases hechas» o clichés.

La elección de utilizar estas herramientas lingüísticas no debe juzgarse como resultado de una pobreza relativa del idioma, sino que, por el contrario, debe evaluarse como otra manifestación más de la vocación deliberada a una «conversación simple» de todos los días y, por lo tanto, como un instrumento de comprensibilidad, por un lado, y distancia del discurso político tradicional.

La función principal del uso de estas figuras retoricas en la comunicación política en las redes no es impulsar la reflexión sino directamente a la adhesión y mayoritariamente va dirigida a reafirmar y consolidar los argumentos de los “nuestros” antes que mínimamente intentar entrar a confrontarse con los argumentos de los “otros”.

Capitulo a parte merece la utilización hasta el desgaste y la perversión del significado de las palabras.

Una vez más, nos ayudan unas frases del personaje de la película “Palombella rossa” que hace treinta años ya denunciaba la evidente prostitución del periodismo “oficial” del uso de las palabras y de la perversión de las interpretaciones deliberadamente sesgadas, capaces de retorcer cualquier manifestación o discurso del adversario político para llegar a hacerle decir o entender aquello que interesa.

“Noi dobbiamo lottare contro il giornalismo, contro le parole sbagliate

Guarda, non bisogna leggere. Ma non bisogna nemmeno scrivere. Perché un concetto, appena viene scritto, ecco subito che diventa menzogna.

Non bisogna fare un uso criminale delle parole”

Debemos luchar contra el periodismo, contra las palabras equivocadas.

Mira, no hay que leer. Pero ni siquiera escribir. Porque un concepto, tan pronto como se escribe, aquí inmediatamente se convierte en una mentira.

No debemos hacer uso criminal de las palabras.

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