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Ni padres ni coachinadoras

David Márquez
David Márquez
Escritor de artículos y ficción. Colabora con diversas publicaciones periódicas y ha publicado: ¿Y? (microrrelato) y DAME FUEGO (el libro) (microrrelato, poesía y otros textos), ambos trabajos inconfundiblemente en línea con el pensamiento y estilo que manda en sus artículos, donde muestra su apego a la libertad total de ideas, a lo humano y analógico, siempre combativo frente a cualquier forma de idiotez. amazon.com/author/damefuego
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análisis

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De pequeño me eduqué sexualmente de manera autodidacta, secreta y divertida, como el resto de amiguitos y compañeras de cole. ¿Puntos de referencia?: retales de revistas porno, filtraciones de testimonios adultos capturados furtivamente, escenas eróticas de filmografía barata, voyeurismo en edificios abandonados. En resumen: investigación y descubrimiento. Porque a los niños nos gustaba ver, tocar y tocarnos. Y suponiendo, no lo sé, que la infancia de hoy disfrute de la misma forma activa, ninguna ley, en uno u otro sentido, ninguna enseñanza o aislamiento conseguirán evitar que el niño acceda a información sexual privilegiada. Parece que el niño o la niña no sientan, que, pasivos en grado sumo, identifiquen lo bueno o malo en tanto un adulto adoctrine, prohíba o niegue. Pero el niño será, por encima de todo, lo que lleve dentro. Ni padres, ni profesores, ni Estado. Los primeros son responsables, pero no infalibles; los segundos y el tercero no tienen nada que hacer: la desobediencia empuja desde el inconsciente, y a más rigidez patria, a más buenismo de salón, mayor escape a contracorriente. Todos conocemos algún hijo de militar que “ha salido” gay, heavy, cabaretera o pianista. O ese vástago de la democracia, con todos los privilegios y derechos, que un buen día huye a Poniente para degollar infieles. ¿Quién intervino ahí, sino el instinto? Yo no creo que la guapa gente de derechas trame convertir a sus descendientes en señores de su casa, maridos modelo de féminas madres de sus labores. El aspirante a tal conquista se topará tarde o temprano con los tacones y el body de su Manolito. Tampoco veo futuro en las argumentaciones del más bienintencionado educador coachinador sexual. Instinto de posesión y egoísmo son, por algo, primeras señas de identidad en la infancia. Algunos adultos (no terminados) dejan correr en exceso el grifo de sus pasiones infantiles. Otros se reprimen porque “eso no se hace”. Hay quien se pregunta “¿por qué no?” y se rebela y toma la libertad de jugar a ser dueño de cuerpos y mentes.

De teenager, mis dientes se rebelaron a un corrector y, después de, como yo quería, ser puestos en formación, volvieron, insubordinados, al cabo de pocos meses, al lugar que por naturaleza les corresponde (poco después comprendí cuál era su verdadera función). ¿Veis esa rama torcida, ese musgo resistente al asesino glifosato, ese arrollo que retorna todo sucio a su cauce? La naturaleza se rebela contra todo, y cuando la ingeniería genética llegue a fabricar cerebros domados, “justos”, mutarán, siempre, por necesidad vital.

Un niño quiere algo, y lo quiere ya, punto. Una niña desea muchas cosas, pero no todavía, se acabó. Así es, y el alma de una y otro no dispone de partículas que podáis irradiar y cambiar a vuestro antojo con aceleradores de leyes o tradiciones. De acuerdo, algunos ya son hijos de la Revolución, otros de Dios, pero todos ellos y los demás llevamos dentro la rebeldía. Y de algún u otro modo explotará, oh, sí, aunque sea ilegal, criminal, cristiana, pornográfica y/o artísticamente.

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1 COMENTARIO

  1. Ni padres ni coachinadores:
    Comparto plenamente este articulo, sobre como hemos visto que ha ido evolucionando nuestra sociedad en la mayoria de los casos para mejor se supone.
    Gracias.

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