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Natalidad tribal

Braulio Llamero
Braulio Llamero
Escritor. Su última novela, recién publicada, “Lo que nunca se contó de Artemio”. Su último libro para niños, “¿Puedo borrarme de vampiro?”. También es periodista y ha trabajado en medios locales y regionales de radio, prensa y televisión. Fue columnista diario durante décadas en La Opinión de Zamora (donde también fue director) y Tribuna de Salamanca, entre otros. Más información en www.brauliollamero.com
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análisis

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Hay casi 8.000 millones de persona en el mundo. ¿Pocos o muchos? Pocos no parecen, aunque con eso de los millones, tan abstractos, siempre es un lío. El consenso de sabios, estadísticos y demógrafos apunta, no obstante, a que somos muchísimos, y de hecho el planeta está a punto de reventar costuras, porque no cabemos y no puede con nosotros. Pero como todo tiene sus matices, que seamos muchos en conjunto no quiere decir que no haya zonas más vacías y otras más llenas.

Imagino que nadie pondrá a Madrid entre las primeras. La España vacía, de hecho, es la que se ha quedado sin gente porque no ha parado de expulsarla a Madrid, en su mayor parte. Así que el último sitio donde uno esperaría toparse con medidas de fomento de natalidad sería Madrid. ¿De veras quieren aún más tropa, más habitantes, más pobladores y les quita el sueño que se extingan los madrileños?

Porque esto último es la madre del cordero. Solo se preocupan de que la población deje de crecer quienes temen ver extinguido su clan, su tribu, su “pueblo”. Estando el mundo a reventar de gente, a nadie le puede preocupar que se extinga el ser humano. Las políticas de fomento de natalidad solo tratan de evitar que una gente concreta, de un sitio concreto, vaya reduciéndose hasta un punto peligroso en que se extinga o se convierta en minoría respecto a otros clanes, tribus o pueblos. ¿Veis adónde voy, no? Sin un racismo latente, de fondo; sin eso que ahora llaman “nativismo”, no existiría ni el concepto de fomento de la natalidad. Los alemanes quieren evitar que haya menos alemanes, como los zamoranos piden que los de Zamora no desaparezcamos o como los obispos llaman a las españolas a tener más hijos “para que no se muera España”.

Lo chocante es que hasta en Madrid crean necesarias medidas de natalidad. Está bien prestar apoyo a las familias, a los nuevas madres, como a cualquier sector que en estos tiempos convulsos lo pasa mal para vivir decentemente. Pero solo si el fin es el social, ayudar a quien lo necesita. La siempre inefable Ayuso, en cambio, anuncia cheques-bebé para fomentar que tengan hijos las mujeres de Madrid con el menos un década de presencia legal en la Comunidad. Recién llegadas y “sin papeles”, excluidas. ¿Por qué? ¿Están los madrileños “puros” (jajajaja…) en riesgo de extinción? ¿Las madrileñas no tiene hijos porque les falta un ayudita puntual el primer par de años?

Como las respuestas son obvias, la medida solo puede ser un guiño idiota a lo más repugnante del mundo Vox. Dejemos la natalidad en manos de las mujeres y sus parejas. Es a ellas a quienes compete. Y es a ellas a quienes hay que ayudar siempre, sin exclusiones ni sospechosos fines colectivos.

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