Los jóvenes no tienen apenas espacios donde poder tocar. Foto: Flickr

Cuando uno aprende música se convierte en una especie de instrumento con los mecanismos ajustados. El cuerpo y la mente se concentran, se coordinan, se afinan y, sobre todo, alcanzan la armonía necesaria para poder crear. Desde el

Alto Comisionado para la lucha contra la pobreza infantil son conscientes de los beneficios terapéuticos y de cohesión social que posee la música, es por ello que han apoyado la creación de la Red Música Social, una entidad que nace gracias al impulso de ocho entidades del tercer sector músico social procedentes de Madrid, Barcelona, Bilbao, Vitoria y Zaragoza.

Pobreza Infantil

De este modo, España propone la práctica musical colectiva como herramienta eficaz para luchar contra la Pobreza infantil, la exclusión social y la vulnerabilidad en un país en el que uno de cada tres niños está en riesgo de pobreza o exclusión social, más de dos millones de niños y niñas viven bajo el umbral de la pobreza y casi 700.000 en pobreza severa.

Una buena herramienta

Desde las entidades colaboradoras en el proyecto defienden este proyecto porque consideran que tiene un efecto muy positivo en los pequeños, ya que genera inclusión social, integración de la diversidad social y cultural y empoderamiento. Este tipo de impacto en los alumnos se traduce en una mejora de las aspiraciones sociales apoyadas en las propias capacidades. Aspectos que les permiten enfrentarse con éxito a la adversidad.

Más de dos millones de niños bajo el umbral de la pobreza

Subirse a un escenario

Estaría bien que los responsables del ocio y la cultura no garantizasen sólo el aprendizaje musical, sino que, paralelamente, habilitarán espacios y apostaran por la creación de un circuito musical que permitiese a los jóvenes desarrollar la actividad musical. El aprendizaje y el ensayo sólo son una pequeña  parte del beneficio que aporta la música. La mayor está en subirse a un escenario y tocar. Algo que los jóvenes tienen difícil porque hay muy pocos espacios y los que hay les cobran por tocar. Y con la llegada de la pandemia la situación solo promete empeorar.

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