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¿Murió un hombre de la democracia?

Eduardo Rivas
Eduardo Rivas
Licenciado en Ciencia Política
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análisis

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El pasado domingo, tras la muerte del ex Presidente de la República Carlos Menem, se sucedieron los recuerdos, los homenajes y las elegías, y muchas de ellas coincidían en un lugar común, que era la muerte de un demócrata, pero cabe preguntarse ¿Fue Carlos Menem un hombre la democracia?

Si entendemos la democracia como un conjunto de reglas de juego, de repetición de elecciones, sin dudas lo fue, ya que fue elegido tres veces Gobernador de la Provincia de La Rioja, dos veces Presidente de la República y tres veces Senador Nacional, ahora bien si la democracia es mucho más que eso, si no es solo votar sino también vivir mejor pudiendo ser parte de la toma de decisiones, esta aseveración entra en duda.

¿Por qué?

Porque el gobierno de Carlos Menem fue uno de los mayores retrocesos en términos sociales para el país, del que aún hoy más de veinte años después de haber finalizado, estamos pagando las consecuencias.

Porque en términos económicos se vivió una fiesta que aún hoy estamos pagando sin que los responsables de las mismas se hagan cargo de las consecuencias.

Porque el problema no era si el Presidente jugaba al futbol con Maradona, al básquet con Campana o si recibía a los Rolling Stones o Madonna en la Quinta de Olivos, el problema era lo que ocurría en la República mientras el Presidente jugaba al futbol con Maradona, al básquet con Campana o si recibía a los Rolling Stones en la Quinta de Olivos.

Porque durante su mandato se trastocó la escala de valores en donde lo importante no era el esfuerzo personal sino mostrarse como exitoso. Aunque el éxito personal viniese de la comisión de ilícitos, porque la viveza criolla se convirtió en leit motiv del accionar gubernamental.

Por eso no se puede hablar de la muerte de un hombre de la democracia. Porque no es una democracia si la gente vive mejor pero no puede participar en el proceso de toma de decisiones, pero tampoco es democracia cuando se participa del proceso de toma de decisiones pero se vive peor.

Porque desprestigiando la propia organicidad del Estado se dedicó a gobernar por decreto de necesidad y urgencia, promovió la sanción de normas legales en el Congreso con falsos diputados, se garantizó el apoyo irrestricto del mayor estrado judicial con la ampliación de la Corte Suprema asegurando la mayoría automática en su seno.

Porque se intervino provincias con gestiones de dudosa seriedad.

Porque tuvo de máxima autoridad en la Aduana a una persona que no hablaba castellano, pero era su cuñado y también porque, entre otros, se le otorgó la ciudadanía argentina a un conocido traficante de armas.

Porque mientras el plan de convertibilidad permitía viajar al exterior y comprar importado lo que se quisiera y se incentivaba la importación irrestricta de bienes, se cerraban fábricas y millones de argentinos quedaban al borde del camino.

Porque se vendieron las joyas de la abuela, la casa de la abuela y hasta la abuela, y se triplicó la deuda externa.

Porque se reformó la Constitución Nacional a su medida y bajo la presión del Poder Judicial de dar por válido el accionar al margen de la ley, tanto por el Juez Bustos Fierro como por la mayoría automática de la Corte Suprema de Justicia.

Porque se avanzó en la integración sudamericana, pero pensada para los poderosos y los grandes empresarios y no para los ciudadanos y la sociedad civil.

Porque indultó a los mayores genocidas y a los líderes guerrilleros de la historia reciente argentina, echando por tierra el ejemplo que el país le había dado al mundo al haber sido el primer caso en el que Tribunales civiles juzgaban a los militares que habían violado los derechos humanos tras haberse apropiado del gobierno del país.

Porque en esa época Argentina sufrió los dos peores atentados terroristas de su historia, que aún permanecen impunes y que gran parte de la sociedad sospecha que tienen que ver con parte de la política exterior del gobierno de Menem.

Porque fraguaron la explosión de un polvorín militar para ocultar las pruebas del tráfico ilegal de armas a Croacia y Ecuador mientras el país europeo estaba sancionado por Naciones Unidas y mientras el país sudamericano atravesaba un conflicto bélico con Perú y en el que Argentina era garante de las negociaciones y los acuerdos de paz.

Porque los casos de corrupción de funcionarios de gobierno, incluido el propio Presidente Menem, y las muertes casuales de quienes podían echar luz sobre dichos casos de corrupción fueron una constante, al punto que uno de sus principales apoyos y del grupo más cercano en su primer elección presidencial, el dirigente Luis Barrionuevo acuñó dos frases célebres. La primera que debían dejar de robar dos años si se quería que el país cambiara, y la segunda que es lícito recibir una coima si uno genera trabajo. Tuvo su mejor profesor, Menem recibió una Ferrari de regalo institucional, con ella viajó a Mar del Plata escoltado por patrulleros que le abrían camino violando todas las reglas de tránsito habidas y por haber, y cuando se cuestionó que no podía recibir regalos por su rol de presidente dijo ‘La Ferrari es mía, mía, mía’.

La cuestión es que para Menem y su entorno, lo que hacían no estaba mal. No era que estaban haciendo trampa y lo hacían a escondidas, lo que hicieron era lo que creían. Para Menem robar no estaba mal, por eso en una entrevista con la CNN (https://cnnespanol.cnn.com/2018/02/26/carlos-menem-entrevista-viale-corrupcion-cristina-fernandez-nisman/) afirmó que ‘En todos los gobiernos, salvo el mío, hubo corrupción’. Y para muchos de quienes hoy reniegan de él, y que supieron crecer a su sombra, tampoco creían que estaba mal, por eso no avanzaron en quitarle los fueros para que la Justicia pudiera avanzar mientras él se montaba su guarida en el Senado de la Nación.

Por eso creo que no se puede hablar que murió un hombre de la democracia, sino de un hombre que se sirvió de la democracia. Durante su mandato y como consecuencia de él, la democracia se degradó. Y lo estamos sufriendo.

Quedan más acciones directas de gobierno y acciones que se permitieron durante su gobierno que sirven para confirmar lo que aquí decimos, pero sobre todo tenemos que recordar quien es quien y no solo eso, sino también, quien estaba con quien, porque Carlos Menem no hubiese podido ser quien fue si no lo acompañaban quienes lo acompañaron y que hoy pretenden mirar a la distancia como si el menemismo hubiera sido un caso de estudio científico social y no su razón de ser, de supervivencia y de acumulación de dinero durante más de una década.

Cuando muchos pretenden cubrir todo bajo un manto de piedad ante la muerte, no debemos olvidar lo que dijera Mario Benedetti, ‘la muerte no borra nada quedan siempre las cicatrices’, y muchas de ellas aún están abiertas en Argentina.

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