Municipalismo y democracia directa en la era de la globalización

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Cada vez somos más conscientes del déficit democrático de nuestra sociedad, del colapso de nuestros sistemas políticos como estructuras capaces de procesar nuestros problemas sociales y generar respuestas que den solución a los mismos. La necesidad de aumentar las vías de participación y control desde la ciudadanía es evidente. La democracia representativa, tal y como la hemos conocido, parece, de hecho, incompatible con el mundo globalizado, si es que queremos tener democracia. Porque, como relataba en un anterior artículo, la configuración actual del sistema determina que, dado que de facto las decisiones políticas más importantes (al menos en lo que se refiere a políticas económicas y servicios sociales) parecen estar siendo tomadas a un nivel supranacional, nuestros regímenes políticos sean inservibles. Lo hemos podido comprobar, hemos estado sin gobierno meses, ¿y se ha derrumbado el sistema? Es cierto que había un equipo de gente trabajando, pero se ha comprobado que podemos vivir perfectamente sin que un gobierno democráticamente elegido gobierne conforme a la voluntad popular. El status quo se ha mantenido. Lo que no quiere decir que ese gobierno haya estado funcionando de manera eficaz. Porque a la hora de la verdad, ante catástrofes y asuntos como los de los refugiados, la mayoría de gobiernos de nuestros maravillosos sistemas occidentales primermundistas han fracasado. Nuestras estructuras han fallado. Cuando hemos necesitado verdaderamente esa libertad, esa ausencia de fronteras que los neoliberales defienden y que se ha concedido al dinero, cuando la humanidad lo ha necesitado, las fronteras se han alzado con más fuerza y crueldad. Vivimos en un mundo en el que el dinero es más libre que las personas. Y eso es incompatible con el respeto a la dignidad humana. Aquí yace el verdadero problema de nuestros tiempos.

Sin embargo no todas las estructuras políticas han fracasado, o al menos no del todo. Existe un nivel de gobierno subestimado por muchos: lo local. Los gobiernos municipales han resultado ser mucho más eficaces en su política que los gobiernos nacionales. En solo unos años han conseguido dar una respuesta más o menos eficaz a problemas como los desahucios o la pobreza energética. Y, lo que es más importante y llamativo, han conseguido dar respuesta a retos globales, problemas mundiales que requerían una gestión a gran escala, y para los que las estructuras de los estados-nación no han sido capaces de hallar una solución efectiva. Ante asuntos como los refugiados o el medioambiente los ayuntamientos más importantes del mundo han conseguido coordinarse, tejer una red de cooperación que recuperara el sentido más puro de la política. Porque la política, bien entendida, no es sino la gestión de la comunidad. En cambio, la política, tal y como la entiende el neoliberalismo, llevada desde el individualismo y la competitividad, no hace sino generar conflictos sociales en lugar de resolverlos. Bien podría decirse que gran parte de los problemas actuales, por no decir todos, vienen como consecuencia de esa forma de hacer política. Aún más, para la teoría neoliberal, la participación política es un mal a evitar, un síntoma de que el sistema no funciona y de que los políticos han fracasado. Ahí tienen razón. El nacimiento de una voluntad ciudadana de participación evidencia ese fracaso de nuestro sistema. Y, en ese sentido, la experiencia de la democracia participativa a nivel local viene a demostrar que una mayor participación de la ciudadanía deriva en una mejora del sistema. Nos encontramos con que, además de haber sido capaces de dar respuesta a esos problemas, los municipios han permitido aumentar la participación de la ciudadanía. Y no estoy hablando del presente, sino que hay experiencias paradigmáticas desarrolladas tiempo atrás que lo prueban.

Desde hace años se viene hablando del nivel local como una estructura política que permite una mayor cercanía de los gobernantes a la ciudadanía. Porque es el vecino el que elige al alcalde y es el alcalde del vecino el que el alcalde. En un municipio, en un barrio, hay una cercanía que el nivel nacional no permite. Además está el hecho de la población. Es innegable que, cuanto menor sea ésta, más fácil será de gestionar y mayor capacidad de participación tendrá. Hablamos mucho del éxito de Islandia a la hora de encarcelar a los banqueros, enfrentarse a la crisis, etc. ¿Sabéis cuál es una de las principales claves de su éxito? El reducido tamaño de su población. 300.000 personas son mucho más fáciles de movilizar y gestionar. 300.000 personas permiten poner en práctica una democracia directa como lo es Betri Islands o lo fue Betri Reykjavik.

Decía que tenemos muchos ejemplos. Los presupuestos participativos son uno de ellos, una muestra de democracia participativa que desde hace años funciona en lo local. Para los que no los conozcáis, los Presupuestos Participativos son un mecanismo que convierte al político en administrador, y a la ciudadanía en el principal actor a la hora de decidir, principalmente la gestión e inversión de los recursos económicos que resten de los gastos fijos de un municipio. Se ha puesto en práctica en muchos sitios, se han evaluado los resultados y han sido enormemente positivos. Algunos de los ejemplos más representativos los podemos encontrar en Porto Alegre, Marinaleda o Sevilla, donde la aplicación de los presupuestos derivó en una mejora de la calidad democrática y social. Boaventura do Sousa Santos, conocido precursor de estas teorías, analizó el impacto de los Presupuestos en la comunidad de Porto Alegre en Participatory Budgeting in Porto Alegre: Toward a redistributive democracy (New York: Sage Publications, 1998). Sus conclusiones fueron que, en una sociedad como la brasileña, caracterizada por una cultura política ligada al autoritarismo y dominada por las oligarquías, la aplicación de los Presupuestos aumentó la transparencia del gobierno, el conocimiento político de los ciudadanos y la eficacia y eficiencia en el uso de los recursos. Las mismas conclusiones se extrajeron de la aplicación de este mecanismo en lugares como Marinaleda o Sevilla.

Volviendo al presente, a los ayuntamientos del cambio, es importante destacar el hecho de haber conseguido generar esa red de solidaridad. Y ahí es donde está el futuro. De cara a plantear una reforma sustancial de nuestras democracias, los municipios juegan un papel fundamental en el hecho de que puedan convertirse en actores internacionales, permitiendo así una incidencia más directa de la ciudadanía en la política mundial.

De todas formas el municipalismo no es la única vía de cara a plantearse una democracia participativa en el contexto de la globalización. Las nuevas tecnologías también permiten vías de participación directa a gran escala. El concepto de tele-democracia es algo que se viene trabajando desde hace tiempo, y que deberíamos considerar detenidamente. Pero quizás deberíamos dejar ese análisis para otro momento. Lo que está claro es que una democracia más participativa en el contexto de la globalización es posible. Posible y necesaria.

 

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Inés Moreno (Alcalá de Henares, 1992) Graduada en Derecho y Ciencias Políticas por la Universidad Carlos III de Madrid y máster en Derecho Internacional Medioambiental por Háskóli Íslands (Universidad de Islandia). Ha desarrollado su actividad investigadora entorno a la gobernanza global y los derechos humanos de tercera generación. Activista de Amnistía Internacional España de 2011 a 2015. En su actividad literaria colabora con la editorial Playa de Ákaba con la que ha publicado su primer poemario, Akasia.

1 COMENTARIO

  1. Que los ciudadanos sean conscientes y puedan actuar, lo saben perfectamente los liberales. De ahí el marcaje y control que desde el Ministerio de Hacienda se hace de los Ayuntamientos.
    Que el Ayuntamiento de Madrid haya reducido la deuda en más de 1.200 millones de euros en dos años y que haya aumentado hasta el 26% el gasto social y que no le permitan gastar más aun teniendo recursos dice mucho.
    Pero que el Ayuntamiento de Valdorros, uno de esos municipios tan saneados que tiene superávit no pueda emprender la ampliación y reforma de los accesos desde la autovía en un solo ejercicio porque supera el 10% el presupuesto del año anterior, aun teniendo presupuesto para ello, lo dice todo.
    No quieren que el ciudadano se implique. Cuanto más lejana la adiministración, mayor osurantismo y más fáciles son los cohechos, los traficos de influencias y los treses por cientos.
    Gran artículo.

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