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Muerte digna: un derecho de nuestro tiempo

Rosana Arques Vicente
Rosana Arques Vicente
Secretaría Nuevos Derechos y Laicidad 2017 Comisión Ejecutiva Nacional PSPV-PSOE Coordinadora Izquierda Socialista Alicante y Provincia 2014-2017 Presidenta Asociación Cultural Femenina Itaca 2009-2017 Miembro de la Plataforma Feminista de Alicante 2012-2017
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análisis

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La muerte digna es un tema que afecta a tres bandas, lo moral, lo ético, lo espiritual. En palabras de Ángeles Durán, la vida es un proceso, la muerte una transición, y el final sólo se comprende si antes se tiene una idea clara de cuál es su finalidad. El modo en que afrontemos el final de nuestras vidas depende del modo en que interpretemos el proceso que termina en ese punto. Y las distintas tradiciones culturales marcan el modo de interpretarlo.

En los países desarrollados, y entre ellos en España, prácticamente todo el mundo nace por encargo. Son nacimientos voluntariamente recibidos, invitaciones a formar parte de la sociedad a través de los padres. Pero, ¿Cómo se muere?. El derecho a una muerte digna, es una cuestión que consideramos ha de ser abordada lo antes posible por las administraciones y los poderes públicos con prontitud y profundidad; porque el derecho a una muerte digna hace que vivir sea más que mantener un corazón latiendo, da sentido al significado de vivir y morir dignamente, y más ahora que por sus propias circunstancias sociológicas y sanitarias el debate esté encima de la mesa.

Nos preocupa y mucho las implicaciones éticas y morales de este derecho que consideramos fundamental. Es necesario señalar la irracionalidad de algunos posicionamientos, añadiendo al mismo tiempo, que las cuestiones relativas a las creencias han de quedar en la esfera privada, obviando que el ser humano debe tener el control de su existencia en su total extensión y que aspiramos a conseguir el reconocimiento legal de la propiedad total de nuestra vida.

Es en el seno de estas implicaciones donde entra en juego la espiritualidad, las emociones y las costumbres, apareciendo aspectos contradictorios como es la voluntad de la persona que está enferma, frente a la familia, o bien la parte médica que a veces impone su ideología o creencia personal por encima del deseo de la persona enferma o incluso de la propia familia o de su profesión. Lo más grave de todo esto es la “criminalización” de profesionales o personas que se han significado a favor de ella. Criminalización que proviene de elementos reaccionarios y ha sido utilizada políticamente para desprestigiar a los profesionales que han tenido una forma clara de entender que ya que no se decide como nacer, podamos decidir como morir.

Podemos pensar que estas situaciones escapan al sesgo del género, pero nada más lejos de la realidad pues las mujeres tienen un protagonismo importante en la medida que desempeñan habitualmente el rol de cuidadoras, por lo que consideramos que se ha de contar con ellas, del mismo modo que con los y las profesionales para que aporten una perspectiva que ayude a comprender la situación. El alcanzar un escenario adecuado para ello es un gran paso para la humanización, importante para que se respete la autonomía de la persona, nuestra intimidad y nuestra decisión personal a morir en determinadas condiciones, de cuidado, de consciencia, envuelta esta decisión en un halo de respeto para quien decide dejar este mundo y hacia su familia, al mismo tiempo que un acto de libertad que todas y todos deberíamos poder elegir.

A los y las socialistas nos preocupa el escenario en el que nos encontramos: una estructura social en la que las personas mayores y dependientes forman un amplio estrato de población, un sistema sanitario que no dispone todavía de una adecuada implementación de servicios socio asistenciales adecuados, aunque sí está cada vez más preparado para alargar la vida, de ahí que se haya estado trabajando por una Ley de atención al final de la vida, ya aprobada por el Consell y pendiente de tramitación en las Cortes, más que nada para mostrar la voluntad de este gobierno de legislar un tema tan importante como es el derecho a morir con dignidad, con respeto a las decisiones personales y aportando los medios pertinentes para poder hacerlo. Por lo que la muerte digna es el derecho a morir dignamente sin necesidad, si así se decidiese, de ser sometidos a prácticas que invadan nuestro cuerpo o que alarguen nuestra agonía o sufrimiento y en eso debemos trabajar, en incorporar nuevos derechos, reglarlos entenderlos y respetarlos, porque la muerte es una realidad ineludible y no una opción.

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