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No me preguntes si fue el día 1 de octubre de 2017 o unos días antes o unos días después que decidí volver a la acción directa no violenta de la que me mantenía al margen desde que dejé la Crida a la Solidaritat en Defensa de la Llengua, la Cultura i la Nació Catalanes. Soy independentista desde que tengo uso de razón y me sentí muy cómoda durante los años que desde La Crida, con Àngel Colom, Jordi Sánchez –hoy encarcelado- y Carles Riera –hoy diputado en el Parlament de Catalunya- en el secretariado nacional, luchamos pacíficamente por el respeto a nuestra lengua, cultura y nación. Aunque conservando mi ideología i defendiendo al máximo el derecho a la Autodeterminación del pueblo catalán, durante la segunda mitad de los años 90 y hasta el 1-0 aproximadamente, intenté no postularme públicamente, al menos en mi ciudad, por mi condición de periodista en un medio local. Pero claro, llegó un momento en que las agresiones del Estado español contra Catalunya fueron tan grandes, desde aquel recorte del Estatut del año 2010 hasta los impedimentos al Referèndum, que decidí que no había otra opción que tomar partido. Y lo hice como siempre, pacíficamente, acercándome a tantas y tantas personas de mi ciudad que, como yo, habían decidido autoorganizarse para defender la República Catalana. Y esto no va en detrimento de mi honestidad profesional. Precisamente, el periodismo es compromiso social.

Ahora estoy donde tengo que estar, al lado de mis vecinos que el 1-O defendieron las urnas de sus colegios electorales, y de los que se han acercado a la acción directa pacífica más recientemente, y siempre respetando a los pueblos de España que algún día puede ser que también promuevan la República. Llegamos aquí después de las consultas populares sobre la Independencia de Catalunya hechas por el pueblo en 2010 y del 9N. Hemos votado 3 veces y las urnas han hablado. Por qué no se ha respetado la voluntad popular?

Todo esto lo explico no para lamentarme de lo que no ha podido ser, sino para que veáis qué podemos hacer en el presente y el futuro: construir República. No descansaré hasta que Catalunya haya conseguido su libertad y contribuiré a la Catalunya justa, social y feminista deseada.

Las víctimas del 1-0, los presos políticos, los exiliados, los funcionarios de la Generalitat de Catalunya y todos los catalanes en general nos merecemos una Catalunya libre. Y la señora de 91 años que ví defendiendo las urnas o la de cincuenta y pico que días después del 1-0 iba a colgar carteles y lazos amarillos andando con muleta porqué tiene “huesos de cristal” y sufre fracturas cada dos por tres me merecen una gran admiración.

 

Elisenda

 

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