Este mes de abril, se ha cumplido el 86 aniversario de un importante acontecimiento histórico para nuestro país, como fue la proclamación el 14 de abril de 1931, de la II República.

En estas fechas, como expresión del recuerdo respetuoso a esa etapa de nuestra historia, este año hemos visto ondear la tricolor en las calles y en los balcones de algunos ayuntamientos, así como la celebración de  numerosas conferencias donde se daba a conocer a las nuevas generaciones lo que fue la II República y lo que podía haber sido, sino no se hubiese producido el levantamiento fascista del Ejercito, contra el régimen legal republicano.

Porque en definitiva, la fecha gloriosa del 14 de abril, lo fue porque la Monarquia era un régimen agotado, y Alfonso XIII, huyendo del país,  vino a facilitar la proclamación de la II República, que sin necesidad de ninguna confrontación, bastó que se proclamase en al Puerta del Sol de Madrid. 

Este año, entre los numerosos actos celebrados, han sido muy emotivos los de aquellos lugares donde fueron fusilados miles de hombres y mujeres de bien, en los cuales el recordatorio de los hijos y nietos  que aun no saben, en qué cuneta estarán ocultos los restos de sus queridos familiares, que fueron víctimas de los fusilamientos, por el único delito de ser republicanos, han sido la pura emoción del recuerdo.

Sin embargo, no están tampoco faltando quienes – en mi opinión – confundiendo unas páginas de nuestra historia, vienen reivindican hoy la III República como algo vital, para que los españoles puedan elegir al Presidente de esa hipotética República, quizá confiando que  esa “Proclamación” fuera la solución a los múltiples problemas que nos afectan.

No compartiendo esas confusas reivindicaciones, por varias razones, voy a tratar de analizar los hechos de nuestra Historia,  así como los actuales problemas generados por la crisis sistémica, cuyas soluciones no pasan por ninguna proclamación de la III República.

Para la reivindicación de esa III República, sus seguidores están ignorando, quizá deliberadamente, las circunstancias que hicieron posible la Transición de la Dictadura a la Democracia, y esa interpretación “Sui generis” de la historia, son origen y punto de partida para agitar el mantra “Monarquia ó República”.

A uno le cuesta escuchar, esas tergiversaciones que algunas personas como Alberto Garzón y otras, con sus críticas a la Transición, han olvidado que el fascismo en España,  no desapareció de la misma manera que desapareció en Europa. 

En Europa, el fascismo fue barrido militarmente, juzgados y condenados sus líderes, colgados en Núremberg, y en otros sitios otros, mientras que en España, y esto es algo que no podemos olvidar, acabamos con la Dictadura franquista, con una alianza no declarada, pero tácita, concebida entre la izquierda de este país, el PCE, y el PSOE, la oposición democrática y una parte del franquismo, que fueron los reformistas del franquismo organizado.

Y se tuvo que hacer porque la Guerra, y la represión habían dejado condiciones en las cuales no había quien se plantease – salvo el PCE y algunos grupos – la tarea de derribar al franquismo.

Lo que se planteaba la oposición democrática, era remplazar, substituir lo que había, porque la tarea de derribar la Dictadura, no existió más que en una  minoría, que nunca fue suficientemente fuerte para romperla.

Y aprovechando una brecha que se produjo en el bando franquista, en un momento en que la burguesía española necesitaba entrar en la Unión Europea, en un momento donde la burguesía española necesitaba unirse al proceso de globalización capitalista que se desarrollaba, empezaron a desarrollarse una serie de preguntas, y es que, la existencia de la Dictadura era una dificultad.

Y esa posición de la burguesía española fue la que unió a los reformistas del franquismo, incluso a algunas gentes de la oposición, fue la brecha que se aprovechó para poner fin al régimen franquista y para abrir un proceso democrático en España.

Y se sabía, que por ese camino, las cosas serian más largas, que la Democracia española tendría equis defectos, que no sería una democracia tan pura y tan limpia como las que se habían logrado en otros países  con la derrota militar del fascismo y la ejecución de sus dirigentes.

Y esa era la única manera de salir a una situación democrática, en la cual las fuerzas progresistas, las fuerzas ya legalizadas, pudieran ponerse en tanto a partir del tiempo, del sufrimiento de nuevas generaciones a actuar. Y claro que en ese momento tan importante para España y los españoles, ya se comprobaba cuan dura y difícil era la derecha de este país.

Porque tenemos una derecha carpetovetónica hoy aún en el 2017, una derecha profundamente reaccionaria, no comparable con la derecha europea. Tenemos una derecha que a fuerza de mentiras y manipulaciones a pesar de su corrupción, siguen gobernando en minoría. Y con su política, aunque sea el PP el partido más votado, lo que sigue buscando desesperadamente es la destrucción de las fuerzas de izquierda.

Por eso desde las amenazas de Mariano Rajoy, de convocar nuevas elecciones, si el PSOE – versión Gestora y Susana Díaz – no le aprueban los presupuestos, espera con ello lograr que no sea Pedro Sánchez que ya a ha anunciado que si es elegido en las Primarias y el Congreso se aprueba el carácter de izquierdas del PSOE, y no subsidiario del PP, no solo no tendrá el no a los presupuesto de ese nuevo partido, sino una oposición seria y coherente con el liderazgo de Pedro Sánchez.

Y ahora más que nunca, si se quiere vencer a esa derecha  carpetovetónica y corrupta, del PP, hay que apoyar votando en las primarias a Pedro Sánchez, para que vuelva a ser el Secretario General del PSOE.

Porque, ya no hay la necesidad absoluta de acuerdos con la derecha que representa el PP, y si algún día nuestro país sufre una invasión de marcianos. Que nadie lo dude, por intereses de Estado, todos los españoles lucharemos codo con codo para rechazar el ataque de los marcianos.

Pero ahora lo que se impone, porque lo necesitamos, es la unidad de las fuerzas de izquierda y de las fuerzas democráticas para hacer triunfar y consolidar el proceso democrático y progresista en España.

Y si gritan y amenaza Mariano Rajoy y sus muchachos, con el triunfo de Pedro Sánchez y de  un PSOE no servil a sus intereses de Gobierno, pues que griten hasta quedarse afónicos. Lo importante es que la izquierda y los demócratas de este país, no se arruguen, ni tampoco la ciudadanía que asustadiza siguen votando a Mariano Rajoy y su PP, y dejen de hacerlo. 

No hay que arrugarse en esa batalla decisiva  por reafirmar la izquierda que representara Pedro  Sánchez al frente del PSOE, y para rechazar a quienes como Susana Díaz y desde la Comisión Gestora pretenden hacer de ese partido una fuerza social-liberal, un partido sub-alterno del PP.

No estamos en 1936, estamos en la segunda década del siglo XXI, y  a pesar de toda su fuerza, de todas las manipulaciones, de los poderes fácticos, yo estoy convencido que la Democracia y las fuerzas de izquierda y de progreso acabaran triunfando en nuestro país.

Pero hoy, cuando se contemplan las discrepancias en partidos como el PSOE donde se presiona por todos los medios, desde los poderes facticos, políticos y económicos para tratar de sepultar a ese joven dirigente de izquierdas, Pedro Sánchez, dan ganas de gritarles a la banda de colaboracionistas con la derecha de este país, para que cesen de actuar tan vergonzosamente.

Y cuando estamos en estas circunstancias, y uno constata las voces desafortunadas, por desfasadas y erróneas que repiten el mantra ¿Monarquita ó República? No puede uno callarse ante tanta torpeza que confunde más que aporta, medidas y propuestas a los problemas reales que tenemos planteados.

¿Monarquía ó República? Es de entrada una premisa pedestre y ridículamente irreal. Porque planteándolo así, se está falseando la realidad. Claro si lo que se quiere, el objetivo es poner todo patas arriba, las conquistas de Libertad, Democracia y la Constitución, que dicho sea de paso ha logrado en nuestro país la estabilidad más sólida desde los Iberos y los Celtas – Valga la expresión-. Pues bien es una buena forma plantear ¿Monarquía ó República?, todo patas a arriba.

Pero si se quiere un análisis serio sobre la cuestión ¿Monarquia ó República? Habría que empezar por reconocer que la República es solamente un modelo de Estado que se opuso al sistema monárquico cuando este, estuvo históricamente agotado.

En primer lugar, porque la gente, la de a pie, merecemos respeto y que no nos cuentes “falsas historias”, porque no somos ni analfabetos históricamente hablando, ni tontos, y sabemos que la República es solamente un modelo de Estado opuesto a la Monarquía, que fue válido en el contexto de la caducidad de la Monarquia, por ser un régimen agotado e insostenible en nuestro país.

Sin embargo, la medida que el Presidente de la República, fue elegido por los ciudadanos, no permite la confusión de ninguna manera, que la forma Republicana del Estado vaya a asegurarnos hoy, ni mucho menos, un modelo idílico de bienestar, envidiable y deseable, como modelo de Estado para nuestra sociedad y para nuestro país en el Siglo XXI. 

Veamos, algunos de los países más prósperos y libres del mundo en materias de derechos económicos y sociales que son precisamente Monarquías consolidadas – aunque no sea a estas a quien se lo deban en lo fundamental -, véase sino a Dinamarca, Suecia, Noruega, Holanda, Reino Unido, que también están inmersos en la economía globalizada, la gran crisis y la Depresión económica mundial. 

Y por otro lado, algunos países de los más degradados son Repúblicas, como la del Congo, Corea, y no hace falta irse muy lejos y si el Alzhéimer no nos está afectando, acordarnos de nuestra vecinos Portugal que es una República y lo fue durante la larga dictadura fascista de Oliveira Salazar.

Y Repúblicas lo son Francia, Alemania, Italia, Grecia, Irlanda que entre otras y no por ello, están exentas de padecer la crisis económica y la Depresión, origen de todos nuestros males, y de las gestiones políticas de partidos de un signo u otro con los consiguientes problemas: paro, desigualdades, déficits y una Deuda impagable, la pérdida de derechos económicos y sociales, y el empobrecimiento generalizado de estas sociedades.

¿Y porque? Pues porque, tanto los países citados como Monarquías, como los que son una República, su modelo de Estado no  les protege de la Gran crisis económica, ningún modelo de Estado es hoy una vacuna que les libra de los males que estamos padeciendo hoy en el mundo de la globalización y la crisis del sistema banquero y financiero internacional. Y que sea Monarquía ó República, hoy en la segunda década del siglo XXI es absolutamente igual, no es determinante para hacer frente al gran poder político del capitalismo financiero. Que ese es el problema que hay que abordar, para lograr la democratización política de la economía y del mundo financiero.

Y para hacer frente a ese reto, lo que se requiere en nuestro país, es una gran alianza de las fuerzas de izquierda, y no estar tan alejados, confrontados por el ¡NO! de Podemos a la investidura de Pedro Sánchez  en base al “matrimonio de conveniencia Podemos-IU” con el único objetivo de acabar con el liderazgo del PSOE, como meta programática de esa formación.

Yo estoy convencido, que si estos fueran capaces de enmendar su trayectoria poniendo fin a sus “mantras” anti-PSOE y de guardar en el baúl de los recuerdos sus reivindicaciones republicanas,  y de elaborar un “Programa Común” reformista y progresista inequívocamente de izquierdas y transformador de la España de hoy, constituiría  el paso decisivo y único para acabar con el Gobierno de Mariano Rajoy y del corrupto PP., para sustituirlo por un gobierno de la “Unidad de la Izquierda”. Un Gobierno que sería el trampolín de lanzamiento de políticas auténticas socialdemócratas de izquierdas y sostenibles que impulsarían la economía productiva generadora de empleo, y la recuperación de los derechos arrebatados por el neoliberalismo de la derecha.

Eso es lo que creo, porque el mantenimiento de la reivindicación de la III República hoy, viene más a confundir y a distraer a la ciudadanía, que a situarla ante los problemas reales que tenemos, y que son a mi juicio, los que hay que situar en la primera línea de nuestras reivindicaciones.

Yo  entiendo la especie de veneración que en nuestro país se tiene por la II República, porque fue el modelo de Estado que expulso a la nefasta Monarquia de Alfonso XIII, y el que restituyo derechos y libertades, que el pueblo supo defender con la heroica organización popular frente al golpe militar fascista de Franco, que nos impuso un régimen de terror, persecución y de fracaso económico, después de la guerra. Los españoles debemos el lógico y necesario respeto histórico que se mereció la II República.

La “Forma” y el “Contenido” son dos componentes esenciales de las categorías de la dialéctica Marxista. Distinguirlas en cualquier análisis mediante su diferenciación concreta, es fundamental para no equivocarse en cualquier análisis para evitar conclusiones equivocadas. Por lo tanto a la hora de distinguir entre la forma y el contenido de un Estado, como el nuestro, no puede admitir ninguna confusión.

Y la confusión se plantea hoy, exigiendo  la necesidad de decidir la forma del Estado: ¿Monarquía ó República? para poder resolver los graves  problemas económicos, olvidándose y dejando de lado  el contenido del Estado con plenas libertades democráticas y derechos contemplados en nuestra Constitución desde 1978, y que fija a su vez, los mecanismos para su  reforma, que proclama la Soberanía Nacional en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado,  que fija como forma de Estado la Monarquía Parlamentaria, ha constituido hasta hoy, una base inequívoca de estabilidad política largamente desconocida en nuestro país.

Por eso, creo que esa confusión, no se debe establecer, y a uno le cuesta escuchar la confusión que establecen algunos, al plantear hoy como dilema “Monarquía ó Democracia”, y permanecer callado sin decir lo que uno piensa, ante tanta ignorancia y confusión histórica.

¡Sí!, Monarquia ó República es un falso planteamiento. ¡Falso rotundamente, de la cabeza a los pies! Que no nos sirve para abordar y resolver los problemas reales que tenemos.

¿Es que la III República va a dotarnos de mayores contenidos que los que la Constitución hoy en vigor nos ofrece? La única variante sería la de que cada x años podríamos elegir al presidente del Estado al que supongo que nadie de los que aspiran a poder votar al Presidente de la República, le quisieran otorgar ni un derecho más de los que hoy tiene en nuestro país el Jefe del Estado, el monarca Felipe VI. Es decir, ninguno, para poder gobernar.

Y los problemas de nuestras deprimentes estructuras industriales, el retraso económico y social histórico, que llevamos arrastrando desde hace años, la gestión de la crisis que nos ha endeudado y que no podremos pagar en la vida, y que los niños puedan comer en sus casas sin necesidad de recurrir a la caridad, que el paro deje de ser la seña de identidad de nuestra sociedad, entre otras tantas. ¿Estos problemas los van a solucionar el que la soberanía nacional elija a un Presidente del Estado? Que no podrá ni gobernar ni nada de nada.

Pues sinceramente creo que NO, que nada cambiaria. Y si se convencieran los esperanzados en poder decidir la forma de Estado, que con eso no vamos a resolver ¡Ningún problema!. Porque la forma, no va a modificar para nada los contenidos de nuestro actual Estado. ¿A qué tantas batallitas? Que solo agotan a la tropa y las distrae de lo fundamental.

¿Es que estaríamos mejor con un Presidente de la III República que se llamase José María Aznar, ó Mariano Rajoy, ó  Felipe González ocupado ahora con su empleo de las “puertas giratorias”?, ¿ O sería  mejor una Presidenta como la Srª. Cospedal o la Señora Esperanza Aguirre? 

Para mi, la Constitución de 1978 ha sido una pieza clave en la construcción de nuestra democracia, uno de los hechos políticos más felices de nuestra reciente historia. Su vigencia a lo largo de los últimos 39 años ha constituido y constituye la garantía del periodo más largo de convivencia democrática que nos hemos dado los españoles

Desde entonces esta Constitución, la que hoy está en vigor hasta que se reforme y la resultante de las modificaciones se sometan a la Soberanía Nacional mediante un referéndum para ese fin, sigue siendo la Ley de leyes que a todos los españoles nos obliga a respetarla, incluso a aquellas fuerzas políticas y ciudadanos que en el ejercicio de su legitimo derecho a reivindicar una cambio en la naturaleza política del Estado, reivindiquen la República como modelo más acorde con los tiempos en la segunda década del siglo XXI.

Por lo tanto parece, ó debería parecer algo tan sencillo, como es, que hasta que no se proceda a la reforma o a la elaboración de una nueva Constitución y esta sea sometida a referéndum y aprobada por la mayoría de españoles. La que vale, la que regula lo que somos y también lo que deberíamos hacer para transformar esa misma Constitución, es lo que dispone desde el 1978 nuestra Constitución.

Y mientras que no exista la concordia de las fuerzas políticas que son la representación de la Soberanía Nacional, para proceder a la elaboración de las reformas pertinentes, y sujetas al referéndum del pueblo español, cualquier exigencia por respetable que sea, de realizar un referéndum ¡Ya! para decidir la forma política del Estado, ó se tiene en cuenta la realidad legal necesaria para hacer posible ese referéndum, ó solo conducirá a estrellarse una y otra vez ante el muro de la legalidad vigente, y a producir frustraciones a sectores de la población y tensiones innecesarias en nuestro país.

Lo lamentable hoy, es la ceguera política que padecen algunos políticos y los ciudadanos, que se empeñan en cerrar los ojos ante nuestra realidad histórica, que nos ha demostrado que si en 1931, el problema fue la Monarquia, en 1976 fue la solución.

Los españoles deberíamos abrir los ojos y convencernos de que solo el sentido común, la responsabilidad y la prudencia son las actitudes necesarias e indispensables para hacer frente al reto que hoy tenemos. Lo que necesitamos es una mayor correlación de fuerzas de la Izquierda para hacer posible los cambios de Gobierno y de políticas las políticas neoliberales que nos están haciendo más pobres y con menos derechos cada día.

Y para eso hay que sustituir el inservible y caduco “mantra” ¿Monarquia o República?, por el de “Libertad y Democracia” como los instrumentos que necesitamos para una España mejor, donde el trabajo y el bienestar de los españoles sean el único objetivo por el que los Gobiernos deban de gobernar.

 

2 COMENTARIOS

  1. Este artículo no creo que convenza a nadie; y como está formulado o escrito, no me parece adecuado para un periódico de esta talla. Es solo una opinión particular.
    Por otra parte, lo he dicho otras veces claramente, soy de los que piensan que a día de hoy el PSOE solo tiene un líder válido; y desde mi punto de vista es Pedro Sánchez. Por un motivo. Es el único que podría (y todavía no lo tengo muy claro) llevar a cabo la limpieza que necesita su partido, para que vuelva por sus fueros. Ya que a mi modo de ver, el PSOE de antaño hoy no existe o nunca existió. Está dirigido por poderes facticos de ideología claramente capitalista (cuyos dirigentes en ocultos en sombra visible, hace treinta años se al go a sociatas, aunque nunca a solialistas de verdadero pelaje), sabemos quienes son; y qué es lo que persiguen. Pero pensamos que como el dinero (una vez no lo fue todo) quizá la historia se repita, y antes de REGALAR el voto alegre-egoístamente a otra desgraciada era PPSOista, el pueblo vuelva a razonar con el corazón antes que con el miedo.

  2. Disculpas. Mismo artículo, pero corregido:

    Este artículo no creo que convenza a nadie, pues como está formulado o escrito, no me parece idóneo para un periódico de su talla. Es solo una opinión particular.
    Por otra parte, lo he dicho otras veces claramente, soy de los que piensan que a día de hoy el PSOE, solo tiene un líder válido. Desde mi punto de vista es Pedro Sánchez. Por un motivo. Es el único que podría (y todavía no lo tengo muy claro) llevar a cabo la limpieza que necesita su partido, para devolverlo por sus fueros. Ya que, a mi modo de ver, el PSOE de antaño hoy no existe; o nunca existió. Está dirigido por poderes facticos, de ideología claramente capitalista (cuyos dirigentes ocultos en sombra visible, hace treinta años parecían sociatas, pero nunca llegaro a dar la talla como solialistas de sobrio pelaje); sabemos quienes son, y qué es lo que persiguen. Pero pensamos que como el dinero –en ocasiones no lo fue todo– quizá la historia se repita (y siempre se repite) y antes de REGALAR un voto «alegre-egoísta» a otra desgraciada era PPSOE, el pueblo se atreva a razonar con el corazón antes que con el miedo.
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