Su denominación viene a cargo de un anglicismo: slow fashion, tal vez porque en el primer mundo es el inglés el idioma que impera y que marca la tendencia, también en lo que se refiere a sostenibilidad. A España ha llegado esta tendencia con intención de quedarse y seguir creciendo, y lo atestiguan ferias dedicadas a la ecología como BioCultura, que aunque esta año no recala en Sevilla (lo hace cada dos años) ya tiene en los productores de ropa ecológica uno de sus principales bastiones en alza. «La moda sostenible va avanzando poco a poco en nuestro país», aseguran desde la asociación Vida Sana, organizadora de las ferias BioCultura a lo largo del país. «Cada vez más ecoemprendedores se lanzan a la aventura de poner en el mercado ropa limpia de verdad, en lo medioambiental y en lo social», afirman. En efecto, en las últimas ediciones de BioCultura, algunas empresas han expuesto y vendido sus propuestas.

La reutilización de prendas en desuso es una de las técnicas de esta nueva industria (aunque más que de industria hablamos de artesanía). Charito Recicla es una de estas empresas de moda sostenible con Chary Nieto al frente. Dedicada a reutilizar prendas que habían caído en desuso, su modus operandi es recibir ropa usada, que lava y después le da una nueva vida bajo otras formas diseñadas por ella misma. «Así se evitan residuos», dice esta diseñadora de ropa sostenible de Olmedo, un pueblo de la provincia de Valladolid se autodefine como artesana, un oficio que inició en el año 2003. Con 50 años, lleva ya una década dedicada al reciclaje de prendas. «Esta actividad consiste en reutilizar prendas en desuso o de desecho, prendas que, por diversas causas, se convierten en un residuo si no les damos otra vida. Son toneladas de ropa las que he devuelto a su uso cotidiano, eso sí, transformándolas y creando diseños únicos y originales: dispongo para ello de un taller amplio con 3 máquinas de coser», dice orgullosa. «Cuando recibo las prendas, son seleccionadas, recortadas y clasificadas». Luego realiza el diseño nuevo son lavadas. «Utilizo cualquier material siempre que sea textil: colchas, pañuelos, medias, corbatas, piel, paraguas, bufandas y, por supuesto, cualquier tipo de prenda de vestir». Sola en esta «aventura», recalca que «es muy difícil que alguien me pueda ayudar, ya que voy creando el diseño sobre la marcha, modificándolo según vaya quedando, largura, peso… O dependiendo del material que tenga; el resultado es siempre distinto», concluye. Desde siempre, Chary ha querido hacer algo diferente: «Todo esto surge por la inquietud de hacer algo distinto. Empecé realizando diseños con material reciclado no textil, como papel, plástico, vasos, discos… y los mostrábamos en desfiles-espectáculo». Algo «pasajero», dice, ya que la necesidad de rentabilizar el trabajo la llevó a hacer algo «más comercial». «Pensé en dar uso a la gran cantidad de prendas que se desechan y así ayudar en lo posible a reducir esta gran mole de desecho textil que va a parar a los vertederos». Son las tres erres (Recicla, Reutiliza, Reduce), llevadas al pret a porter.

«Desde hace 10 años al día de hoy, les parece una gran idea y me animan a seguir: esto significa que se van concienciando de que cualquier paso que se da para cuidar nuestro entorno hay que valorarlo en su justa medida». Pero, de todas formas, la moda sostenible en España va aumentando con lentitud. Según la experiencia de esta pionera de la ropa sostenible «las modas aún tienen mucho peso, sobre todo entre la gente joven».

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