La Agencia Tributaria ha ignorado durante ocho meses la petición del juzgado que indaga sobre la adjudicación de 2.395 VPO en Madrid a Goldman Sachs. Esta debería ser portada de los medios si hubiese periodismo serio en España. Es indicador del tipo de influencia que ha transitado por los despachos y procesos. Es razonable que le teman a un cambio en los modos. Al regreso de la ley. A la investigación de las gestiones que nos han esquilmado no por impericia, que de todo hay, sino por una acción coordinada de los grupos de organizaciones dedicadas a tales cometidos. Ante esa avaricia, han surgido los discursos vacíos de los salvadores de la patria. De los defensores de España. De los ilustres agentes del despojo.

Perez Rubalcaba dio a conocer el último día de setiembre su postura: “Primero hay que darle un gobierno a España y después ya hablaremos del PSOE”. Este dirigente, afecto a las esquinas y a los rincones, nunca deja de sorprendernos. Para algunos, el verdadero cerebro de esta operación de acoso y derribo a la posibilidad del cambio en este país. Alineado en el entorno de los mariscales de las derrotas socialistas, es el que hundió al socialismo, en la confianza de la vigencia del bipartidismo. Mal cálculo. Por ello resurgen de sus cenizas las sombras del pasado.

Lo pactado entre el socialismo de la Tercera Vía y el Partido Popular de Rajoy era la abstención. Quizá, por ser tan demoledora esa posición para los simpatizantes y militantes socialistas, los sublevados no tienen la valentía de reconocerlo. Aunque si vamos de confesiones, la de Felipe Gonzalez: “Regionalmente, nunca hemos tenido peor resultado en el País Vasco, a pesar de las cosas que hicimos…ta-pa-pa…”. O posicionamientos como el de José Bono: “»Hay que saber pasar el testigo, aferrarse al cargo ni es inteligente, ni es decoroso, hay que cambiar el rumbo en mi partido”. Ni se despeinó mientras lo dijo. Con todo respeto.

Miguel Blesa, funcionario del Cuerpo de Inspectores de Hacienda, fue el gran diseñador de la bancarrota más costosa en la historia de España. Es él quién nos manifiesta, con una expresión gallarda, que no sabía el funcionamiento de las conocidas tarjetas black. De la complejidad de las preferentes y su aplicación concienzuda, ni palabra. Ya lo publicaba eldiario.es el 11 de diciembre de 2013:

“Como una fiesta financiera, como un pelotazo empresarial, como un nuevo récord. Así vivió Miguel Blesa, entonces presidente de Caja Madrid, la millonaria emisión de preferentes en 2009, un producto financiero que atrapó a miles de clientes de la entidad y volatilizó sus ahorros. Varios correos del mejor amigo de Aznar en la banca, a los que ha tenido acceso eldiario.es, describen el ambiente de euforia sin vértigo en aquellos días de emisiones millonarias, en los que se fraguaba lo que la propia CNMV calificó como un incumplimiento de la ley deliberado y masivo en perjuicio de pequeños ahorradores”.

Amigo de sus amigos, Blesa llegó a presidir la mayor caja de ahorros en pleno auge de la burbuja inmobiliaria y de las diversas tramas de corrupción, actualmente en pleno proceso judicial. Confío en que la Justicia prevalezca. Lo contrario puede ser no sólo un agravio a los españoles. Podría ser una mancha imborrable en la imagen de este país.

En tanto Mariano Rajoy cree que tiene la abstención “de cualquier manera” por parte de los sublevados. Mucho me temo que no es consciente de la situación en la que se encuentra. Aguarda, fiel a su método, que el tiempo juegue a su favor. Debería comprender que los métodos tienen excepciones.

Los partidos, y aquellos dirigentes que los representaban en los tiempos de la abundancia, son los mismos que no asumen la responsabilidad en el desastre en el que nos han metido. La confrontación en el PSOE tiene mucho de esa esencia.

Creo que ya va siendo hora de que sepan que está llegando el momento de rendir cuentas.

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