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Miedo, mucho miedo

Gabriel García Sánchez
Gabriel García Sánchez
Catedrático de química inorgánica (Universidad de Murcia), Decano de la FAcultad de Química (1992-2002), Director de la Oficina de Transferencia de resultados de investigación (OTRI), Director del Departamento de Química Inorgánica (2006 a 2010)
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análisis

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Mala herencia le vamos a dejar a nuestros hijos y nietos: un planeta destrozado por el Cambio Climático y todas las barbaridades que estamos haciendo, que, en definitiva, contribuyen a que una capa de miedo se extienda entre las sociedades, al menos las que están en disposición de pensar, por lo que hay que excluir al Tercer Mundo al que el destino le depara un futuro trágico sin que nadie mueva un dedo, ¿Dónde quedó lo del 2% de ayuda al Tercer Mundo?

Pero es que, cuando profundizas, te das cuenta de que la gente tiene mucho miedo, y tienen sobradas razones para tenerlo porque todos los mensajes son negativos y/o amenazantes. De este hecho son sabedores los políticos, fundamentalmente de la derecha, casi ya de extrema derecha, que saben muy bien que el miedo atenaza a la gente y le anula su capacidad de raciocinio.

Por eso es sorprendente lo de la manifestación en Madrid de hace unas semanas. ¿Cómo estará de agotada la gente para que haya saltado de forma violenta? Es la excepción que confirma la regla, en vez de llevarse por el miedo y esconderse en la obscuridad, se han levantado pidiendo el derecho más básico: la Salud que es semejante a decir la Vida. Cuesta trabajo creerse el chiste de la Presidenta de la Comunidad de Madrid, Díaz Ayuso, de poner un ordenador para que, a través de “zoom”, actúe como un médico a distancia, u on-line. De aquí a poner un robot solo queda un paso. Y la Presidenta se enfada y se pone a disparar a izquierda e izquierda, pero solo son “paroles” que no resuelven la situación y enfadan a la gente todavía más.

Pero son más las circunstancias que hacen crecer el miedo: primero fue la pandemia que nos retuvo en casa temblando de pavor; pero ahora es el frío que entra en nuestras viviendas, porque el precio de los combustibles nos pone en la disyuntiva: “o comes o te calientas”, pero las dos cosas no.

La guerra en Ucrania es otro motivo de miedo porque el otro contendiente es una gran potencia, Rusia, que dispone de un abundante arsenal nuclear. Enseguida la gente piensa, ¿y si se les va la mano y utilizan bombas nucleares?, ¿qué nos pasará a nosotros?

Pero lo que más asusta a la gente es la hiperinflación que ha provocado una subida de la cesta de la compra, de las viviendas, de alquiler y de compra, al estar los tipos de interés cada día más altos, ¡un disparate!

De lo anterior se puede concluir que el único alimento que se le está dando a la gente es Miedo, mucho Miedo, que hace que vayamos con las piernas temblando por un mundo cruel que día tras día nos sacude con otra nueva carga de pánico, y que solo nos permite pensar cuál será la próxima causa para sentir algo que ya ha pasado a correr por nuestras venas: miedo.

Por último, en nuestro ámbito profesional, también se padece de “mieditis”. En la UMU de nuestros amores se ha perdido el mínimo sentido crítico por causa del miedo. ¿Pero miedo a qué?

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