Mi nombre es Raúl, soy de un pueblecito pequeño de Cádiz.

He sufrido bullying y desprecio familiar por mi condición sexual.

¿Cómo conocí a Shangay? Primeramente, como casi todo el mundo, por televisión. De pequeño, dentro de mi timidez, me escuxdaba en la música, la televisión y las películas. Recuerdo ver a Shangay Lily entrevistando a Boy George en el programa de TVE Corazón de, y me decía «Yo soy así». Era un referente para mí dentro de otros muchos donde el heterocentrismo abundaba en los medios de comunicación.

Aún no existía facebook cuando tuve mi primera toma de contacto con Shangay. Ella escribía en su blog, y yo la seguía, y la verdad es que no empecé con buen pie. Bajo mi pseudónimo de Boney (por Boney M) vi una entrada suya sobre Alaska. Comencé a atacarla (a mi tita, como yo la llamaba, mi tita Shangay).

Así fue el comienzo de una relación que me quedará para el resto de mis días.

Me hizo ver que hay que reflexionar sobre lo que consumimos (culturalmente) y distinguir entre activismo y mamarrachada. Pues sí, Alaska, abanderada de la causa LGTB, de la mano de La Cope, de Federico Jiménez Losantos, y amiguísima de Esperanza Aguirre…

Mi mundo estaba muy desordenado, por temas de alcoholismo y drogadicción, a causa de todo mi pasado. Ella, como tan pizpireta y curiosa que era, se metía en mi blog, y comenzó a darme opiniones, y le gustaba las cosas que escribía,…era como un minidiario, en el que desfogaba mis frustraciones.

Estuvimos así durante mucho tiempo, y un día yo, muy lanzado, su Boney, le pedí su número de teléfono. Me sorprendió que me lo diese…me dije «Joder, una persona famosa ¿qué interés tiene en querer hablar conmigo después de que la atacase por el debate de Alaska?»

Nos pasábamos horas hablando por teléfono, Shangay a CAMBIO DE NADA. Nos reíamos, llorábamos, me contaba cosas sobre artistas que nos gustaban… nos reíamos diciéndonos pamplinas tipo «Hija, estoy aquí preparando unas lentejas y escuchándote a la vez».

Sin duda Shangay era una fiera tanto en vocablo y en activismo, como en saber ponerse en el lugar de los demás, en empatizar.

Aprendí mucho sobre el tema de mis adicciones, ella era muy sana. Siempre me decía que tenía una personalidad adictiva, por eso no bebía ni una copa, ni fumaba un cigarro de tabaco, ni nada. La verdad es que me dio grandes lecciones sobre cómo LUCHAR ante mis fantasmas, que estaban arruinando mi vida completamente. Shangay me hizo ver que ser diferente, no tenía nada de malo.

A veces, yo borracho le llamaba, y me aguantaba, «Raulito, por favor, para de beber, te vas a matar». Unas veces me daba con la mano izquierda y otras con la derecha «Raúl ¡ya! ¿eh?, eres muy autocomplaciente». ¡Qué gran ser!

Una de sus pasiones era la música, yo le pasaba cds que desconocía de grupos así rarillos. Recuerdo uno en concreto de la banda I Hate This Place, que la tuvo enganchada durante mucho tiempo. Me contó la anécdota de que iba con sus cascos al súper escuchándolos, y vio un niño con síndrome de down, y se puso a llorar. Tenía una personalidad muy sensible y a la vez una extrema agresividad ante las injusticias, las debilidades de los seres con problemas, que la hacía única.

Me enseño a ser más crítico, a saber disfrutar de la vida sin sustancias, y en definitiva, a quererme más, pese a que por la calle me insultaban (y me siguen insultando), y que me aferrase a la literatura, porque según ella, se me daba bien escribir. Como regalo de primeras, me mandó su novela «Machistófeles«, que me encandiló y me pidió que hiciera una caricatura de cómo me imaginaba a la protagonista. La segunda que leí fue «Escuela de Glamour», y ya con esa me desorbité.

Solo leía libros de biografías, y ella sin duda, me estaba incitando a hábitos buenos, saludables, y para crecer como persona.

Cuando me enteré de su muerte, me harté de llorar, no me lo esperaba; porque ella me decía que estaba malita, pero riéndose, así que no le tomaba importancia. Creo que a todos nos cogió por sorpresa. Lo primero que hice fue llamar una y otra vez a su móvil para escuchar el contestador con la magia de su voz.

Mi tita, –que siempre será mi tita–, te debo mucho, y tu partida, me ha dejado un vacío tremendo. Pero como tú eras una guerrera, sé que estarías orgullosa de verme como estoy ahora. Tita aunque ya te lo decía, TE QUIERO, y siempre estarás en mi mente. Gracias a ti, este mundo se me hizo menos difícil, ¿y qué me pedías? NADA, eras desinteresada, puro activismo. Emanabas luz, y aún sigue una estela plateada de purpurina brillando de la estrellaza que eres. Tita, te echo de menos.

Tu Boney….

 

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