Está siendo sonada la ausencia de representantes españoles en los actos de conmemoración de la independencia mexicana. Es comprensible que no pintemos nada allí, puesto que lo que celebran, sin duda, es haberse librado de «nosotros». Sería extraño ciertamente contar con algún representante institucional, sobre todo porque lo que forzó entre otras cuestiones que Hidalgo y Guerrero entrasen en Ciudad de México fue el rechazo a la propuesta de España, que pasaba por mantenerles en una monarquía.
Como a día de hoy seguimos siendo un reino, evidentemente sería chocante que ningún cargo institucional acuda a darles la enhorabuena. Aunque seguramente más de una y más de uno les felicitarían de buen grado.
Tal día como hoy, pero hace 200 años se firmaba el acta de independencia del Imperio de México. El presidente López Obrador se ha propuesto celebrarlo por todo lo alto.
Ciertamente estas fechas, que bien pueden ser la del 16 de septiembre, la del 27 o la del 28, se venían celebrando en México, pero no de forma institucional. Sin embargo ahora se está dando relevancia a hechos históricos que ponen en valor la soberanía del pueblo.
Tal día como hoy, pero hace 200 años, se firmaba el acta de independencia que decía así:
«Acta de independencia del Imperio Mexicano, pronunciada por su Junta Soberana congregada en la capital de él en 28 de septiembre de 1821.«
La Nación Mexicana que, por trescientos años, ni ha tenido voluntad propia, ni libre el uso de la voz, sale hoy de la opresión en que ha vivido.
Los heroicos esfuerzos de sus hijos han sido coronados; y está consumada la empresa, eternamente memorable, que un genio, superior á toda admiración y elogio, amor y gloria de su Patria, principio en Iguala, prosiguió y llevó al cabo, arrollando obstáculos casi insuperables.
Restituida, pues esta parte del septentrión al ejercicio de cuántos derechos le concedió el Autor de la Naturaleza. Y reconocen por inenagenables y sagrados las naciones cultas de la tierra; en libertad de constituirse del modo que mas convenga á su felicidad; y con representantes que puedan manifestar su voluntad y sus designios; comienza á hacer uso de tan preciosos dones, y declara solemnemente, por medio de la Junta Suprema del Imperio, que és Nación Soberana, é independiente de la antigua España, con quien, en lo sucesivo, no mantendrá otra unión que la de una amistad estrecha, en los términos que prescribieren los tratados: que entablará relaciones amistosas con las demás, potencias ejecutando, respecto de ellas, cuántos actos pueden y están en posesión de ejecutar las otras naciones soberanas: que va á constituirse, con arreglo á las bases que en el Plan de Iguala y Tratado de Córdoba estableció, sabiamente, el primer Jefe del Ejército Imperial de las Tres Garantías; y en fin que sostendrá á todo trance y con el sacrificio de los haberes y vidas de sus individuos, (si fuere necesario) esta solemne declaración, hecha en la capital del Imperio a veinte y ocho de septiembre del año de mil ochocientos veinte y uno, primero de la Independencia Mexicana.
Tal como tratamos a la Madre Patria en América, mucho me parece que sigan enviándonos biyuyo en concepto de «cooperación».
2 siglos de fracaso, hundimiento sin fondo a la vista, y culpamos no a nuestra casta criolla autora de la «independencia», casta corrupta vendida al anglo y ladrona de las tierras comunales indígenas que la corona española respetó, ni a nuestra casta indígena llorona que se está convirtiendo en nueva élite. se siente la mamá de los pollitos. Puros indigenistas militantes, digo nomás, no el chacharero de tianguis de Tlaxcala. Ni a nuestra casta empresaria, vendida a los gringos, canadienses,europeos y por supuesto al narco.
¡Y ni modo culpemos a los gringos, que se robaron más de la mitad de nuestro territorio! (nomás tantito antes de descubrir oro en California y petróleo en Texas. ¡Qué casual es la vida!). ¡Ah, no, al mero mero de América me lo respetan… «Qleros»…! Mejor, culpamos a los gachupines que nunca pisaron México ni sus padres ni sus abuelos…
El «ex» Virreynato de la Nueva España, de región más próspera de América admirada hasta por un anti-hispano como von Humboldt, donde un minero indígena ganaba más que uno de Alemania, a los «Estados Unidos» de México-basurero. 200 años de independencia del «Imperio Mexicano» (sépanlo, así dice nuestra acta de independencia). 2 siglos de miseria, racismo, clasismo todavía peor que en tiempos virrynales, ignorancia, analfabetismo y servilismo al angloamericano.
16 de septiembre, nada que celebrar… Mejor nos fuera siguiendo formando parte de España como uno de sus estados, o comunidades, como le dicen Uds.
Por cierto, creo que tienen por allá a un familiar de uno de los redactores de nuestra acta de Independencia, don Juan José Espinosa de los Monteros.
Saludos de un expatriado mexicano que ya n ose cree el cuento de la «libertad» y el brillante futuro de su patria «independiente»…