El quinto informe del presidente Enrique Peña fue presentado al Congreso por un funcionario de segundo nivel pasando a la historia como el más descarado desprecio al Congreso.

En México dejó de rendirse el informe desde el fraude electoral del 2006, el presidente Vicente Fox dejó de hacerlo por los cuestionamientos acerca de su intervención en las elecciones presidenciales para imponer a Felipe Calderón, desde entonces el secretario de gobernación se presentaba al Congreso para el sólo acto de entregar el voluminoso mamotreto.

Felipe Calderón instalado en la presidencia sólo pisó el Congreso en una accidentada sesión para protestar como presidente de la República ante la certeza de duros cuestionamientos optó por acordar la reforma al artículo 69 de la constitución en 2008 a fin de obviar su presencia en el Congreso.

Lo sustituyó por un mensaje faraónico realizado en Palacio Nacional en el que se da cita la alta burocracia y los notables, que son los invitados que diga el señor presidente para escuchar un discurso en el que se deja de lado al México de los 104 mil asesinados por la guerra contra el narcotráfico.

Se habla de la educación como fuerza transformadora sin decir nada acerca de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa quienes justo se movilizaban en contra de las reformas que privatizan la educación y desmantelan las escuelas públicas en especial las normales rurales dirigidas a formar maestros para las zonas más necesitadas.

De la corrupción habló en abstracto de una gran reforma que tiene como propósito dejar al fiscal que él decidió, es el senador priísta Raúl Cervantes nombrado procurador para que por obra y gracia de la reforma se perpetúe hasta por 9 años ante la inminencia del gobierno de López Obrador.

La maniobra es tan vil que la prensa mexicana ha exhibido a ese procurador falseando su domicilio para evitar el pago de tenencia -un impuesto- de su Ferrari, él es quien debería ordenar la aprehensión de Emilio Lozoya como principal gestor de millonarios moches -sobornos- a través de la constructora española OHL y de la petrolera brasileña Odebrecht.

Esa tapadera de fiscal es el que tendría que llevar a juicio a los responsables de la desaparición de los 43 y a los que fabricaron la falsa historia de la quema de los jóvenes en el basurero de Cocula proclamando la supuesta verdad histórica.

Es el que tendría que encontrar a los responsables de los asesinatos de los 36 periodistas en lo que va de su sexenio, es el que tendría que llevar a juicio a quienes compraron el malware pegasus para espiar a críticos, intelectuales, empresarios y hasta priístas.

El presidente Enrique Peña formó a toda una generación de políticos corruptos, que van más allá del PRI, su partido, incluso su poder corruptor tocó a gobernadores de la supuesta oposición, del PAN y el PRD, de hecho, los que se suponían de izquierda son más peñistas que los propios priístas, el caso del Jefe de Gobierno de la Ciudad de México es revelador.

Los lazos de impunidad entre el gobierno Federal y el de la Ciudad de México trascendieron, en la capital del país se habla de un Frente que incluya PRI, PAN y PRD para afrontar a la candidata de morena, esa alianza sería la mafia unida en un solo cuerpo confirma que el Frente es una colación de Estado dirigida desde el gobierno de la república para impedir el triunfo de López Obrador.

Esa monstruosa alianza a la vez sería la oportunidad histórica de tenerlos a todos juntos para que el pueblo de un sólo tiro acabe con su mal gobierno, el que deja un país con la mayor de las desigualdades, 60 millones de mexicanos en la pobreza, nada dice el mensaje presidencial de esto o de la deuda pública que duplicó al pasar de los 3.5 a los casi 7.5 billones de pesos, menos aún dijo algo de su cobarde relación con Donald Trump.

Lo único bueno es que se declara preocupado ante la posibilidad del cambio de rumbo porque del tamaño de esa preocupación es el tamaño de la esperanza de los mexicanos, ese cambio es esencial para una democracia de verdad que implique una auténtica división de poderes y la más elemental rendición de cuentas.

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