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Silvano Baztán Guindo
Silvano Baztán Guindohttp://silvanobaztan.com
Además de estar licenciado y doctorado en Medicina, tras diversas formaciones que me dieron una visión multidisciplinar del ser humano, actualmente dedico mi atención a lo que llamo (de forma resumida) Medicina Psicosomática.
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análisis

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Hace unos días, el abogado Luis De Miguel Ortega me invitó a su canal de TV (Scabelum TV) para realizar un directo de ésos en los que se pasa revista un poco a la situación actual.

Habitualmente, para ese tipo de invitaciones, me suelo preparar una serie de noticias para comentar.

Como la información de los medios de comunicación es opaca a la verdad en los temas de interés real para la población, y las revistas de divulgación médica siguen su peregrinar ajenas a la realidad, sigue habiendo necesidad de poner “negro sobre blanco” una serie de cuestiones, para mí, de gran interés.

La verdad es que me gustaría no seguir en esta línea, pues lo que me sentaría mejor sería divulgar sobre los temas en los que trabajo diariamente, ayudar a las personas a identificar sus conflictos y a resolver sus síntomas y enfermedades… Pero la realidad es tozuda.

Comienzo con una noticia científica proveniente de nuestro país. Hace menos de un mes que se publicó un estudio realizado en Cataluña sobre 309.039 pacientes de covid en el que se esperaba resaltar el posible efecto protector de la vacuna antigripal frente a la gravedad covid (neumonías, ingresos hospitalarios y muertes).

El resultado, que sorprendió al equipo investigador, fue que tuvieron alguna de las situaciones de gravedad estudiadas:

  • El 19% de los vacunados contra la gripe.
  • El 5’7% de los no vacunados contra la gripe.

Para el que no se aclare con los números, la conclusión del estudio era que los vacunados contra la gripe tenían mayor probabilidad de presentar alguno de los desenlaces graves estudiados que los que no se vacunaron.

Y tras excluir a las personas residentes en centros de asistencia permanente (las personas más mayores), los resultados fueron similares.

Otra noticia, esta vez proveniente del otro lado del Atlántico.

Datos tomados de una filtración de correo electrónico de un hospital de Fresno, en California (EEUU). Se hizo un estudio descriptivo sobre la tasa de mortinatos (niños nacidos muertos).

Partiendo de la base estadística norteamericana de 30 años previos (de 1990 a 2020):

Se puede ver un descenso gradual a lo largo de los años, generalmente asociado a mayores y mejores cuidados durante las gestaciones.

En los últimos años de la gráfica vemos las siguientes cifras de mortinatos:

  • 2018: 5’89‰ nacimientos.
  • 2019: 5’7‰ nacimientos.
  • 2020: 5’74‰ nacimientos.

Como se puede comprobar, no hubo grandes cambios en los últimos años contabilizados. Incluso en el “annus horribilis” de 2020, la tasa de mortinatos en EEUU se mantuvo en cifras similares a los años anteriores. Eso quiere decir que la

pandemia de Covid no provocó este tipo de cuadros de desenlace fatal en los embarazos.

¿Y qué datos se filtraron desde el hospital de Fresno, en California, sobre la tasa de mortinatos durante 2021 y 2022?

  • Julio 2021: 29’3‰ nacimientos.
  • Agosto 2022: 29’3‰ nacimientos.

Lógicamente, tras ese aumento colosal (más de un 500%) hubo una lanzadera de preguntas dirigidas al centro sanitario para que aclarara la situación… Ni los profesionales ni las asociaciones profesionales preguntadas se han dignado contestar. “Mutis por el foro”. ¿Por qué será? ¿A qué tienen miedo si muestran la realidad?

Ya de nuevo en nuestro país, mientras tanto, sigue el proceso propagandístico por parte de las instituciones sanitarias sobre las campañas de vacunación antigripal en los sanitarios.

Como ejemplo, en la revista de divulgación médica “diariomedico.com” se permiten airear sin freno falsedad tras falsedad:

“La evidencia científica demuestra que la mejor estrategia para prevenir el impacto de la gripe (en mortalidad y hospitalizaciones por complicaciones) en la población vulnerable es la vacunación”.

Clásicamente, el colectivo sanitario no se ha vacunado contra la gripe nunca, con cifras menores al 30-35%, hasta que en los años pandémicos, según parece, ha tenido un surgimiento, con cifras alrededor de un 60%.

“Erre que erre” y año tras año, el señor Amós (Presidente de la Asociación Española de Vacunología), generosamente retribuido por las empresas farmacéuticas junto a otros “expertos” del tema, nos recuerda el consejo de la OMS de alcanzar al menos al 75% del colectivo sanitario.

Esta gente sigue defendiendo la vacunación antigripal de los sanitarios porque, según ellos, “el personal sanitario está más

expuesto a la gripe”. Calculan que se infecta de gripe un 20% de los sanitarios. Y de ellos,

  • Del 40 al 70% tiene síntomas.
  • El resto (del 30 al 60%) sin síntomas, también la puede transmitir.

De primeras, me gustaría ver algún tipo de estudio con base sólida en el que se describa que el colectivo médico sufre de una mayor incidencia de gripe que otros grupos sociales o colectivos laborales. La verdad es que lo desconozco.

Tampoco parece que hayan leído la comprobación que se hizo en su día (en un estudio de la escuela de Medicina de Mont Sinai en Nueva York, publicado en 2018) en el que se constató que las personas vacunadas de la gripe durante los dos años anteriores y que sufrían la infección gripal, una situación muy fácil de que ocurra dado que es una de las vacunas menos eficaces, transmitían en su aliento x6’3 veces más aerosoles con virus de influenza que las personas no vacunadas.

Pero parece que tampoco tengan la memoria para recordar los experimentos del funcionario de salud pública norteamericano Milton Rosenau intentando demostrar la transmisión de la gripe durante la pandemia de 1918-19.

Para quien no sepa lo ocurrido en esta experiencia médica histórica, se intentó comprobar el poder contagiante de la gripe entre dos grupos de militares norteamericanos.

Por más que intentaron en diferentes experiencias (acercándolos, tosiéndoles a la cara, inyectándoles subcutáneamente productos de los enfermos…) que militares que no habían pasado la gripe se contagiaran de otros que estaban confinados por padecer este cuadro, no lograron que ningún soldado se contagiara de la gripe.

A estos médicos sufragados por la industria farmacéutica tampoco parece que les sirvan los datos de amplia significación estadística que se observó en un estudio realizado en 26 países europeos. En dicho estudio se buscó comparar dos variables: las tasas de vacunación contra la gripe en personas mayores de 65 años y la mortalidad por covid-19.

Exactamente la misma observación que sacó a relucir el estudio de la zona del Hospital de Barbastro en su sector sanitario (unas 100.000 personas) (aquí y aquí). Allí comprobaron, al revisar las muertes por covid-19 en personas de más de 65 años, más muertes en ancianos vacunados de la gripe que en los no vacunados, con la característica de la presencia del Polisorbato 80 como adyuvante de la vacuna.

Como ya he escrito en otros textos anteriores, cuando salió este estudio a la palestra, tanto las autoridades sanitarias como las asociaciones de profesionales y los “expertos de mesa camilla” no tardaron en lanzarse al cuello contra los autores del mismo, profesionales del Servicio de Farmacia y de Medicina Preventiva de dicho hospital oscense.

Parece haber una mala intención cuando se critican estos estudios diciendo que “no tienen la fuerza científica” como para relacionar como causa-efecto estas dos variables, la vacuna antigripal y la mortalidad por covid-19.

Y efectivamente, eso es así. Pero es que en ningún momento los autores han enfocado las conclusiones de esos estudios afirmando la relación causal. No se enteran o no se quieren enterar, de

que la demostración de asociaciones como las que se han observado son una señal de alerta. Sólo eso… Pero esa señal de alerta tan clara debería incitar a la realización de estudios de mayor categoría científica: aleatorios, doble ciego, etc. La cuestión es que, “por hache o por be”, no se realizan esos estudios tan necesarios.

Y no se realizan porque no interesa hacerlos. ¿A quién corresponde hacerlos o al menos sufragarlos? ¿A la industria farmacéutica o a los sistemas de salud públicos, a los gobiernos respectivos?

Siguiendo con las “pseudonoticias” de las publicaciones médicas de divulgación digital, ¿cómo se genera un documento de consenso a exportar a la población en general y a los médicos en particular?

Pues se reúnen representantes de diversas asociaciones que opinan exactamente lo mismo sobre un tema particular (verbigracia, la idoneidad de las vacunas) y en una sesión de trabajo editan un documento que va a ser la referencia condicionante respecto al tema planteado.

Así, la Asociación Española de Vacunología, la Asociación Española de Pediatría, los pediatras de Atención Primaria, la Asociación Española de Medicina Preventiva y la Asociación Española de Geriatría, consensuaron un documento en el que afirman que con la vacuna antigripal la gripe se reduce en un 68- 90% y los días de absentismo laboral entre un 28-40%.

Pues no es eso lo que dicen desde Cochrane, un equipo de científicos de gran prestigio internacional que se encarga de hacer revisiones y metaanálisis. Y así como Cochrane, hay otros estudios que también verifican sus conclusiones:

  • La efectividad de la vacuna contra la influenza para prevenir ILI (cuadros similares a la influenza) fue del 16% en cuanto al diagnóstico clínico en adultos sanos, y del 59% en cuanto al diagnóstico por PCR. Se necesitaría vacunar a 71 adultos sanos para evitar que uno de ellos sufriera

influenza. No que muriera… sino que sufriera un cuadro de influenza.

Dicho de otra manera para que se entienda mejor: si se vacunaran 71 adultos sanos, sólo uno de ellos conseguiría evitar pasar la gripe. ¿A eso le llaman eficacia?

De hecho, se ha visto en los vacunados de gripe un mayor riesgo de infección respiratoria aguda asociada con infección confirmada por virus respiratorios distintos de la influenza en comparación con los que recibieron placebo. Los agentes causantes de las infecciones respiratorias fueron principalmente rinovirus y coxsackie/echovirus.

Entonces, no sólo no es eficaz la vacuna antigripal sino que favorece la infección por otros virus respiratorios.

  • En cuanto a la reducción de la hospitalización por la vacuna de la gripe, ha pasado solamente de un 14’7% a un 14’1% y, además, con un amplio intervalo de confianza, con lo que el grado de certeza de dicha eficacia es bajísimo.
  • Ningún estudio ha abordado el impacto de la vacuna de la gripe sobre la mortalidad en la población de pacientes adultos sanos. ¡¡No hay ningún estudio!!
  • Las vacunas de la gripe pueden dar lugar a una reducción pequeña o nula de los días de ausencia laboral, con un grado de evidencia de certeza muy baja.

Así que no sé de dónde han sacado sus cifras el grupo de expertos que, en hermandad, han editado ese documento de consenso.

¿De los datos que les han dado provenientes de estudios subvencionados por la industria que vende las propias vacunas?

Aún más disparatado me parece el siguiente tema: la etiqueta de obligación ética que le ponen al hecho de vacunarse los sanitarios. Simplemente por el hecho de que los sanitarios aparentemente (una opinión como otra cualquiera) son difusores de gérmenes entre sus compañeros y entre los enfermos, muchos de ellos vulnerables.

¿No hemos quedado en que las personas vacunadas, si caen en la enfermedad, exhalan en su aliento x6’3 veces más carga vírica que los no vacunados en igual situación? ¿El grupo de sanitarios, como he hecho referencia anteriormente, es un grupo de especial riesgo de enfermar en cuanto a infecciones transmisibles? Me gustaría ver alguna publicación de calidad al respecto.

Y, por si no tuvieran suficientes motivos para fomentar las vacunas de la gripe entre los sanitarios, salen con el tema de ejemplaridad, mostrando a los sanitarios como referentes en la educación de salud para los ciudadanos.

De nuevo en el otro lado del Atlántico, amplios sectores sanitarios disidentes están bastante cabreados con un artículo que salió en la revista “The Atlantic” en el que una profesora de economía de la salud poco menos venía a decir que se cometieron (dice “cometimos”) una serie de errores mientras “estábamos” a oscuras sobre covid-19. Hace referencia concretamente al uso de mascarillas de tela al aire libre para evitar el contagio y el cierre inútil de escuelas.

Y sentencia: “Tenemos que perdonarnos unos a otros por lo que hicimos y dijimos cuando no sabíamos nada del covid”.

Las reacciones de incomodidad no se han hecho esperar.

Una de las voces que se han escuchado (leído) ha sido la del Dr. Madhava Setty, anestesista e ingeniero eléctrico, actualmente editor científico. Este profesional defiende que para poder perdonar lo sucedido primero es necesario que se acepte públicamente que se han cometido errores, de qué forma y por qué los cometieron tantas personas.

Asume, al igual que la profesora de economía de la salud, que no existe falta moral cuando se generan equivocaciones en una época de incertidumbre. Hasta ahí es correcto. Pero el Dr. Setty añade: “El fracaso moral se produjo cuando las personas desde su posición de incertidumbre atacaron despiadadamente a cualquiera que defendiera lo que ya se va sabiendo”.

Y los temas son muchos y variados:

  • Ésta es una pandemia de no vacunados. Los no vacunados están impulsando la pandemia.
  • Las escuelas deben permanecer cerradas.
  • Las vacunas son beneficiosas en el embarazo (“te protege a ti y a tu bebé”).
  • Permanecer sin mascarilla es un signo de desafío y no de sentido común.
  • Que las personas vacunadas enfermen no es un signo de que no sean eficaces.
  • Etcétera, etcétera.

El Dr. Setty pone en evidencia la necesidad de que, en tiempos de crisis e incertidumbre, en el terreno de la ciencia deben prodigarse debates abiertos donde poder poner encima de la mesa la mayor parte de posibilidades y puntos de vista para poder atisbar una salida correcta.

Defiende la necesidad de fomentar el desacuerdo y no reprimirlo. En cambio, se ha optado por la censura y darles a medios de comunicación y las redes sociales categoría de verificadores de la verdad.

Por otro lado, afirma también que las grandes medidas políticas en cuanto a restricción de libertades deben estar limitadas por el tiempo y la necesidad de comprobaciones científicas sobre su eficacia. Y si no, deben ser canceladas de inmediato.

Y en cuanto a la obtención de permisos de uso de vacunas y fármacos por la vía rápida, no se deben permitir campañas de uso masivo, generalizado, sin pruebas sólidas de su beneficio clínico neto.

¿Quién dirige y controla a las agencias reguladoras de medicamentos? El Dr. Setty ve necesario que estén dirigidas y controladas por profesionales imparciales, sin conflictos de intereses con la industria y con la expresa prohibición de las puertas giratorias en al menos 5 años tras el paso por el organismo público.

Menciono a continuación otra serie de cuestiones que enumera el Dr. Setty:

  • Los fabricantes de fármacos deberían ser responsables de los daños causados por sus productos, y las personas que aprobaron su uso deberían poder estar sometidas a posibles litigios.
  • Cualquier trabajador despedido por no haberse vacunado debe ser readmitido y compensado por el tiempo en el que no ha podido trabajar. Este tipo de decisiones fueron erróneas y poco éticas.
  • Ni las empresas de noticias ni los gobiernos deben guiarse por “expertos de Twitter”.
  • Es necesaria una comisión de investigación independiente que llegue a la claridad en el origen del virus.
  • Utilizar peyorativos como “teoría de la conspiración” o “desinformación” para denigrar los puntos de vista contrarios y a quienes lo sostienen, requiere un grado de certeza muy alto en la propia posición.
  • Los científicos cualificados deben sentirse libres para expresar sus opiniones, sin presiones laborales.
  • Las agencias de salud pública están obligadas a elaborar medidas políticas sensatas y a defenderlas abiertamente frente a sus críticos.
  • Plantea el papel importantísimo de la prensa independiente… Pero, ¿existe esa prensa independiente? Los medios de comunicación son fundamentales para garantizar que todas las opiniones se analicen por su propio mérito, abriendo debates justos, especialmente frente a las extralimitaciones de los gobiernos.

Y termina diciendo: Han fallado monumentalmente…, y, visto lo visto, parece mostrar que en una siguiente ocasión volverían a fallar.”

Salud para ti y los tuyos.

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3 COMENTARIOS

  1. Por fin un país, Argentina, muestra por decisión judicial los contratos de las «vacunas». Diez contratos súper millonarios a finales de 2020 para sendas «vacunas», y «sin testar» en humanos porque la «velocidad del mercado lo imponía» (CEO de Pfizer dixit en sede del Parlamento Europeo). Corrupción pura y dura entre gobiernos y farmas. Y los médicos tragando sin rechistar desde el principio, desde el pangolín. Ahora «desconocen» el exceso de mortalidad desde 2021 (apagón de conocimiento) en las regiones más inoculadas. Vean:
    https://tn.com.ar/politica/2022/12/01/el-gobierno-oculto-la-letra-chica-de-la-compra-de-vacunas-contra-el-coronavirus-por-mas-de-us1700-millones/
    https://tn.com.ar/politica/2022/04/06/la-argentina-ya-perdio-2-millones-de-dolares-por-vacunas-vencidas-o-descartadas/

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