Ando por ahí como Diógenes con su linterna buscando la verdad. Lo cierto es que ni con focos la encontramos. Pero asisto con tristeza, el Día Contra la Violencia de Género, a cómo mi hijo pequeño me cuenta impresionado que muchos chavales de su clase explican que se asesinan a tantas mujeres porque suelen poner mucho los cuernos, y claro… Uno, en su inocencia despiadada, llega a confesar una historia familiar de una tía suya que fue trincada en el acto adúltero y, después, en el divorcio se quedó con dos pisos… y el chiquillo añade que él la habría matado…

Soy un tipo de clase media, la funcionarial, y no suelo pasearme por barriadas degradadas. Quiero decir que mi vida es más o menos burguesa; imparto clases de filosofía en un instituto de pueblo y por mis manos pasan casi todos los adolescentes de la zona que van a ir a la universidad. A mí todas estas monsergas del Día de la Paz, contra el machismo, con las víctimas de lo que sea, la Mujer Trabajadora o el Orgullo Gay, me empiezan a tocar la moral… porque hay una escisión entre lo aparente y lo real, vendemos una imagen de solidaridad y conciencia que no se corresponde con los comportamientos de la vida cotidiana: para muchos chavales y chavalas ser homosexuales sigue siendo un drama traumático diario; para los “freakies”, a quienes les ha dado por leer o por interpretar a Bartók en la celesta, ir a los centros educativos es un infierno o una vergüenza ajena permanente; tengo a adolescentes que alardean (pobres) de querer ser narcotraficantes o famosos; otros que razonan diciendo que quien se opera de estética es porque puede…

Entre trece y catorce millones de pobres son muchos; ha habido un momento en el que los medios de comunicación trataban ese asunto permanentemente, sin embargo poco a poco el enfoque ha cambiado, cuando uno coge la prensa da la impresión de que ahora son un dato inherente a la situación histórica pero no más reseñable que la existencia de un Colegio de Abogados. Una parte del periodismo televisivo es puro entretenimiento de engaño, incluso el de la ficción del debate político en el que los mismos siniestros aparecen con sus consignas locas para oligofrénicos; los informativos sajan lo anecdótico y supuran la podre de lo que no es información, como toda esa basura disfrazada de periodismo sobre muchachas desaparecidas o asesinadas, o toda esa gilipollez del pseudoarte y la pseudocultura de unos cuantos privilegiados que cobran hasta por respirar y sólo por ser ellos: la construcción del personaje y no el análisis de su obra…

Hemos vivido (vivimos) sobre la ola de la apariencia, creamos una imagen de una sociedad moderna, inquieta, semiculta, cuando en realidad eso sólo es así para una minoría: las barriadas están llenas de desgraciados y ruinas humanas que no importan a nadie, son el combustible de un sistema corrupto que construye una idea del momento social que únicamente sirve a mayor beneficio del propio elaborador de la mentira…

Los mismos medios que han elogiado la responsabilidad del PSOE por no pactar con Podemos y con los independentistas por medio, ahora callan su entrada en el gobierno vasco, el portavoz que no nombrara a la Barberá ahora hace su encomio o dice que la echaron por su bien, el paladín de Pedro Sánchez ahora es su enterrador, los profesionales de la mentira esgrimida como Razón de Estado campan por sus fueros y el librepensamiento, la disonancia, la crítica y la singularidad se atacan como estrambóticos, no encajan en este soneto ripioso llamado España.

¿Dónde está la prensa? El Cuarto Poder colabora en la construcción de la mentira; el tósigo internáutico, en este batiburrillo en el que las fuentes ya no cuentan, envenena los discursos… y uno no se retira a leer por miedo a que: hasta los libros nos quiten.

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