Estos días ha sido noticia la salida de pata de banco del Presidente de la Ciudad Autónoma de Melilla, Juan José Imbroda. Senador también y, para más inri, Presidente de la Comisión General de Comunidades Autónomas del Senado y miembro de la Diputación Permanente, que ha insultado a los catalanes en una de sus habituales peroratas a la salida de uno de los bares de la ciudad donde se reunen los miembros del gobierno y en el que con total desparpajo se insulta a todos los oponentes políticos que aparecen por el horizonte. Seguramente, de la mano de su mercenario particular para estas lides porque la escritura no es uno de sus fuerte precisamente.

Para el que no lo conozca, este personaje que llegó al poder hace ya 17 años tras una moción de censura junto con el partido de Gil y Gil -aunque vive de la política desde 1979, primero en la UCD, luego en un partido formado por él, la Unión del Pueblo Melillense, y, ahora, en el PP– es conocido por ostentar un récord vergonzoso: “Sesenta y siete imputados en casos de corrupción en las filas de su partido y de sus allegados, entre ellos ocho de los once miembros del Consejo de Gobierno que preside en vísperas de las pasadas elecciones municipales de mayo”, según información de El Mundo, en Melilla que, con 85.000 habitantes, debe de tener uno de los más altos índices de España de altos cargos y funcionarios sospechosos de prevaricación, malversación, cohecho y no sé cuántas cosas más.

Pero, independientemente de la corrupción que aflora y que ha sido objeto de investigación por parte de algún juez valiente -que ha sido trasladado- y de la UCO, la realidad es que Imbroda y sus imputados y procesados parece como si tuviera algún tipo de protección en las altas magistraturas del Estado y -¡cómo no!- en la fiscalía “afinadora” del ministro Catalá o en algún miembro del OPUS. Tanto en lo que hace referencia a las presuntas corrupciones como en los continuos insultos, menosprecios, chulerías y demás bravatas jactanciosas de un señor que administra más de 260 millones de euros anuales -cuatro veces más que ciudades del mismo número de habitantes del Estado- y que, repetidamente, incumple plazos y procedimientos administrativos. Hasta el punto que tiene convertida a Melilla en un parte temático del franquismo con estatua incluida a la salida del puerto sin que la justicia, a la que se ha recurrido en diversas ocasiones, obligue al cumplimiento de la Ley de la Memoria Histórica seguramente porque la ley en Melilla es él.

Esta no es la primera vez que Imbroda critica con dureza a los catalanes, a los que, en uno de los últimos discursos del Día de Melilla, les llamó «traidores» y aseguró que Cataluña «siempre será española«.

Con esta actuación, la imagen de la Ciudad Autónoma que proyecta su Presidente es la más perjudicial para Melilla que solamente aparece en los medios de comunicación españoles por temas de corrupción del Partido Popular, por falsos problemas del mal llamado yihadismo, por el desastre de gestión de la frontera, de sus irregularidades y de su valla.

Con esta imagen, un político caduco, altanero, jactancioso, petulante y perdonavidas, no hace otra cosa que esconder los verdaderos problemas de la ciudad: un paro de más del 40% -que llega al 80% en los jóvenes- y que se ceba básicamente en el colectivo amazigh español -bereber y musulmán-, el fracaso escolar más importante del Estado, la discriminación histórica de más de la mitad de la población que no tienen reconocida ni la cooficialidad de su lengua o la deuda histórica con los que fueron desposeídos de sus casas, posesiones, cultura y derechos como trabajadores y la ghettización de sus barrios.

Esta semana, para que todos ustedes tengan una ejemplificación de cómo utiliza los fondos públicos, se ha descubierto que se pagaban -a un grupo de empresarios que utilizan como capataces del clientelismo- cantidades para realizar mejoras y ayudas a las mezquitas de la ciudad que no se realizaban y que se repartían entre los amigos del poder. ¡Vaya! Lo mismo que la justicia investiga en Madrid –Púnica– y que en Melilla nadie que dependa del Ministerio de Justicia de Catalá investigará jamás a menos que los ciudadanos de a pie -los valientes y éticamente arrojados- se atrevan a denunciar particularmente.

No creemos que la situación pueda dar mucho más de sí dada la precariedad ciudadana existente y es posible que esta sea la última corporación en la cual este sistema pueda eternizarse. Es preciso empero que todos los partidos de la oposición hagan un esfuerzo para cambiar definitivamente la situación, auditar las cuentas podridas desde hace muchos años y ofrecer un poco de esperzanza a los jóvenes melillenses.

Mientras tanto, Imbroda, a su gran labor: llamar “piraos” e “insufribles” a los independentistas catalanes.

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Vinculado desde muy joven a la CNT y a diversos movimientos de izquierda, es militante de Los Verdes desde finales del siglo pasado. Ha sido concejal en Dénia, Presidente de Los Verdes del País Valenciano y, actualmente, Presidente de la Federación de Los Verdes. Filólogo y escritor, ha ejercido su magisterio en diversas escuelas e institutos del País Valenciano y de Cataluña, así como también en la Universidad Nacional de Educación a Distancia y en el Instituto de Ciencias de la Educación de las Universidades de València y Alacant. Ha sido Inspector Educativo y Director Territorial de Cultura en Alacant. Premio XXV d’Abril en Benissa con un libro de cuentos, Premio Educación y Sociedad del Ministerio de Educación por su libro de texto A debat, ha publicado una treintena larga de libros de texto para la enseñanza del valenciano, libros de cocina tradicional valenciana e innumerables colaboraciones periodísticas.

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