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Médicos Sin Fronteras reclama a J&J que remita sus primeros envíos de la vacuna a países de renta baja y media

Hasta el momento, 10 países de altos ingresos han administrado el 75% de todas las vacunas, mientras que más de 130 países no han recibido ni una sola dosis

Eva Maldonado
Eva Maldonado
Redactora en Diario16, Asesora de la Presidencia de la Conferencia Eurocentroamericana.
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análisis

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La Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) se reúne hoy para tratar la autorización para el uso de emergencia de la vacuna candidata contra el COVID-19 de Johnson & Johnson (J&J). De aprobarse, Médicos Sin Fronteras (MSF) reclama a J&J que remita sus primeros envíos a COVAX para que lleguen a países de renta baja y media en lugar de a los países de ingresos altos.

La semana pasada, el Secretario General de la ONU, António Guterres, calificó la distribución de las vacunas COVID-19 de «tremendamente desigual e injusta». Solo 10 países de altos ingresos han administrado el 75% de todas las vacunas, mientras que más de 130 países no han recibido ni una sola dosis. En línea con esta tendencia inaceptable, 1.439 millones de dosis de la vacuna de J&J están ya comprometidas en acuerdos de compra anticipada, la mayoría de las cuales (56%, 801 millones) están concertadas con países de ingresos altos1.

J&J ha presentado una solicitud a la Organización Mundial de la Salud (OMS) para que su vacuna sea incluida en la lista de uso de emergencia, una condición necesaria para abastecer al Fondo de Acceso Global para Vacunas COVID-19 (conocido como COVAX). Este mecanismo de compra de vacunas COVID-19 a nivel mundial tiene como objetivo mejorar la equidad de la vacunación. La corporación farmacéutica se ha comprometido a suministrar hasta 500 millones de dosis a COVAX en los próximos años (de ellas, solo se proveerán 100 millones de dosis en 2021), aunque el acuerdo sigue teniendo la forma de un memorando de entendimiento no vinculante.

La vacuna de J&J podría constituir una herramienta importante en la respuesta mundial a esta pandemia —especialmente en los entornos de bajos recursos en los que trabaja MSF— ya que, a diferencia de las otras vacunas contra el COVID-19 que se utilizan en la actualidad, podría requerir solo una dosis y almacenarse a temperaturas normales de frigorífico. Los datos preliminares de un ensayo de fase 3 en el que se está probando la vacuna también sugieren que esta es eficaz contra la variante 501Y.V2 del virus identificada por primera vez en Sudáfrica. Sudáfrica es el primer país que despliega esta vacuna de una sola dosis de J&J. El país está vacunando actualmente a los trabajadores sanitarios de primera línea con los primeros lotes de hasta 500.000 dosis gratuitas que J&J había reservado para los ensayos clínicos mundiales.

«Es esencial que la vacuna se distribuya de forma equitativa en todo el mundo, y no se suministre primero a los mejores postores. J&J debería proveer a los países de ingresos bajos y medios y cumplir inmediatamente su compromiso con COVAX», Dana Gill, asesora de políticas estadounidenses de la Campaña de Acceso de MSF.

J&J recibió 1.500 millones de dólares del Gobierno estadounidense para la investigación y el desarrollo de su vacuna COVID-19. Además, el Gobierno del Reino Unido está cofinanciando un ensayo clínico mundial en base a un régimen de dos dosis de la vacuna. Desde el principio de la pandemia, y a la luz de esta importante inversión pública, MSF ha pedido que cualquier posible vacuna COVID-19 futura tenga un precio de coste. J&J se ha comprometido a fijar un precio ‘no lucrativo’ de 10 dólares para su uso de emergencia durante la pandemia. En una audiencia en el Senado estadounidense el año pasado, J&J ofreció que sus precios fueran auditados externamente. En este sentido, MSF insta a la corporación farmacéutica a abrir sus libros.

Dana Gill, asesora de políticas estadounidenses de la Campaña de Acceso de MSF:

«Acogemos con satisfacción la noticia de la inminente aprobación de otra posible vacuna contra el coronavirus. Sin embargo, y para que esta sea realmente significativa en la respuesta mundial a la pandemia, es esencial que la vacuna se distribuya de forma equitativa en todo el mundo, y no se suministre primero a los mejores postores. J&J debería proveer a los países de ingresos bajos y medios y cumplir inmediatamente su compromiso con COVAX. Es del todo injusto que la mayoría de las dosis de vacunas de J&J se comprometan con países ricos que ya cuentan con importantes reservas de las otras vacunas aprobadas y en los que las campañas de inmunización llevan en marcha desde hace casi tres meses. Mientras esto sucede, los países de ingresos bajos y medios, en los que apenas se ha vacunado, son relegados al final de la fila. Es probable que cuando la OMS apruebe el uso de la vacuna para COVAX, los países más ricos hayan inmunizado a la mayoría de sus grupos prioritarios, mientras que la mayoría del personal sanitario de los países de ingresos bajos y medios seguirá sin vacunar.

MSF fue testigo del terrible impacto que la segunda ola de infecciones por COVID-19 tuvo en el sur de África donde un aumento de nuevos casos, agravado por la aparición de una variante más infecciosa, desbordó los ya limitados recursos sanitarios. La vacuna de J&J ha demostrado su eficacia contra la variante 501Y.V2, pero a MSF le preocupa que, si J&J sigue con la estrategia habitual, los países más afectados por esta variante vuelvan a quedarse a la cola. Preocupa el precedente de Sudáfrica, país que sufre la mayor prevalencia de esta variante en el mundo y que ha sido un socio fundamental en los ensayos clínicos de J&J. A pesar de esto, Sudáfrica solo va a recibir 9 millones de los 300 millones de dosis que van a ser envasadas en viales en el país por un fabricante local.

J&J debería garantizar de inmediato que Sudáfrica reciba, como mínimo, suficientes dosis para vacunar a sus trabajadores sanitarios y a los grupos de alto riesgo. El gigante farmacéutico también debe dar prioridad a los envíos a otros países de ingresos bajos y medios».

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